La Nueva Esposa de mi Marido (COMPLETA) romance Capítulo 97

—Si te mueves más, juro que te amarro, Viridiana, y te dejo con ganas.

Viridiana tragó con fuerza la saliva de su boca, al ver Joel que Viridiana no se movió, sonrió de lado.

—Buena niña, yo me encargó de tu ropa y tú de la mía ¿estamos?

En cuanto Viridiana puso las manos en la orilla del pantalón de Joel, este se apoderó de los labios de Viridiana dándole un apasionado y lujurioso beso, terminando de desabrochar el chaleco anti balas, desfajó la blusa del uniforme y metió las manos dentro de la blusa acariciando la cintura de Viridiana y llevándola hasta los senos de ella.

Por su parte Viridiana sentía el éxtasis viajar por su cuerpo en cuanto sintió las manos de Joel en su piel, Joel hizo a un lado la copa del brasier y acarició con un poco de brusquedad los senos de ella, Viridiana desabrochó el cinto y el pantalón metiendo la mano debajo del bóxer sólo para atrapar con su mano el miembro de Joel, el cual se puso duro en su mano cuando comenzó a masturbarlo.

—Joel... —gimió Viridiana cuando Joel abrió la blusa botando todos los botones, le quitó una navaja tipo militar a Viridiana y comenzó a desabrochar el cinturón y el pantalón, dejando que Viridiana lo masturbara a su antojo, y luego Viridiana se tensó cuando Joel comenzó a romper el pantalón con la navaja.

—¿Qué haces? —preguntó Viridiana con la respiración entrecortada por la excitación.

—Despejando el camino —dijo y de un tirón desgarró el pantalón, luego puso la navaja entre los senos de Viridiana y cortó el brasier.

—Siempre había querido hacer esto de nuevo —dijo Joel y comenzó a besar de a uno los senos de Viridiana.

—¿Lo recuerdas?

—Cómo olvidar aquel día que me pediste fuera el primero en tenerte —Joel la subió un poco y la penetró sin previa preparación y sin que ella lo esperara, aunque Viridiana se quejó, Joel comenzó a moverse para penetrarla—, sobre todo lo que dijiste al final.

Una fuerte penetración hizo gritar a Viridiana.

—Y ahora me dices que siempre te guste.

Viridiana se dio cuenta de que Joel estaba enojado aunque era culpa suya dado que aquella vez, fue ella quien le dijo que sólo era sexo, no había sentimientos de ella hacia él, ahora que lo pensaba quizá en aquel entonces Joel sí la quería, por eso se fue apenas lo dijo y no volvió a ser igual con ella:

—Perdóname....

Joel le tapó la boca con un beso, tomó las manos de Viridiana y las llevó arriba de la cabeza de ella, las tomó con una mano, después de un momento Viridiana sentía puro placer aunque sus manos estaban siento aplastada por la mano de Joel, Joel no dejó de penetrarla hasta que ambos llegaron al orgasmo.

—Te juro Viridiana que si vuelves a romper conmigo, enseguida buscaré tu reemplazo —dijo Joel mientras sacaba su miembro de Viridiana y luego la cargó, la llevó a la área de dormitorios después de acomodarse un poco la ropa, dentro del dormitorio ambos terminaron de desvestirse y se dieron un baño no antes de hacer el amor dentro del baño, al salir Joel dejó en la cama a Viridiana y miró que las muñecas las tenía rojas.

***

Azul estaba en la oficina y no sabía qué había empezado a nevar hasta que alguien gritó en la oficina que estaba nevando, todos se fueron a las ventanas para mirar el suceso, pero Azul sólo se dio media vuelta para mirar, en eso si teléfono suena y contesta.

—Asuntos civiles.

—Hola, mi pequeña lolis —se escuchó la voz de Orlando y Azul se sonrojó quedando sin palabras—. Ven a mi oficina, la vista es más hermosa desde acá.

—Pero estamos en horas de trabajo, Orlando —dijo en una voz nerviosa.

—Bueno, tráeme algún archivo, si sales ahora, nadie se dará cuenta, ya que todos miran por las ventanas la nieve.

Azul se mordió el labio inferior dando si ir con Orlando, pero desde que fueron con Sasha, apenas había podido ir Orlando al búfer, no dijo nada y colgó, ya que si decía algo, sería seguro que terminaría arrepintiéndose, así que al colgar tomó el archivo de Sasha y salió de la oficina intentando no hacer ruido mientras sus colegas tomaban fotos o sólo miraban por la ventana, cuando Azul llegó al piso de presidencia, todos estaban en su lugar y fue directo a la puerta de la oficina de Orlando.

Toc, toc

Tocó la puerta y se escuchó el “adelante” de Orlando, el corazón de Azul brincaba de emoción al sólo escuchar la voz de él, tragó saliva dándose valor y después entró.

Orlando estaba trabajando, y cuando subió desvió la vista, fue cuando quedó sorprendido de ver a Azul en su oficina, había interpretado que no iría con él, por eso estaba ahora organizando unos archivos en el servidor, pero lo dejó y se puso de pie, al ver que Azul iba a huir.

—Ni se te ocurra, amor —y fue como si el cuerpo de Azul dejara de obedecerla y ahora se movía por la voz de Orlando.

—Ven aquí —dijo con firmeza y Azul se movió a su dirección, cuando Azul estuvo a su alcance, la abrazó—, te extrañé estos días.

Azul asintió y Orlando sabía que eso era un “yo también te extrañé”, Orlando sonrió de oreja a oreja, se separó de Azul sólo para ponerse detrás de ella y ella pudiera ver la vista desde la ventana, ya la nieve estaba bastante acumulada, se veían blancos los techos de los edificios, los cerros estaban blancos, Orlando no se contuvo y besó el cuello de Azul.

—O Orlando.... —Azul se mordió el labio inferior—. Debo de regresar.

—Aun no, quédate aquí un poco más, hazme compañía... tendré que mandar a todos a sus casas, hay alerta de tormenta de nieve, no quiero que sufran algún accidente debido al hielo negro.

—¿Qué es? —preguntó Azul, Orlando se sentó en la silla y sentó a Azul en su regazo.

—Es cuando hay hielo en la carretera, pero es un hielo que no se ve, ya que está cristalizado en el pavimento y se ve un pavimento normal, y sólo te das cuenta de él cuando pierdes al control del vehículo.

Azul miró a Orlando:

—¿Te ha sucedido?

—Sí, una vez, y si no fuera porque iba entre 20 y 30 kilómetros por hora, me habría estampado y tuve la suerte que no había otro vehículo.

—¿Te asustaste?

—Claro que sí, el vehículo se fue hacia un lado, y al tratar de frenar perdí por completo el control del auto, sólo se deslizaba por el hielo hasta que pude maniobrar en lo que perdía la velocidad el auto y salí de ese tramo.... son los segundos más lagos de tu vida en ese momento.

Azul lo escuchó con asombro:

—Eso suena aterrador, qué bueno que saliste ileso.

—Sí, fue una fortuna, es por eso que tomé la decisión de que se fueran a casa estos días.... Azul, quédate conmigo estos días.

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