La niñera y el papá alfa romance Capítulo 71

Moana

La brecha que existía entre Edrick y yo nunca podría salvarse; ahora lo sabía.

El viaje de vuelta a casa fue silencioso. El filete que aún podía saborear en la lengua ahora me sabía asqueroso. Y pensar que me había pasado todo el día sintiendo que podíamos tener algún atisbo de normalidad; aunque nunca llegáramos a tener una relación romántica, ¿por qué no podíamos seguir estando orgullosos de lo que habíamos creado entre nosotros? ¿Por qué siempre tenía que escondernos a Ella y a mí? ¿También el nuevo bebé se enfrentaría a la misma lucha de tener un padre que no quería que nadie supiera de su existencia?

Volvimos a casa esa noche, todavía sin haber cruzado una palabra entre nosotros. Llevé a Ella a la cama con sólo unas breves palabras de agradecimiento por todo lo que había hecho aquel día, pero después de eso, no volví a mirarle.

...

El lunes por la mañana me desperté al oír que alguien llamaba a mi puerta.

-Adelante-, llamé, incorporándome y frotándome los ojos. La puerta se abrió de golpe y Selina asomó la cabeza.

Tu primera cita es dentro de un par de horas-, dijo. -Ya te he preparado el desayuno. Ven a comer antes de vestirte.

Suspiré, habiéndome olvidado por completo de mi cita de aquel día, y salí de la cama. Mientras seguía a Selina al comedor en bata, me di cuenta de que Edrick no estaba por ninguna parte.

-¿Vendrá Edrick a la cita?- pregunté mientras me sentaba a la mesa y empezaba a untar mantequilla en mi tostada.

Selina negó con la cabeza mientras me servía café caliente en la taza. -Tiene algo que tratar en el trabajo, pero puede que venga más tarde.

Fruncí el ceño y sentí que se me caían un poco los hombros. Era mi primera cita prenatal; esperaba que Edrick estuviera allí para ver la primera ecografía, ya que, después de todo, él era el padre.

-Supongo que iré solo, entonces-, dije, tomando un bocado de tostada.

-Tonterías-, dijo Selina. -Iré contigo.

Al menos, oír que Selina estaría allí conmigo me reconfortó un poco. -Gracias-, respondí con una sonrisa. -Eso estaría bien.

Después de comer, me apresuré a volver a mi habitación para ducharme y prepararme para el día. Me lavé los dientes y me peiné, me puse un vestido holgado y zapatos cómodos, y me reuní con Selina en el vestíbulo. Mientras bajábamos en el ascensor, me di cuenta de que era la segunda vez que la veía salir en público; la primera había sido mi primer día de trabajo. Se había quitado el uniforme de ama de llaves, llevaba un vestido de lino y sostenía el bolso con firmeza.

-¿Sales alguna vez?- pregunté mientras caminábamos por el vestíbulo.

-Rara vez-, dijo. -Sólo si es necesario.

-¿Nunca quieres salir con amigos a comer o algo así?.

Selina simplemente se encogió de hombros. -Nadie me invita nunca.

Cuando dijo eso, sentí que me dolía un poco el corazón por ella. En ese momento decidí que invitaría más a Selina a salir, aunque solo fuera a pasear por las mañanas con Ella.

-No pasa nada-, dije. Llevaba toda la vida enfrentándome a un trato así como humana; no era nada nuevo para mí.

-No está bien-, dijo Selina. En ese momento, se acercó al escritorio y golpeó el mostrador con las manos. -¡Le exijo que trate a esta joven con respeto!-, dijo. -Estás siendo terriblemente grosera.

La recepcionista entrecerró los ojos. Intenté intervenir para calmar a Selina, pero fue inútil. La recepcionista cogió el teléfono y marcó un número.

-Hola... Sí... Tenemos un humano aquí que quiere ser visto. Mhm. Sí, ella tiene un hombre lobo escolta, pero están siendo increíblemente perjudicial para los otros pacientes. De acuerdo, gracias. Gracias. La recepcionista colgó. -Acabo de llamar a seguridad-, le dijo a Selina. -Si no quiere que la escolten, le sugiero que se vaya.

Selina frunció el ceño. Mientras tanto, la pareja de hombres lobo del mostrador, así como todos los demás presentes en la sala de espera, nos miraban con una combinación de incredulidad y burla en sus rostros.

-No pueden decirme en serio que rechazan a una madre embarazada-, dijo. -¡Esto es ridículo!

La recepcionista se encogió de hombros. -Yo no pongo las reglas. Si me hubieras dejado atender a los educados clientes hombres lobo antes que a ti, ya estarías registrado. Pero sólo estás montando una escena.

-No pasa nada, Selina-, le dije, tocándole el brazo. -Puedo encontrar otro médico.

En ese momento se abrieron las puertas. Entró un hombre con traje negro y corbata, con aspecto de director de hospital.

Y junto a él, entró Edrick.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La niñera y el papá alfa