LA ESTRELLA DE MI VIDA romance Capítulo 138

Cuando llegara el momento, Gonzalo podría buscar una excusa diciendo que no se llevaba bien con Cristina para separarse de ella.

Sabiendo que Gonzalo no iba a dejarle en paz, Cristina intentaba obtener el apoyo de Ramón.

Después de la cena, Gustavo no se quedó en la finca porque tuvo que volver a Ciudad de río para solucionar algunos asuntos urgentes de la empresa.

Como Gonzalo todavía no se cargó con el puesto del director general del Grupo Navarro, no estaba nada ocupado. Había estado a la empresa solo fue para conocer las informaciones del Grupo Navarro con anticipación.

Además, Ramón también tenía la intención de presentarle sus conocidos. Por eso, generalmente Gonzalo era responsable de los contactos con la gente, y Gustavo como ayudante de Gonzalo, de los asuntos interiores de la empresa.

Isabella se despidió de Gustavo en la puerta. Al volverse, se encontró con Gonzalo, quien había aparecido detrás de ella hacía un tiempo.

—Gonzalo —Isabella dio un paso atrás conscientemente y bajó un poco la cabeza.

—Hace viento fuera. Descansa temprano —viendo todo, Gonzalo se sintió mal y le respondió como si no hubiera pasado nada.

—¡Sí! —Isabella asintió con la cabeza y pasó por él para escaparse de su mirada.

Recordando lo íntimo que le había hecho antes, Isabella sintió vergüenza.

Una brisa sopló y solo se quedó su aroma. Este aroma era familiar para él. Temía que ya no pudiera volver a olerlo.

Emocionado y triste, la miró desapareciendo. A partir de ahora, solo podía esconder su amor a ella en el corazón.

El patio estaba en silencio y se oían los pájaros cantando. Los árboles a la luz de la luna parecían solitarios. Isabella se precipitó a entrar en el curto y cerró la puerta.

«¿Por qué esta casa centenaria es tan sombría por la noche?»

Sentada en la mesa, sacó el móvil para enviar mensaje a Gustavo preguntándole si había llegado a casa. Pero Gustavo no la respondió.

Gonzalo también llegó a su habitación. Al cerrar la puerta, vio a Cristina descalzada con pelo largo, envuelta en una toalla de baño. Se desvelaban sus pechos y las piernas.

Cristina se le aceró a Gonzalo con una mirada seductora. Tenía una cara idéntica a la de Isabella. No se podía distinguir entre ellas sin observarlas bien.

A Gonzalo le dio asco al verla. Él había perdido a Isabella por la vanidad y las mentiras de Cristina.

También él tenía la culpa. En aquel entonces, debería volver a la Finca de Monte para confirmar todo. Por lo menos, todavía tendría la posibilidad de conseguir a Isabella.

Pero ahora, ¡ya no le quedaba ninguna oportunidad! Por la culpa de Cristina, Isabella se había convertido en su cuñada.

Al pensar que había perdido a Isabella, Gonzalo se sintió demasiado deprimido y también enfadado. Mientras estas decepciones se acumulaban, él se puso fuera de control y le dio un bofetón.

Cristina no pudo soportar esta fuerte bofetada y se cayó en el suelo. De rodillas, empezó a llorar de escozor en la mejilla, mientras la sangre brotaba de sus labios.

—Gustavo, ayer me enteré de algunas informaciones sobre tu madre y las dejé en mi casa. Sigo dudando si te las muestro —Abril dijo lentamente.

Si estuviera dudado, no lo llevaría a su casa. Con el ceño fruncido ligeramente, Gustavo no dijo nada.

—¡Te hago algo para que comas! —al llegar al departamento, Abril le trató muy bien como si fuera su esposa.

Abril sabía muy bien todos sus gustos. Por lo tanto, Gustavo se sentía muy cómodo cuando le atendía.

A diferencia de Isabella, Abril sabía sus preferencias. La inmadurez de Isabella hizo a Gustavo pensar que Abril era más comprensiva.

Pero no olvidó el asunto importante por lo que vino aquí.

—¿Y las informaciones de mi madre? —Gustavo fue al grano.

—Gustavo, ¿quieres tener tu propia empresa? —sentada enfrente de Gustavo, Abril preguntó mirándolo.

Gustavo se quedó aturdido y la miró. Pero entonces volvió a comer sin decir nada.

—Gustavo, ¿cuánto ganas cada año siendo el director general de la empresa Mega del Grupo Navarro? —Abril cambió de tema.