Moana
Pasaron unos días después de aquello. Me costó superar lo que Edrick me dijo aquella noche en mi habitación: que no podía dejar de pensar en mí. ¿Era verdad? ¿Por qué, entonces, intentó acostarse con otra mujer? Si realmente no podía dejar de pensar en mí de la misma manera que yo no podía dejar de pensar en él, ¿por qué no podíamos admitir nuestros sentimientos el uno al otro y acabar de una vez? Aunque no pudiéramos hacer pública nuestra relación, una parte de mí quería ver si podíamos hacer que funcionara en privado.
Finalmente, llegó el día del banquete. Aunque una gran parte de mí quería inventar una excusa para no ir y esconderse en el ático, sabía que tenía que estar allí por Ella.
La mañana del banquete, salí de mi habitación y me encontré con que Selina ya había preparado un gran desayuno para Ella y para mí. Ella ya estaba sentada a la mesa, metiéndose alegremente tortitas en la boca, mientras Selina me servía el café.
-Vaya-, dije al acercarme, olvidando temporalmente mi ansiedad por el banquete. -Esto es bonito, Selina. Gracias.
Selina asintió. -Los dos tenéis un largo día por delante, así que quería asegurarme de que desayunáis bien. Tomad asiento.
Sonreí y me senté frente a Ella. Delante de mí había un plato de tortitas, bacon y fruta fresca. Selina terminó de servirme el café, que sorbí agradecida antes de empezar a zamparme el desayuno.
-Ahora-, dijo Selina, limpiándose las manos en el delantal y sacando la pequeña agenda del bolsillo, -veamos...-. Abrió la agenda, se puso las gafas en la nariz y leyó un momento. -Ella, te peinarán a las once... Y Moana, tendrás tu propio peluquero y maquillador a las doce.
Mis ojos se abrieron de par en par justo cuando estaba a punto de darle un bocado a mi tortita. Bajé el tenedor, frunciendo el ceño. -Debe de ser un error-, dije con una risita. -No tengo estilista para este tipo de cosas.
Selina se limitó a encogerse de hombros y volvió a meterse la agenda en el bolsillo. -El señor Morgan te ha reservado una-, dijo.
Me quedé atónita. ¿De verdad Edrick me había contratado un peluquero y maquillador? Nunca lo había hecho para ninguno de los eventos a los que habíamos ido, y ni siquiera lo había mencionado. No podía evitar preguntarme si lo que hacía era para engatusarme, pero tenía que admitir que una parte de mí esperaba secretamente que lo hiciera porque iba a anunciar mi embarazo a su familia en el banquete.
Pero no. Eso sería ridículo; sabía que no se lo diría al resto de su familia hasta dentro de un tiempo. Después de todo, según él, su padre podría hacerle algo al bebé en una etapa tan temprana del embarazo. Solo de pensarlo me agarré la barriga para protegerme.
En cualquier caso, no armé ningún escándalo. Terminé de comer, bañé a Ella y la preparé para su cita, que no le hacía mucha ilusión. Ella, sin embargo, se portó tan bien como siempre y no montó ningún escándalo, y fue tan educada como se puede ser con la estilista cuando por fin llegó.
Poco después de que empezaran a peinarla para el banquete, llegó mi propio estilista: un hombre mayor y bien vestido llamado Tyrus. Cuando salió del ascensor, me sorprendió su estilo impecable y su pelo perfecto. Incluso llevaba un poco de sombra de ojos dorada que resaltaba sus ojos marrones.
-Tú debes de ser Moana-, me dijo, acercándose a mí con una sonrisa y tendiéndome la mano. -Yo soy Tyrus.
-Encantado de conocerte-, le respondí.
-¿Puedo ofrecerte un poco de té, Tyrus?- preguntó Selina, al parecer ya familiarizada con el hombre. Tyrus negó con la cabeza.
Me reí al imaginarme a un Tyrus más joven y a un Edrick más joven siendo conocidos en la universidad. De hecho, mientras me despedía de Tyrus y veía cómo se cerraban las puertas del ascensor, no podía dejar de imaginarme cómo era Edrick en la universidad; pensar en él como un joven de ojos brillantes con grandes sueños para el futuro me hacía sonreír. Pero al mismo tiempo, no podía evitar preguntarme si ir a la universidad para convertirse en el próximo director ejecutivo de WereCorp era su propio sueño, o si era el sueño de su padre.
...
Esa noche, Selina ayudó a Ella a prepararse para el banquete mientras Amy y Lily me ayudaban a mí. Me puse el vestido de seda que Edrick eligió para mí en el centro comercial, y aunque me sentí un poco sucia ahora que sabía que casi se acuesta con otra mujer el mismo día que me lo compró, no pude evitar sentirme hermosa al mirarme al espejo. Incluso Amy y Lily no dejaban de adular la calidad del vestido, y no dejaban de sentir la tela entre sus dedos. Les prometí que podrían probarse los vestidos nuevos en mi habitación alguna vez, sólo por diversión, y parecían entusiasmadas con la idea.
Cuando terminé, por fin salí de mi habitación y entré en el salón, donde me esperaba Edrick. Me sentí casi como la señora de la casa, y cuando los ojos de Edrick se deslizaron sobre mí y su cara casi se puso un poco pálida, olvidé temporalmente que en realidad sólo era la niñera.
Ella salió conmigo y me cogió de la mano, sonriéndome.
-¿Y bien, papá?-, preguntó, dando vueltas para mostrar su falda. -¿Qué tal estamos?
El multimillonario alfa esbozó una sonrisa cálida y dulce.
-Ahí están mis chicas favoritas-, dijo.
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