La venganza de la ex esposa romance Capítulo 14

—¡¿Cómo te atreves a lastimarla?! — gritó Bastián que al mismo tiempo le propinaba un fuerte golpe a Enzo logrando derribarlo. Había alcanzado a ver como este lastimaba a la pelirroja.

—Tu, maldito — respondió Enzo apenas logrando levantarse, estaba ebrio, enfurecido.

Los golpes, los insultos y jaloneos, se intensificaban más y más conforme los minutos iban pasando, y Adalet, frustrada, intentaba intervenir para detener aquella pelea sin sentido.

—¡Basta! ¡Ya deténganse! — gritaba la pelirroja intentando tomar del brazo a Bastián para forzarlo a detenerse.

Las miradas curiosas comenzaban a amontonarse en el estacionamiento, y la sangre comenzaba a brotar de la nariz de Enzo después de recibir un tremendo puñetazo de parte del encolerizado Bastián.

—¿Cómo fuiste capaz de poner tus manos encima de una mujer? ¿Acaso no eres un hombre? — cuestionaba Bastián mirando a Enzo con desprecio y decepción.

Limpiándose la sangre de la nariz con la manga de su saco, Enzo dio una mirada furtiva y feroz al que, hasta ese momento, había considerado su mejor amigo en el mundo, casi como si fuese su hermano.

—Esto, no es tu maldito asunto Bastián, lo que yo tengo pendiente con esa…mujer…son cosas solo mías, pero si insistes en interferir o en tu capricho por acostarte con ella, juro que lo pagaras — respondió Enzo realmente furioso.

Bastián, levantando los puños, avanzo con la intención de seguir golpeando a ese cobarde. ¿Qué razón podría existir que justificara aquel acto violento que contra la mujer había desatado?: ninguno, esa era su respuesta, pues aun así existiera una trágica historia detrás, nada justificaba el golpear a una mujer indefensa.

—No me importa lo que haya pasado entre tu y Adalet, pero no pienso permitir que vuelvas a ponerle uno solo de tus dedos encima, ¡Me oyes! — grito Bastián quien nuevamente propinaba un golpe en el abdomen de Enzo.

Adalet se había llevado las manos a la boca sintiéndose realmente sorprendida. ¿Por qué Bastián estaba allí? Él no tenía ninguna obligación de defenderla, sin embargo, lo estaba haciendo aun cuando ella no se había comportado de la mejor manera hacia él. Tocando su mejilla dolorida, tampoco podía creer aun que Enzo se hubiera atrevido a golpearla, aunque, sabiendo bien que había sido culpa de ese hombre todo lo ocurrido en su vida, realmente había sido muy estúpida al no anticiparlo.

Cuando Bastián había recibido un fuerte golpe que lo había derribado sobre el suelo, Adalet supo que ya había sido más que suficiente, y colocándose frente a Bastián, miro embravecida a Enzo directamente a los ojos.

—Es suficiente, vete de aquí Enzo, ya han llamado a la policía — dijo Adalet firme.

Enzo, molesto, avanzo hacia aquella mujer que cada minuto que iba pasando lo desquiciaba más y más.

—¿Para que fue que regresaste? ¿Esto es por lo que juraste esa noche? ¿Qué es lo quieres? — cuestiono Enzo con una mezcla de rencor y sufrimiento en su voz.

Adalet, retrocediendo un par de pasos, no dejo de mirarlo a los ojos. Bastián, poniéndose de pie, se interpuso entre ambos mirando a su maltrecho amigo. El olor del alcohol le llego finalmente a las fosas, y comprendido que Enzo estaba realmente ebrio.

—Vamos, vete ya Enzo, te pediré un taxi de aplicación, estás ebrio, fuera de ti, seguramente tu esposa esta preocupada — dijo con sinceridad.

Enzo se rio ante la mención de su esposa; había sido por esa insulsa mujer que él se había decidido finalmente a abandonar a Adalet en aquellos años que ya tan lejanos estaban.

—Ja, tu eres el que no debe de estar aquí, tu — dijo Enzo sacando una botella de licor de su saco a la que le dio un sorbo. — No sabes nada — finalizo.

Bastián, negando en silencio, le arrebato la botella a Enzo. — Es suficiente ya — dijo.

—¡Dame mi m*****a botella! — Furioso, Enzo nuevamente intento golpear a Bastián, sin embargo, alguien lo había tomado por detrás logrando detenerlo.

—Vaya, vaya. Ya se me hacia extraño que no llegaras al restaurante Ada, pero ahora veo la razón del porqué — dijo Niklaus sosteniendo al ebrio Enzo lo mejor que podía.

