LA ESTRELLA DE MI VIDA romance Capítulo 128

Sintiéndose tan agraviada e indefensa, Isabella quiso llorar, pero no pudo.

Por otro lado, después de ser rechazado por "Cristina", Gonzalo ya no sabía cómo enfrentar a ella. Se quedó solo en el coche, pensando lo que ocurrió.

Aunque todavía se podía oler el perfume que hacía que estimulaba la hormona de la gente, lo que más extrañaba era la fragancia corporal de "Cristina".

Gustavo no sabía cuánto tiempo había estado en el coche. Cuando le llamó Juan, se dio cuenta de que había pasado mucho tiempo allí.

––Señor, he escuchado que señorita, que acaba de regresar de Corea, reservó un billete de avión para volver ahí al oír que esta noche usted va a visitarla —dijo Juan.

«¿Por qué Cristina ha decidido regresar a Corea?¿Tiene algo urgente que hacer? ¡Es mi culpa! Si no la hiciera sentirse incómoda, quedaría aquí. Eso debe ser una excusa de hundirse de mí.»

––¡Como quiera! ––Gonzalo sonrió con amargura.

Gonzalo sintió que actuó como una fiera. No debería ocupar su cuerpo de forma tan grosera sin que consintiera.

Gonzalo se arrepintió durante mucho tiempo, sin darse cuenta de que había algo mal con el perfume.

Mientras que Abril seguía seduciendo locamente a Gustavo, aunque sabía que estaba casado.

––Gusti, te necesito. Eres el único hombre de mi vida, y no me importa que te hayas casado ––Abril expresó directamente todas sus opiniones.

Cenó Gustavo en la casa de esta mujer.

Abril se tiró involuntariamente la sopa en la ropa, y luego se levantó, diciendo que tenía que irse a la habitación para cambiarse de ropa. Cuando salió, se vistió con un camisón de tirantes que era delgado y transparente.

Mirando a Abril, Gustavo tragó.

––¿Recuerdas la primera vez? ––preguntó Abril con voz dulce, que se acercó a Gustavo, sostuvo su mano y puso encima de sus tetas.

Gustavo se quedó atónito por un momento, debido a que las palabras de esta mujer sedujeron todos sus recuerdos.

«La primera vez…» Sí, fue en las vacaciones de verano después de graduarse de la escuela secundaria en las que se follaron por primera vez en un hotel cerca de la casa de Abril, lo cual era algo similar a la imagen actual.

Fue la idea de Abril. En aquel momento Abril también llevaba un camisón transporte y salió del baño paso a paso.

Lo diferente era que la chica de 18 años no se maquilló, así que se veía pura y simple.

Gustavo, que también tenía dieciocho años aquel año, solo la besó suavemente, la acarició y no le hizo nada fuera de los límites.

Se podía decir que Abril, es la ilustradora de sexo de Gustavo.

También fue la primera vez que entendió que el cuerpo de una chica podía ser tan suave y hermoso.

Mientras ayudaba a Gustavo a recordar el pasado, Abril tomó su mano y la puso sobre su cuerpo.

––Dijiste que yo era hermosa ––continuó con voz dulce.

Gustavo parpadeó, como si estuviera pensaba algo.

––Bésame ––sentada encima las piernas de Gustavo, Abril tomó su mejilla con una mano.

Ante esta mujer que parecía a una rosa roja que tuviera una fragancia agradable, Gustavo se quedó en silencio.

Mientras que Abril tomó su mano y lo miró fijamente, esperando su respuesta.

En este momento, sonó el móvil de Gustavo. Sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y frunció el ceño al saber que fue una llamada de su esposa.

––Cariño, soy yo ––empezó Isabella con voz débil.

Las cejas de Gustavo estaban aún más apretadas,

––¿Y?

—He menstruado. Me duelo mucho el estómago ––Isabella cayó a la puerta del baño, tapándose el abdomen.

En casa no había medicina, ya que se olvidó comprarle alguna. El dolor causado por la dismenorrea resultó tan fuerte que casi le quitaría la vida.

No quería molestar a su esposo, pero realmente no le quedó ningún remedio.

––¡Volveré de inmediato! ––colgó Gustavo, y se levantó inmediatamente.

Pero Abril agarró la mano de Gustavo, mirándole los ojos.

––Me voy a bañar y luego dormiré contigo.

Al escuchar eso, Isabella se sintió un poco emocionada.

Sin embargo, débilmente, ella olía un perfume familiar sobre él.

Este sabor era la mujer que vió durante el día.

Isabella intentó no pensar algo contra su marido.

«Esa mujer vino aquí para tomar el documento, por eso sólo debe ser la secretoria de Gustavo. Entonces es inevitable que se huela su perfume sobre él.»

Cuando salió del baño, Gustavo vio que Isabella se había quedado dormida.

Como la primera noche en que la vio en el tren.

Tenía dos opciones: su esposa, Isabella, y su primer amor, Abril. Gustavo no sabía a quién debería elegir.

Antes de que Abril regresara, pensaba que podría vivir con Isabella hasta su final. Durante los cinco años en que no estaba Abril, se sentía muy relajado frente a Isabella.

Nunca sospechó la razón de que se le acercara Isabella, y la veía la única mujer leal. En sus ojos Isabella era una chica pura y simple, como Abril de aquel momento.

Pero Isabella ya no lo fue.

Gustavo se inclinó, tocó la frente de Isabella, y luego se fue a dormir en el sofá.

Todavía no podía cruzar este obstáculo. Cuando pensó que su esposa trabajaba en el casino, se sintió incómodo y extremadamente triste.

Al día siguiente, cuando Isabella se despertó, se sonrojó por encontrarse en la cama. Sin embargo, en la otra mitad de su cama no había rastro de pliegues, lo cual resultó totalmente diferente de lo que se imaginaba.

Isabella sabía que no solía moverse cuando durmiendo.

Después de levantarse, descubrió que el cojín en el sofá estaba un poco arrugado. En ese momento, se dio cuenta de que, como esperaba, Gustavo no durmió con ella.

«¿Por qué? ¿Es mi culpa?» Isabella no sabía la respuesta.

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