Moana
Mis ojos se abrieron de par en par cuando vi a Edrick, pero al mismo tiempo mi cuerpo se relajó al saber que estaba aquí para -esperemos- ayudarnos. Me miró, pero estaba claro que no quería que nadie supiera que estábamos juntos, y se acercó al mostrador.
-¿Hay algún problema?-, preguntó a la recepcionista.
-Sí, señor Morgan-, dijo, haciéndome un gesto, -esta mujer es una humana y está intentando que la sirvan antes que a los hombres lobo. Nuestra política es servir primero a los hombres lobo-. Tenía los ojos muy abiertos y la voz le temblaba un poco. Me di cuenta de que sabía que estaría en serios problemas si Edrick Morgan en persona estaba aquí.
-Bueno, rompe la política por esta vez-, dijo. A continuación se volvió hacia la pareja de hombres lobo, que seguían de pie con cara de confusión. -Lo siento mucho-, dijo, luego se volvió hacia Selina y hacia mí y se dirigió a nosotros. -Os llevaré a la sala VIP.
Después giró sobre sus talones y empezó a caminar hacia las salas de reconocimiento. Mientras tanto, el director se ocupaba de la recepcionista y de la pareja de hombres lobo. No pude entender exactamente lo que le decían a la recepcionista, pero parecía que la estaban reprendiendo, y en mi opinión con razón. Que fuera norma atender a los humanos después de los hombres lobo no significaba que fuera moralmente correcto tratar a los humanos como inferiores.
Aun así, seguí a Edrick, agachando la cabeza para evitar las miradas extrañas de otros pacientes, con Selina detrás de mí. Cuando salimos de la sala de espera, solté un suspiro de alivio.
-Gracias-, dijo Selina, corriendo para seguir el ritmo de Edrick. -Esa recepcionista...
-Está bien-, dijo Edrick con calma. -Ella sólo estaba haciendo lo que pensaba que era correcto ... Es la política para servir a los hombres lobo en primer lugar.
Selina frunció el ceño, pero no dijo nada. Edrick nos condujo a una espaciosa habitación privada. Selina fue a sentarse en una silla del pasillo para darnos algo de intimidad, pero Edrick la detuvo y le hizo un gesto para que entrara con nosotros. -Tú también mereces ver al bebé, ¿no crees?-, preguntó.
Los ojos del ama de llaves se abrieron de par en par. Miró a Edrick y a mí, y finalmente se detuvo en el mío. Asentí con una sonrisa. -Me gustaría que lo vieras.
Su cara se puso roja, pero nos siguió hasta dentro, donde esperaba la médica.
La doctora, una mujer de mediana edad y pelo castaño, nos recibió con una sonrisa.
-Buenos días-, dijo la doctora, tendiéndome la mano para que se la estrechara. -Soy la doctora Melrose. Tendré el placer de ser su médica durante todo este embarazo; si alguna vez necesita algo, siempre puede llamarme, sin importar la hora del día o de la noche. Aquí tiene mi tarjeta-. Se sacó una tarjeta del bolsillo, que cogí agradecida. En vista de lo nerviosa que me estaban poniendo los efectos del embarazo de un hombre lobo en mi cuerpo, ya tenía un montón de preguntas que hacerle a la doctora.
A continuación, la doctora me ayudó a subir a la cama. Me preguntó si me parecía bien levantarme el vestido para examinar a Edrick y Selina, a lo que asentí, y me cubrió la parte inferior con una sábana, lo cual no era del todo necesario, pero supuse que haría las cosas un poco menos incómodas con Edrick en particular.
-Esto va a estar un poco frío-, me dijo mientras cogía un tubo de gel para ecografías. Me puso una cantidad generosa en el vientre, que acepté de buen grado en lugar de la ecografía interna que me hicieron cuando fui a abortar. -Sólo un poco de presión ahora...
La sala se quedó en silencio mientras la médica movía la sonda por mi vientre. El único sonido que llenaba la habitación era el suave sonido de mi propio pulso resonando desde el interior de mi cuerpo en el ecógrafo.
-Y... ¡Ahí está tu pequeño!- Exclamó la Doctora Melrose.
Jadeé. En la pantalla vimos por primera vez el pequeño feto que llevaba dentro. Era diminuto, ni siquiera del tamaño de un aguacate, pero estaba ahí y estaba vivo. Verlo por primera vez me llenó de una gama tan fuerte y vasta de emociones que ni siquiera sabía qué hacer conmigo misma.
Sin embargo, esa expresión soñadora cambió cuando las puertas del ascensor se abrieron para revelar el sonido de la voz de Verona procedente del salón.
-¿Mamá?- llamó Edrick, frunciendo el ceño mientras seguía el sonido de su voz. Le seguí, agradecida de llevar un vestido holgado para ocultar la barriga.
-Hola, cariño-, dijo levantándose de donde estaba sentada en el sofá con Ella. -Espero que no te importe una visita sorpresa-. Ella le dio un beso en la mejilla, luego se acercó y me besó en la mejilla también.
-En absoluto-, dijo Edrick mientras empezaba a guiar a su madre de vuelta al salón. -Es sólo un poco inesperado.
-Bueno, ese es el objetivo de una sorpresa-, se rió.
De repente, empecé a sentirme un poco mareada por los acontecimientos de la mañana. Selina, al ver esto, me cogió del brazo y me llevó a la cocina. -Ven, te prepararé esa sopa-, me dijo en voz baja, y juntas dejamos que Edrick y su madre continuaran su conversación en privado en el salón.
Dejé escapar un suspiro de alivio mientras me sentaba en el taburete junto a la encimera de la cocina y observaba cómo Selina sacaba un bol del armario. Encendió los fogones, sacó una olla de la nevera y la puso sobre el quemador.
Detrás de mí, sin embargo, oí la voz baja de Verona. Sonaba como si no quisiera que nadie más la oyera... Lo que significaba que no podía evitar aguzar el oído para escuchar.
-Edrick... ¿Está embarazada?
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