Adalet apenas y podía pronunciar palabra alguna, estaba más allá de la impresión por todo lo que había pasado. Varios de sus empleados habían salido a ver todo aquel acontecimiento, y sus muy lentos guardias de seguridad apenas llegaban para ayudar a Nick a someter al demente Enzo Stone.

—Llévenselo de aquí, y desde este momento, el señor Stone tiene completamente prohibido el acceso a cualquier área del edificio — dijo Adalet aun consternada caminando hacia Bastián quien lucia muy golpeado. — Vamos, tengo material de curación básica en mi oficina, te ayudare un poco con esos golpes — dijo Adalet ofreciendo su mano a Bastián.

Bastián, tomando la mano de la mujer, tan solo asintió y sonrió, sin embargo, lo poco que dijo Enzo en su estado de euforia, había revelado más de la cuenta; en realidad Adalet y Enzo compartían un pasado mucho más complejo de lo que había anticipado, y ahora realmente deseaba y necesitaba saber la verdad para comprender que era lo que estaba pasando.

Enzo miraba como Adalet se alejaba hacia el interior de su edificio con Bastián tras de ella. La rabia nuevamente se apoderaba de el y desesperadamente intentaba zafarse de aquellos hombres para irse tras de ellos. Nick, al ver esto, negó en silencio.

—Usted y yo daremos un lindo paseo hasta la comisaria señor Stone, será mejor que no intente nada estúpido, yo no soy tan piadoso como lo es Adalet — dijo el rubio mirando con mucho rencor y desprecio al Stone.

—Buenas noches señores policías, les traigo a este pichón que me ha causado muchos problemas está noche, espero puedan hacer algo con el — dijo Nick casi como bromeando.

—Maldito infeliz, vas a pagar por esto — dijo Enzo.

—Señores, no pueden entrar aquí solo así, debe de existir un reporte previo…

—Si, si, lo se cariño, pero en realidad causo un gran alboroto en Triade Corp, y como ustedes nunca llegaron, pues decidí traerlo, así que, ¿Tambien tengo que ser yo quien lo ponga en una de sus lindas jaulas? — cuestiono Nick casi divertido.

Los oficiales presentes negaron en silencio. Cuando un hombre de la ley intento acercarse a esposarlo, Enzo trató de golpearlo, y entonces, los oficiales no dudaron ni un momento en ponerlo en una celda.

—¿Quiere que llame a su esposa señor Stone? Cierto, debe de hacerlo usted, recuerde que tiene derecho a una llamada, úsela sabiamente — se burlo Nick dejando a Enzo en medio de una rabieta incontenible.

Las luces del elegante auto de Bastián, se habían apagado frente al lujoso completo departamental en que el Adalet residía. Había sido una tarde difícil, y por ello había decidido acompañar a la mujer hasta su hogar, necesitaba saber que estaba segura y que Enzo no aparecería por allí para volver a agredirla.

—Gracias nuevamente Bastián, eres todo un caballero — dijo Adalet con sinceridad.

—No hay de que, digamos que no podía dejarte sola, aun cuando no me digas que es lo que está pasando — dijo en tono juguetón el hombre.

Aun se notaban los moratones en el rostro de Bastián, aquel hombre aun sin realmente conocerla la había defendido de su ex esposo, Bastián Myers era sin duda todo lo opuesto a Enzo, y aquello, le agradaba más de lo que se había admitido.

Dando un paso hacia aquel hombre tan apuesto de cabellos castaños y ojos esmeralda, Adalet sintió aquel poderoso impulso naciendo dentro de ella, y aun contra su buen juicio, contra su orgullo, sus miedos y su venganza, se había puesto de puntitas para lograr rodear el cuello de Bastián con sus brazos, y luego, sin detenerse un minuto a pensar si aquello era correcto o no sellaba sus labios con los suyos.

Bastián se había quedado desconcertado solo por un breve instante, no esperando, por supuesto, aquel apasionado beso que la mujer de cabellos de fuego le había plantado repentinamente. Sin cuestionarse el motivo de aquello, sin interrumpir aquel momento y tan solo disfrutándolo, Bastián rodeaba la pequeña cintura de la mujer para pegarla a su cuerpo y lograr sentirla.

Aquel beso se había vuelto profundo, cargado de deseos y emociones prohibidas, y allí, en el marco de la entrada hacia a aquel edificio, ambos continuaron besándose, perdidos en la oscuridad, perdidos en la pasión del otro.

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