LA ESTRELLA DE MI VIDA romance Capítulo 136

—Gonzalo, me he olvidado de presentártela. Es mi esposa, Isabella Figueroa —Gustavo también sonrió.

¿Esposa?¿Isabella Figueroa? Sorprendido, Gonzalo se quedó con una expresión compleja.

—Gonzalo, yo soy Cristina —Cristina sonrío.

En un instante, la situación se puso embarazosa.

—Es normal equivocarse ya que las dos se ven iguales —Ramón ayudó a Gonzalo a salir del apuro.

Gonzalo miró a Cristina, y a Isabella también.

Era cierto que las dos se parecían mucho, pero él no se equivocaría. ¿Qué había pasado? Conteniendo las dudas y el enojo, Gonzalo se levantó y se sentó tranquilamente al lado de Cristina.

Al ver el hombre sentarse a su lado, Cristina bajó la cabeza y se rio.

Pero Gonzalo siguió observando cada movimiento de Isabella, sobre todo, su suave mirada a Gustavo que le molestaba mucho.

Isabella… ¡Isabella! En realidad, ¡la Isabella en el móvil de Gustavo era la que siempre echaba de menos Gonzalo! ¿Cuándo se había convertido en la esposa de su hermano?

De inmediato, Cristina se levantó, le sirvió una sopa a Gonzalo,

—Gonzalo, has trabajado mucho estos días.

Pero Gonzalo no le hizo caso sino fijar la vista en Isabella. Al ver la intimidad entre Isabella y Gustavo, se puso muy enfadado.

Sin terminar el almuerzo, Gonzalo se fue con indignación. Entró en su habitación y llamó a Juan.

—Juan, ¿qué te pasa? —Gonzalo se enfureció mucho.

—Señor, ¿qué ha pasado? ¿Por qué te enfadas tanto? —Juan preguntó inquietamente.

—¿Qué mujer me has traído? —hablando, Gonzalo caminaba en la habitación.

—Señor, no le entiendo bien.

—¡Envíame todos los datos de Cristina, incluyendo sus fotos anteriores! —Gonzalo gritó.

Juan tuvo que hacerlo, e inmediatamente le envió los datos de Cristina al correo electrónico de Gonzalo después de organizarlos.

Tras ver todas las informaciones de Cristina, Gonzalo tiró el móvil al suelo de ira. Por un segundo, comprendió por qué cada vez quería acariciar a «Cristina», ella siempre lo rechazaba.

Justo alguien llamó a la puerta. Enojado, Gonzalo la abrió.

Al ver que era Cristina, la agarró por el cuello y la arrastró groseramente a la habitación.

—Qué estás haciendo, ¿Gonzalo? —Cristina se asustó y le pidió la clemencia.

—¡Dime! ¿Qué has hecho para convertirte en mi prometida? —Gonzalo la interrogó muy enojado.

—No entiendo qué estás diciendo —Cristina contestó temblando.

—¡No me hagas usar la violencia! —Gonzalo apretó el puño.

—Fue yo quien te salvó esa noche… —Cristina se mordió el labio.

—¡Basta! ¡No te me hagas la tonta! ¿Acaso no sé quién me salvó esa noche?

—Isabella me dio el jade y dijo que ya estaba enamorada de alguien y que no quería hacerse tu esposa.

Ya estaba enamorada de alguien... Gonzalo se quedó atontado y recordó su mirada cariñosa a Gustavo.

Es así... Gonzalo la soltó y se rio fríamente.

Él extendió la mano hacia el interior del cuello de Cristina, lo que ella malentendió que quería tener sexo con ella. Y de pronto sintió un dolor de estrangulamiento. Antes de que reaccionara, se le había quitado el jade del cuello.

—Gonzalo…

—¡No llames mi nombre! ¡Me das asco!

Gonzalo le tiró un vistazo y salió de la habitación con el jade a tropezones.

¿Medio? ¿Qué medio usó ella? Isabella se confundió.

—El perfume que utilizaste aquella noche, contenía afrodisíaco… —viéndola, él pensó que no se estaba haciendo la inocente y le contó todo.

¡Afrodisíaco! Isabella entendió todo. No era de extrañar que ella también estuviera un poco impulsiva esa noche…

—¡Lo siento! ¡No sabía eso! Solo quería... —avergonzada, Isabella bajó la cabeza.

Solo quería promover las relaciones entre pareja y mantener su matrimonio. Solo quería que él pudiera enamorarse de ella. Sin embargo, ahora de nada servirían sus palabras. Seguramente Gustavo creería que ella era solapada.

—Isabella…

—Dime.

—Nosotros…

Quería decir que se separaran por un tiempo, pero no pudo.

¿Por qué no pudo decírselo? Él no sabía por qué al ver su cara inocente, se sintió compasivo. Pensaba que ella era una mujer fuerte. Pero no entendía por qué ahora al mirarla, le vinieron las ganas de protegerla.

—No lo haré este tipo de cosas más, hago lo que digas —Isabella levantó la cabeza y lo miró con una actitud seria.

Gustavo le acarició la cabeza y sonrió. De repente, Gustavo pensó que no podía hacer nada con ella. Isabella pertenecía a las chicas dulces que él quería, ¿no?

Pero...

Todavía le importaba lo que hizo Isabella en el Casino Nightmist…

«Ya, mejor no lo pienso ahora. Hablaré con ella en el futuro.»

Por el momento, Gustavo dejó la idea de separarse de Isabella. La llevó a andar por la hacienda, contándole su historia.

También fue la primera vez que ella se enteró de que Gonzalo y Gustavo eran hermanastras, cuyo padre se había sacrificado por el país. Mientras que la madre de Gustavo se suicidó por la muerte de su padre.

Gustavo le dijo muy francamente que la mujer favorita de su padre era la madre de Gonzalo.

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