La Nueva Esposa de mi Marido (COMPLETA) romance Capítulo 96

—Mi amor —le habló Jacob a Sasha, pero ella estaba tan ensimismada que no lo escuchó, Jacob veía cómo esa chispa que caracterizaba a Sasha, parecía extinguirse, tener ese sentimiento de que Sasha pudiera irse hizo a Jacob ir a abrazarla, Sasha dio un respingo por el susto—, ¿qué tienes, mi amor?

—Nada, sólo estoy melancólica.... en unos días es el aniversario luctuoso de papá —a Sasha se le quebró la voz.

Jacob la abrazó, ya que sabía que para Sasha era doloroso recordar a papá, pensaba en que hace un año ella estaba al lado de la cama de papá cuidándolo día y noche hasta aquella madrugada que él falleció.

—Tranquila, amor, sé que te duele, pero él ya no siente dolor al igual que Sam...

—Lo sé, pero no deja de doler... te traje champurrado —dijo Sasha y Jacob sonrió, porque ella cambió de tema.

—Debe de saber delicioso, ya que lo hiciste tú —Jacob le pasó la rasposa barbilla a Sasha por el cuello y esta se estremeció y Jacob sonrió

—¿Te vas a dejar crecer la barba general? —preguntó Sasha, ya que desde que se había resfriado, Jacob no se había afeitado y tenía curiosidad.

—No, pero sólo así puedo mantenerme alejado de tu cuerpo.

Sasha se rio:

—Pero si se dice que eres el auto control personificado.

—No contigo, preciosa, si me dejaras a dieta, te juro que me masturbaría más de un par de veces al día —Jacob besó el hombro de Sasha y esta lo miró con los ojos entrecerrándolos.

—O sea que sólo te aguantas, porque la dieta es de tu parte.

Se escuchó la ronca risa de Jacob por la sala:

—Claro que no, es sólo por cuestiones de salud, lo sabes

Sasha dejó la taza en la mesita de centro y luego acarició la mejilla de Jacob, esa rasposa y corta barba que apenas se notaba.

—Eres muy dulce, siempre sabes cómo hacerme olvidar la tristeza, mi hermoso ángel —dijo y le plantó un tierno y suave besó a Jacob, y este correspondió con suavidad, el beso era tranquilo, pero que transmitía el amor de cada uno y podían sentir ese amor. Pasaron la tarde entre besos y tiernas caricias mientras miraban alguna cosa por TV.

Elisa llegaba al hospital después de que Jacob dejara salir a todos por la nevada, así que ella quiso darle una sorpresa a José, aunque en casa de sus padres tenía la compañía de ellos, Elisa trataba de pasar tiempo con José y esta era buena oportunidad, casi todos reconocían a Elisa de lejos como la esposa de José, algunos aún no estaban al tanto, pero a Elisa no le importaba, lo que realmente le importaba era José, fue directamente a la oficina de José, su asistente no estaba, así que se acercó con más rapidez, pero se detuvo en seco cuando escuchó a José gritar:

—LARGATE.... —pequeño silencio—, QUE NO ME INTERESA VOLVER CONTIGO, ENTIENDE, YO AMO A ELISA SOBRE TODAS LAS COSAS.

Después se abrió la puerta y salió José forcejeando con Carlos, pero al final logró empujado lejos de la puerta.

—José.

—QUÉ NO Y QUE SEA LA ULTIMA VEZ QUE ME BUSCAS.

Cuando José apartó la mirada de Carlos, se notaba lo furioso que estaba, pero toda esa furia desapareció casi de inmediato cuando miró a Elisa, quien llevaba puesto aún el abrigo, lo que disimulaba la barriga que ya era notable.

Carlos siguió la mirada de José y miró a Elisa, la odiaba porque José la miraba con amor, y aunque quería decirle que todo era su culpa, reflexionó y ahora culpaba a Sasha por haber perdido a José, pensó que si Sasha no hubiera existido, José aún estaría con él, Carlos salió como fiera, Elisa se apartó de su camino y luego fue donde José y este la abrazó.

