Damián era quien hacía este tipo de trabajo y ahora fue mandado para preparar los documentos del proyecto y Abril, siendo una novata, debería empezar desde el principio.
A Abril no le importaba nada lo que hacía, después de recoger el documento, le mostró una gran sonrisa a Gustavo.
—¡Vale, vuelvo pronto, con gusto haré todo lo que tú me digas! —dijo Abril sonriendo.
Gustavo entonces apartó los ojos de su rostro y empezó a trabajar de nuevo.
Por un momento, al ver esa sonrisa inocente, sintió como si hubiera regresado a su época de estudiante.
Después de que Abril se fue, Damián no pudo evitar a burlarse de él:
—Oiga Gustavo, la señorita Secada, quien fue recomendado por nuestro jefe, probablemente esté interesada en ti. ¡Tienes mucha suerte!
—Ya tengo Isabella, no digas más tonterías, por favor —dijo Gustavo sin levantarse la cabeza.
Damián inmediatamente dejó de bromear. Pero siempre sentía que había un sentimiento especial entre Abril y Gustavo.
Después de que Abril llegó al Grupo Navarro, fue primero al baño y se paró frente al espejo.
Ante Gustavo, trató de comportarse como una joven decente y dulce tal como era hacía cinco años, y ante Gonzalo tuvo que ser una mujer atractiva.
¿Qué clase de hombre era Gonzalo?
Decían que cuando era joven, siendo agente encubierto de policía. Este hombre ya debería haber visto todo tipo de mujeres, así que una mujer honesta no podría llamarle su atención.
Después de arreglarse y maquillarse un poco, recogió los documentos y salió del baño.
Escuchó que Gonzalo solo era el presidente temporal que aún no había sucedido este cargo oficialmente, aun así, los derechos reales del Grupo Navarro ya estaban bajo sus controles.
Por mucho que intentaban, su hermano y sus hombres no pudieron averiguar más información acerca de él. Estaban confundido ante un hombre tan misterioso e impredecible, por lo que pensaron en ponerle una tentación. Creían que a él le pasaría lo mismo como los demás hombres ante una hermosa mujer.
Mientras pensaba, Abril entró al ascensor y se dirigía a la oficina del presidente en el último piso.
El hombre que le recibió fue Gerardo, el ayudante de Gonzalo, quien siempre había sido leal al señor Ramón y era un experto en los negocios. Después de que Gerardo tomó los documentos, dejó que Abril esperara afuera en el área de descanso sin darle ninguna oportunidad de acercarse a Gonzalo.
Abril quería entrar, pero no se atrevía, así que tuvo que ser paciente mientras esperaba en el sofá. En menos de diez minutos, al ver que Gerardo no le había entregado los documentos, se acostó de lado en el sofá a tomar una siesta.
Abril hizo deliberadamente que su posición acostada fuera provocativa y elegante, a través de su cuello en forma V, se podría ver sus pechos medio-cubiertos y se escuchaba su aliento agradable.
Cuando Gonzalo salió por la puerta de la oficina, ni siquiera se dio cuenta de que había una persona tirada en el sofá en el área de descanso.
Al mismo tiempo, Abril también supo por su hermano Luca que esto era para pagar sus deudas.
Gusti siempre había sido honesto con los demás, pero esta vez fue traicionado por un amigo y eso le dolió mucho.
Abril sintió que tenía que encontrar la forma de consolar indirectamente a Gustavo de hacerle sentir que no estaba solo que tenía su apoyo, ella siempre sentía cariño hacia él.
Por otro lado, Isabella también había notado que Gustavo últimamente salía de la casa antes de que ella se despertara y cuando apenas regresara, se acostó en el sofá y se durmió. Además, ya no tomaba el almuerzo ni la cena en la casa.
Cuando Isabella estaba haciendo limpieza del hogar, accidentalmente descubrió el contrato de empeño sobre sus objetos de mucho valor. Parecía que realmente necesitaban mucho dinero.
Isabella sentía que ya no podía quedarse en casa sin hacer nada de eso, tenía que buscar trabajo para que Gustavo no cargaba todas las deudas él solo. Creía que siendo su esposa era su responsabilidad de esforzarse junto a su esposo.
Isabella no pensó más, solo hizo un nuevo currículum y se partió al mercado de trabajos.
Ella era una estudiante universitaria que aún no se había graduado y dejó los estudios para encontrar un trabajo era casi imposible que alguien le contratara.
Isabella que estaba muy deprimida al salir del mercado de los trabajos, de repente recordó la empresa Mega, pero se negó por sí misma.
Porque fue la misma empresa que la echó por difamación de plagio, y no tenía ningún motivo para volver a regresar.
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