Azul despertó y sintió como si no hubiera dormido, y al recordar cuando llegó Orlando con Gabriela, se le llenaban los ojos de lágrimas, pero al sentir la pulsera que le regaló Sasha, sonrió un poco, aunque había perdido a Orlando, aún tenía a su amiga, y nada más importaba, después de todo si Orlando era feliz, ella no tenía derecho a interponerse en su felicidad. Eso pensaba Azul y también qué Orlando realmente no la amaba y sólo era un capricho de niño rico, ese día no tenía la intención de salir de casa bajo ninguna circunstancia.
Cuando Sasha despertó, Jacob aún estaba a su lado, la llenó de besos e hicieron el amor antes de meterse a bañar, al bajar había pocos de la familia, unos fueron a misa y otros a llevar regalos y la piñata a colonias de bajos recursos. Jacob y Sasha comieron recalentado de la cena de Navidad y después caminaron un poco, cuando regresaron a la sala y miraron a Orlando y Gabriela, Sasha le dijo en voz baja a Jacob:
—¿Acaso piensa quedarse todo el día aquí?
—Quizá ¿quieres ir a casa? —le preguntó Jacob a Sasha.
—No, vamos a algún.... No, espera, aún debo de encargarme de lo de la habitación.
—Ok encárgate de eso, yo me quedo aquí.
—Gracias, eres un amor —dijo Sasha y le dio un beso en los labios que Jacob correspondió, al entrar sólo les dio los buenos días y subió las escaleras.
—¿Le sucede algo? —preguntó Orlando.
—No, sólo debe de hacer algo en su habitación, ¿ya desayunaron?
—Sí, ya sólo iba a llevar a Gabriela con Arturo.
Jacob frunció el ceño y Orlando miró a un lado.
—Si Sasha se entera de la mala jugada que hiciste, te hará lo mismo que a José —dijo Jacob cuando Orlando se marchaba con Gabriela, quien en realidad era una secretaria de Arturo.
—¿Te importa si vas de regreso sola?
—Claro que no, señor, mi trabajo terminó y debo de regresar a casa —dijo Gabriela y Orlando la acompañó hasta el auto que la llevaría de vuelta. Pero lo que no sabía Orlando era que esa joven era la media hermana de Arturo y sólo quería estar lejos de la familia esa noche.
Orlando subió y fue a la habitación de Sasha, esta estaba con seguro por dentro, y tocó la puerta.
Toc, toc
Se escuchó y Sasha quien quitaba los listones a los globos de llenos de helio:
—¿Quién?
—Soy yo... ¿podemos hablar?
Sasha se puso nerviosa al ver que no había quitado el letrero grande que decía "me gustas también tú Orlando":
—Estoy ocupada vuelve más tarde.
—Hermanita, o me abres o yo abro la puerta —dijo contundente Orlando y Sasha apenas arrancó el letrero cuando Orlando abrió la puerta, y se quedó sorprendido al ver globos en el techo con listones, aunque unos que hacían un cuadro estaban abajo, ya que Sasha le quitaba algo, Orlando frunció el ceño—, ¿qué es todo esto?
—Na... nada, sólo sal de aquí —cuando Sasha lo empezó a empujar, Orlando miró su nombre escrito en una cartulina e hizo a un lado a Sasha.
—¿Por qué está mi nombre? ¿Esto era para mí?
—Claro que no, largo de aquí —dijo Sasha y luego Orlando la miró con el ceño fruncido.
—No me voy hasta que me digas la verdad.
Sasha frunció el ceño y luego sonrió un poco:
—Bien, sí, era para ti, pero la remitente decidió que no lo merecías, así que sólo sacó la basura de aquí, ya que tienes una mujer a tu lado, sólo vete.
Orlando frunció más el ceño:
—Sasha, Gabriela no es más que la secretaria de Arturo.
—Por favor dime ¿dónde está? —suplicó Orlando.
—Dime, ¿la amas?
—Claro que sí, Sasha, es sólo que....
—Azul es diferente a cualquier mujer que hayas conocido, fue herida por sus amistades y novio, para ella es difícil dar un salto de fe, así nada más, debes de ser paciente con ella.
—Lo seré más, sólo dime...
Sasha al final le dio la dirección del hotel donde la llevó López y la habitación, Orlando salió a toda velocidad rumbo al hotel, fue una suerte que había poco flujo de vehículos por ser 25 de diciembre, la mayoría no sale de casa ese día, al llegar al hotel sube al piso indicado y toca la puerta de la habitación.
Azul había pedido servicio al cuarto, así que cuando escuchó que tocaron la puerta, fue a abrir, pero se encontró con Orlando que parecía un poco agitado, estaba sorprendida y luego se recompuso.
—Orlando ¿qué haces aquí?
—Yo.... —Orlando no dijo más y le plantó un beso a Azul, esta se sorprendió y luego lo empujó.
—¿Qué haces? —le preguntó enojada y confundía Azul a Orlando.
—Hacer lo que hace mucho pensaba... Azul, te amo.
—No es verdad, tienes a Gabriela —dijo dolida Azul.
—Claro que no, ella sólo me hizo el favor de acompañarme.... No quería llegar sólo a casa... y olvidé que estarías allí, no lo hice para desquitarme, te lo juro, Azul —Orlando abrazó a Azul y entró en la habitación—, no amo a nadie más que a ti, por eso mismo jamás trataría de lastimarte... pídeme lo que quieras y lo haré sólo para estar contigo, no hay nada que más quiera que seas mi novia.
Azul sólo escuchaba a Orlando y ella sentía que era sincero, pero estaba dolida y de nuevo tenía esa incertidumbre.
—Azul no digas nada, no hagas nada, sólo déjame llevar —Orlando se separó un poco de Azul y miró que ella había derramado algunas lágrimas, se sentía todo un canalla por llevar a Gabriela, se acercó despacio a los labios de Azul, fue un beso tierno y Azul correspondió, ya que sólo así podría hacerle saber que no le era indiferente, y Orlando estaba feliz cuando Azul correspondió al beso, no dejó de besarla con ternura, porque él sólo necesitaba que ella le correspondiera el beso para saber que ella lo quería, que ella lo aceptaba en silencio, él se conformaba con esto, porque a Azul le costaba decir lo que sentía.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Nueva Esposa de mi Marido (COMPLETA)