La Hija Secreta del Millonario romance Capítulo 1

La alarma del reloj despertador sacó a Ivanna de un profundo sueño. Su mano se extendió hasta apagar el ruidoso aparato que le perforaba la cabeza, estaba agotada, sin ganas de mover un solo músculo de su cuerpo, se sentía pesada y la cama caliente no ayudó a despertarla. Se arrebujó debajo de su manta y se quedó dormida de nuevo.

Una risita acompañada de un beso la despertó de un sueño profundo.

Con pesadez levantó sus párpados para mirar los preciosos ojos azules de su hija. Una sonrisa asomó a sus labios.

―Buenos días, mami, que lindo es despertar y ver que aún estás aquí.

Las palabras de Gema despertaron sus alarmas. Ella no debía estar allí a esa hora, asustada saltó de la cama

―Me quedé dormida, ¿qué hora es? ―preguntó a su hija.

―Son las siete de la mañana ―respondió su hija.

―¿Las siete?, debía entrar a las siete, buenos días, bebé ―masculló mientras corría al baño.

Era muy tarde, entre arreglarse y tomar el tren se demoraría una hora en llegar al trabajo, debía sustituir a uno de los empleados nocturnos de la recepción, el pobre debía estar agotado después de estar de guardia toda la noche y ella llegaba tarde. ¡Qué vergüenza!

Se quitó su pijama en un santiamén, ya estaba desnuda cuando llegó al baño. Abrió la ducha esperando que saliera el agua caliente, se hizo un recogido apresurado en el pelo y entró bajo el chorro. Un jadeo salió de su garganta porque el agua estaba fría aún, agradeció que se calentara a medida que cubría su cuerpo con jabón, salió del baño y se vistió con prisas. Su uniforme colgaba de una percha en la pared, le gustaba usarlo ya que de esta manera no perdía tiempo escogiendo lo que usaría para ir a trabajar. Cepilló su cabello, puso un poco de polvo en su cara, labial y máscara para pestañas y, salió de su habitación.

Había pasado menos de veinte minutos. Gema aún estaba en pijamas, prefirió ayudar a su que mamá que vestirse para ir al colegio, aún tenía mucho tiempo así que puso la cafetera y le preparó un bocadillo.

―Toma, mami, te puse el café en tu vaso y empaqué el emparedado para que lleves algo de comer.

―Gracias, bebé, lamento mucho haberme quedado dormida, yo debí haber hecho tu desayuno. ―se disculpó apenada.

―No te preocupes, mami, ya soy grande y puedo ayudar, estabas cansada y necesitabas dormir, vete y no te preocupes, yo pasaré a ver a la señora Petrov.

Ivanna apretó los labios, la señora Petrov debía ser su responsabilidad no la de Gema, pero no había nada que pudiera hacer en ese momento. Tomó su vaso y desayuno, besó con rapidez a su hija en la frente, dándole las gracias y salió del apartamento cerrando la puerta.

Ivanna corrió por las escaleras rezando para llegar a tiempo de tomar el autobús que la llevaría hasta la estación del tren. Las cosas se habían complicado últimamente, pensaba que cuando Gema tuviese once años la vida sería mucho más fácil, pero no era así. Estaba agotada, no era fácil vivir en una ciudad tan cara como Londres siendo una madre soltera, trabajaba de doce a dieciséis horas diarias para poder cubrir los gastos y a veces eso no era suficiente, pero no se arrepentía de tratar de darle a Gema todas las oportunidades de obtener una buena educación.

El día estaba frío, así que apresuró sus pasos para entrar en calor, a lo lejos vio la parada y al autobús que llegaba, corrió como loca y logró subirse a él, se sentó en la silla más próxima y respiró con alivio, al fin podía relajarse un poco. Dio un trago al café que traía en sus manos y casi gimió de lo bueno que estaba. Sacó su móvil y con vergüenza tecleó un mensaje a su supervisor disculpándose por el imprevisto y anunciándole su hora de llegada, esperaba que Erick la perdonara por llegar una hora tarde. Tenía un poco de hambre, pero no podría comer hasta dentro de dos horas más o menos, apuró el resto del café deleitándose cuando sintió su estómago calentarse.

Bajó del autobús en su parada, camino por la acera y una foto en un puesto de periódicos llamó su atención, se detuvo y miró una de las revistas de la prensa amarilla. La imagen de un sonriente Gael apuñaleó su corazón. Estaba más guapo aún de lo que recordaba, la madurez había endurecido sus facciones dándole una apariencia más varonil. Una sonrisa traviesa asomaba a su cara mientras sonreía y miraba a su pareja, su última novia una tal Brithany. Recordó cómo se sintió cuando dirigió hacia ella esa misma sonrisa.

Meneó la cabeza y continuó su marcha, ¿cuándo dejaría de sentir ese salto en el corazón cada vez que veía una imagen suya? Gael nunca sería parte de su vida, eso lo había aceptado, pero lo que aún le dolía era que ni siquiera formara parte de la de Gema.

«La vida sería mucho más fácil si él me ayudara con Gema» pensó mientras bajaba la acera. Había dado unos pasos cuando se dio cuenta de que estaba atravesando por el medio de la calle. Su instinto le exigió retroceder, esquivó un coche y el que venía circulado en el otro carril le dio de lleno lanzándola unos metros más allá. Mientras volaba por los aires, un solo pensamiento cruzó su mente ¡Gema!, ¿quién cuidaría a su hija?

***

Gema preparaba el desayuno de la señora Petrov, su vecina era una anciana y había amanecido un poco resfriada, por lo que decidió pasarse por su apartamento antes de ir a la escuela. Mientras esperaba a que hirviera el agua de la tetera, la niña se entretuvo hablando con Sasha. Su gato era enorme, su pelaje era largo y atigrado de color naranja y blanco; y tenía los ojos de verde intenso. El gato maulló reclamando su comida y mirándola desde encima del microondas con desaprobación por la tardanza.

Acababa de poner el desayuno encima de la mesa cuando sonó el timbre de la puerta, la señora Petrov hizo el intento de levantarse, pero la niña colocó su mano en el hombro de la dama para evitar que lo hiciera.

Capítulo 1 1

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