LA ESTRELLA DE MI VIDA romance Capítulo 135

De cualquiera manera, ahora Cristina se parecía muchísimo a Isabella. Eran casi iguales e incluso, Cristina era más bonita que ella. Así que se eliminaron todas las dudas acumuladas en el corazón de Isabella.

—Cristina, no te preocupes. No voy a perjudicar tu felicidad —Isabella la levantó del suelo, y dijo suavemente.

—Gracias, Isabella. Perdóname… He robado todo lo que debería ser tuyo —Cristina dijo con mucho agradecimiento.

—No lo has robado, sino que yo lo he dejado —Isabella sonrió con impotencia.

Si a ella realmente importara ese jade, no lo habría tirado sin cuidado. Ella sabía que el jade valía mucho y que Gonzalo era alguien muy importante. Al principio, fue ella quien dejó el jade. Como fue recogido por Cristina, Isabella no podía culpárselo.

—Pues... ¿De verdad no te importa nada? ¡El señor Gonzalo es el heredero del Grupo Navarro y tiene mucho dinero y poder! —Cristina le preguntó.

—No, no me importa —Isabella sonrió.

—¿Isabella, te has arrepentido? —viendo que Isabella se mostraba tan indiferente, Cristina se sintió un poco nerviosa.

—Piensas demasiado. No voy a arrepentirme —Isabella se recuperó, la miró y se rio.

—Isabella, no te molestes por mis palabras. Gustavo no es más que un hijo ilegítimo de la Familia Navarro en la que no es nada importante. ¿De verdad te casaste con él porque lo quieres? —Cristina dijo con cautela.

—No me importa eso. Solo me importa él. Aunque sea pobre o rico, enfermo o sano, es mi marido. No me arrepiento de haberme casado con él —Isabella respondió sonriendo.

Si Cristina le no hubiera mencionado eso, ella no encontraría que no sabía nada de su marido.

Justamente Gustavo iba a buscarlas y escuchó lo que dijo Isabella. Gustavo miró a Isabella sorprendido, incluso se sintió un poco increíble, sospechando si lo que acababa de oír era cierto.

Al comienzo, ya sabía que Isabella era una buena chica. Por lo tanto, incluso podía hacer bromas fácilmente con ella diciendo que quería hacerse su novio y no dudó en casarse con ella por compasión.

Gustavo siempre creía que no volvería a tener relaciones con Abril, por lo que pensaba que sería mejor casarse con una mujer amable y gentil como Isabella, ya que era igual casarse con cualquier mujer. Hasta que Abril regresó, él había pensado que podría pasar el resto de su vida con Isabella, pero ese día, Abril le dijo llorando:

—Gustavo… Sé que ahora ya es tarde para decirte eso. Sin embargo, todavía quería decirte… Te quiero… Siempre te quiero … No lo paso bien estos cinco años en Estados Unidos Ella lloraba tan triste que le inspiraba mucho la piedad.

Gustavo descubrió que en realidad todavía no podía olvidarla completamente. Sin embargo, también sabía muy bien que ya no la quería.

—Pero, Cristina, se termina nuestra amistad desde ahora —cuando Cristina se sintió aliviada, Isabella añadió, lo cual le desconcertó.

—¿Por qué, Isabella? ¿No me has perdonado ya?

—Para lo ocurrido, no es que te perdono o no. Solo que, desde punto de vista de nuestra amistad, eres egoísta —las palabras de Isabella la asombraron mucho.

Isabella era simpática, pero también razonable. Ella y Cristina no solo eran de la misma ciudad, sino que también eran compañeras de universidad, de cuarto y las mejores amigas. Cristina conocía muy bien cómo era ella.

En aquel entonces, para un jade, Cristina no solo se fue sin despedirse, sino que también le dijo palabras feas que le habían dado daño. Pero Isabella solo pudo ignorar todo. Como su amiga, Cristina nunca había considerado esos dolores que sentía ella.

Isabella se volvió y se encontró con Gustavo.

Cristina también lo vio y temió que hubiera escuchado lo que dijeron.

—Ya es la hora de almorzar. Tenemos que volver a casa. No está bien que el abuelo nos espere —Gustavo actuó muy gentil como siempre.

Isabella asintió con la cabeza y se fue con él. Y Cristina frunció el ceño y los siguió.

En casa, el comedor era demasiado grande. La mesa estaba llena de platos, como un banquete. Ramón estaba sentado en el primer asiento. Salvo Gonzalo, todo el mundo se sentó.

—¿Por qué Gonzalo todavía no ha vuelto? —Ramón preguntó.

—Gonzalo regresará pronto —Alonso respondió con la cabeza bajada.

Isabella se quedó espantada y bajó la cabeza apresuradamente.

Pero Cristina siguió mirándolo muy contenta y Gonzalo le dio una impresión profunda.

—¿Qué te ha pasado en la frente? —Ramón notó la gasa en la frente de Gonzalo.

—Recibí un golpe en la frente. No es nada grave —Gonzalo se sentó al lado de Isabella y rio.

—Señor, se ha equivocado del asiento —Alonso le acordó.

Gonzalo debería sentarse entre Ramón y Cristina. Pero al entrar, se sentó junto a Isabella.

—¿Es así? —Gonzalo miró a Isabella, a Gustavo, a su madre, a Ramón, y finalmente a…

—Gonzalo —notando que Gonzalo la miró, Cristina sonrió y le saludó con mucho cariño.

«Pues… Esta mujer se parece mucho a mi Cristina. Pero, ¡mi Cristina es la más bonita!»

Gonzalo la ignoró y fijó los ojos en Isabella amorosamente.

¡Este hombre era realmente el señor Gonzalo de la Familia Navarro! A Isabella le sorprendió que lo hubiera acertado y todo fuera tan coincidente. El hombre que ella había salvado resultó ser realmente el hermano mayor de Gustavo.

—¡Déjalo si quiere sentarse ahí! —Ramón dijo— ¡A comer!

—Perdón, señor. Usted se ha equivocado el asiento. No soy Cristina —Isabella le murmuró.

¿Cuñado? Gonzalo se suspendió mucho.

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