—¿Qué haces aquí a esta hora, amor? —preguntó al abrazarla.

—Jacob nos dejó salir por la nevada y quería darte una sorpresa.

Pensó Elisa, ya que si aún había un poco de duda sobre si José la amaba realmente o sentía algo por Carlos, ahora ella está 100% segura de que José la amaba mucho y ya no sentía algo por Carlos, José se apartó un poco de Elisa y le dio un amoroso beso en los labios.

—Sabes que me encantan tus visitas... ven, vamos adentro.

Entrado a la oficina y Elisa se quitó el abrigo dejando a la vista el vestido tipo ejecutivo al cuerpo y su vientre abultado, José acarició su vientre y Elisa sonreía, ella le acarició la mejilla y José la miró.

—Tu asistente no está... y tengo antojo —dijo Elisa y se mordió el labio inferior, y José miró ese gesto tan sexy.

—¿Qué se te antoja amor? —preguntó José haciéndose el incauto.

Elisa se vuelve a morder con sensualidad el labio inferior:

—Tú, se me antoja tu amor.

José sonrió de lado.

—No sabes cuánto me gusta este lado tuyo —dijo y besó a Elisa en los labios con pasión saboreando con un poco de fuerza los labios de Elisa.

José colocó sobre el escritorio a Elisa, despacio fue subiendo el vestido mientras acariciaba sus piernas, Elisa disfrutaba del contacto de las manos de José con su piel y hacían subir la temperatura de su cuerpo excitándola, José dejó los labios de Elisa, bajó por el cuello de Elisa y subió las manos para llegar al cierre de la espalda.

Joel dio un suspiro:

—Lo nuestro se termina.

—Ja ¿me das un ultimátum?

—No, te estoy diciendo que termino contigo, necesitas buscar a alguien que te aguante —dijo Joel muy serio—, puedo soportar tus celos, pero no lo demás, así que es mejor que sigamos caminos separados como había sido siempre.

El corazón de Viridiana tembló y se partió al escuchar a Joel, sin poder evitarlo se le llenaron de lágrimas los ojos:

—¿Solo así terminas conmigo?

—Tú lo hiciste esta mañana por teléfono, ¿lo olvidaste?

Viridiana abrió los ojos, recordó la llamada de esta mañana cuando se enteró de que tendría una comida con una clienta, Joel la soltó y Viridiana se quedó un momento en el suelo, cuando se levantó, miró a los hombres que estaban sin hacer nada sólo mirándolos.

—¿Qué demonios miran? A sus ejercicios y por detenerse a chismosear como viejas de lavadero, darán 50 vueltas a la base, ya, ya, ya.

Los hombres hicieron firmes y comenzaron a correr a marcha velos, Viridiana corrió detrás de Joel, Joel fue a los vestidores y ya dentro Viridiana lo alcanzó.

—¿Joel?

—¿Qué?

—No quiero terminar contigo —dijo en un sollozo y Joel se empezó a quitar el uniforme.

—Viridiana, es lo mejor, tenemos una relación que toca lo tóxico y enfermizo, es mejor parar antes de que sea tarde.

Viridiana lo abrazó por la espalda y Joel sintió la fría y húmeda ropa de Viridiana.

—Tomaré terapia, pero no me dejes, Joel, siempre me has gustado.

Joel tomó las manos de Viridiana y esta pensó que se las iba a quitar, pero lo que la sorprendió fue que Joel las deslizara por su torso sintiendo Viridiana los bíceps y después sus pectorales, Viridiana se quedó atónita, después Joel se dio vuelta y acorraló a Viridiana en los casilleros, cuando Joel empezó a desabrochar el chaleco anti balas, Viridiana movió sus manos de la espalda de Joel, para ella misma quitarse la ropa.

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