Le sorprendió mucho a Mónica que Otoñada, que vino recientemente, también conociera a Serenidad.
Según dijo Señor J, parecía que su muerte tenía que ver con esta chica, pero era evidente que Otoñada no lo reconocía, defendiéndose ante Señor J.
De hecho, ya no le importaba a Mónica si Otoñada era inocente, puesto que pasaron cinco años desde la catástrofe de Serenidad, que no servía para ella.
Pero parecía que la razón por la que Señor J maltrató a Otoñada era vengarse la muerte de Serenidad.
—Siren, no te olvides de lo que te dije, ¿vale?
Isabella asintió con la cabeza.
Pero esto no relajó a Mónica. Mientras caminaba, se detuvo repentinamente y continuó:
—No dejes que Señor J vea tu cara.
—¡Vale!
Curiosa por las relaciones complicadas entre estas personas, Isabella no entendía por qué Mónica se temía que Señor J viera su cara. Aunque suponía que la novia de su hermano le ocultaba algunos secretos, no se atrevía a preguntárselos.
«No es mi asunto.» Isabella volvió con Mónica al vestuario.
Puesto que entre los clientes VIP no se encontraban Pascual y Luca Secada, Isabella, que ganaba más de 10.000 en cada espectáculo, sólo cobró menos de 3000 aquella noche. A pesar de eso, Isabella se sentía más relajada por no estar expuesta a los acosos de ambos.
Después de la quinta canción, Isabella salió rápidamente de la escena, rechazando cortésmente las invitaciones de todos los clientes.
Cuando caminaba al volvió, Isabella vio que Luciérnaga estaba cubriéndose el estomago con una mano y sosteniendo la bandeja de vino en la otra.
—¿Qué te pasó?
Isabella nunca sabía que Luciérnaga fue la persona que la drogó, lo cual fue una parte del plan de Luca Secada. Por eso, no sospechaba que todo eso fue la intriga de su compañera.
Parecía que Luciérnaga estaba sufriendo un gran dolor:
—Me duele mucho el estomago, pero tengo que llevar este vino a los clientes del VIP 202
—Tienes que ir al hospital. Dame la bandeja. Te ayudo a llevarla a los clientes.
—¡Muchas gracias!
—De nada. ¿A cuál palco?
—El VIP 202.
Mirando fijamente la figura de Isabella que se iba disminuyendo, Luciérnaga rió fríamente. «¡Qué bueno que ella pague los platos rotos!»
Sosteniendo la bandeja en la mano, Isabella vino al VIP 202 de KTV y tocó el timbre. Al escuchar la voz de que se abrió la puerta, se metió en el palco.
—Si no quieres hacerlo, debes tomar el vino que tiene en mano esa camarera.
Finalmente, alguien notó la presencia de Isabella. Ella volvió en si, se acercó a la mesa de cristal y puso con cuidado el vino.
Ella sabía que este vino tenía un alto contenido de alcohol. Si Otoñada tomaría toda la botella, no podría vivir.
«¡Vete! ¡Eso no es tu asunto!» Se dijo Isabella, y dio media vuelta agachando la cabeza.
En ese momento, escuchó la voz de Otoñada:
—Ayúdame, Siren, ¡por favor! —le pedía llorando, lo cual asustó extremadamente a Isabella.
Pero Isabella no se olvidó de los consejos de Bella y Mónica, que en el Casino Nightmist no se debería meterse en los asuntos de los demás.
Isabella quería salir del palco, pero no podía moverse, aunque sabía muy bien la consecuencia de quedar aquí.
—¿Siren? No me parece desconocido este nombre —dijo curiosamente un hombre.
La mujer que estaba tendida en los brazos del hombre dijo con envidia:
—Es aquella Siren que canta en el bar, señor. Nunca sabe cuánto conocida es ella. Hace algunos días dos ricos la premiaron con mucho dinero e incluso se pelearon para ella. Después de eso, no aparecieron los dos hombres en nuestro casino. Mire, la protegen tanto Estrella como Ernesto, por eso ninguna de nosotras no se atreve a ofenderla.
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