La venganza de la ex esposa romance Capítulo 25

El sonido estruendoso de los relámpagos resultaba bastante atronador. Fuera de aquel departamento, caía una lluvia torrencial que no parecía tener la intención de detenerse pronto. Bastián se preparaba para irse al hospital, Adalet había pasado toda la noche allí cuidando de su madre, y aunque él había querido quedarse con ella, la pelirroja no se lo había permitido alegando que el también necesitaba descansar. Dante se hallaba bajo los cuidados de su niñera, y el saldría en ese momento para llevar a Adalet hasta su casa y que ella pudiese dormir algo.

Toquidos insistentes en su puerta, lo sacaban rápidamente de quicio, ahora mismo no tenia el tiempo ni las ganas de lidiar con visitas inesperadas, además, ¿Quién podría ser a esa hora?

—¡Ya voy! — grito molesto mientras caminaba a la puerta mientras terminaba de calzarse.

Abriendo la puerta, tan solo pudo ver aquellos inconfundibles y detestables cabellos con extensiones que tanto aborrecía.

—¿Se puede saber porque no respondes a mis llamadas? ¡Quiero que me expliques la razón por la cual has aplazado de nuevo la boda! ¿Crees que esto es un maldito juego Bastián? — Rebekah entraba sin ser invitada y gritoneaba sin moderación.

—Buenos días para ti también, Rebekah — dijo Bastián con evidente fastidio.

—Vas a responderme ahora mismo, no puedes seguir evitándolo para siempre, es un hecho que nosotros nos casaremos lo quieras o no — dijo la mujer realmente encolerizada.

Bastián giro los ojos, y tomando a su molesta y forzada prometida, la arrastraba hacia la salida de su departamento.

—No tengo tiempo para lidiar con tus tontas rabietas ahora mismo, así que vete de mi casa, no tengo nada que explicarte — respondió.

Rebekah, enfurecida, se aferro al brazo de Bastián.

—¿Por qué haces esto? ¡Es porque estás viendo a otra mujer! ¿Verdad que sí? Me estas engañando descaradamente, y no me importa las mil trabas que pongas, nos casaremos lo quieras o no, ¡Es tu obligación hacerlo! No puedes romper el compromiso por más que así lo desees, si lo haces tu padre te sacara de la herencia y te quedaran sin nada, y yo soy la mujer que el escogió para casarse contigo, además, soy de buena familia y muy hermosa, ¡No tendrías porque despreciarme tanto! — decía la mujer con enojo y frustración.

Bastián, furioso por aquel recordatorio, empujo a Rebekah fuera de su departamento.

—Vete, no me interesa nada que tenga que ver contigo, tu nunca has dejado de acosarme, conseguirte convencer a mi padre de ser mi mejor opción, pero desde el comienzo te dije que no quería nada contigo, eres de lo peor, frívola, egoísta, una verdadera perra, así que, lárgate, y tenlo por seguro, hare todo lo que esté en mis manos para no tener que casarme contigo — respondió Bastián cerrando la puerta en la cara de su prometida que se quedo gritando afuera hasta que finalmente se marchó.

Bastián, realmente molesto, termino de vestirse. No importaba lo que esa odiosa mujer dijera, el seguiría intento aplazar esa m*****a boda hasta lo ultimo que pudiera, y luego, encontraría la manera de deshacerse de ella. Sacudiendo de su cabeza el fastidio de la discusión, salió rumbo al hospital, Adalet lo necesitaba más que nunca en esos momentos.

Una vez que Bastián había llegado al hospital, él se había llevado a Adalet y a su madre hasta el departamento de ella. La pobre Adrienne estaba desahuciada, sin embargo, había decidido pasar sus últimos días en casa de su hija en lugar aquel frio cuarto del hospital.

—Con cuidado — decía Adalet agradecida infinitamente con Bastián quien le ayudaba a llevar a su madre en sus brazos hasta la habitación que ya habían acondicionado para que estuviese lo más cómoda posible.

Dante miraba a su abuela y no podía evitar sentirse triste. Adara miraba a su hijo, sabia que tenia que decirle la verdad, pero aquello era tan duro y difícil de afrontar para ella, que no quería ni imaginar como seria para su pequeño que aun no lograba entender del todo lo que la muerte implicaba, abrazándolo, pedía tener el valor y la fuerza para decirle.

—Mamita, ¿Qué le pasa a la abuela? — preguntaba Dante abrazado a su madre.

Adalet intentaba contener las lágrimas.

—Ella…está cansada, está muy cansada, necesita dormir… — dijo sin atreverse a decirle que su abuela estaba muriendo.

Dante sabia que su madre estaba mintiendo, pero abrazándola, solo quería estar con ella, algo muy malo estaba pasando, al menos, eso si lo sabía.

—Tu madre esta durmiendo, iré a comprar algo de comer, demorare menos si voy yo en lugar de encargarlo, quizás, debes de hablar con Dante de lo que está pasando — dijo Bastián entendiendo la difícil situación por la que la familia estaba pasando.

Adalet asintió.

En la cocina, ella miraba a Dante sin saber como comenzar aquella conversación, Dante la miraba, y recordando el suceso ocurrido en el colegio, decidió contarle a su madre.

Riéndose casi como un demente debido a la ironía de todo aquel asunto, pensó en el niño, él era su oportunidad para no quedar fuera del testamento de su padre, de comprobar su paternidad, ese niño era la solución a sus problemas, no tendría que terminar en la ruina, aquello era como una bendición del cielo, y tenia que comprobar que estaba en lo cierto.

Dante estaba en la habitación acompañando a su abuela, Bastián ya se había marchado a su casa para darles a ella y Dante más espacio con su madre. Lo que su hijo le había dicho, sin embargo, la tenia pendiendo de un hilo. ¿Qué pasaría si Enzo descubriera que Dante es hijo suyo? Solo de pensarlo sentía su estomago dolerse, aquello era peligroso, muy peligroso.

El sonido de su celular rompió sus pensamientos momentáneamente, y al ver el nombre de Niklaus en la pantalla, se apresuro a responder.

—Nick, que ocurre, ¿Todo está bien? — cuestionó.

—Hola cariño, primero que nada, realmente lamento mucho lo que está ocurriendo con tu madre, en cuanto termine mis pendientes en Londres saldré para allá, segundo y la razón de mi llamada, solo quería avisarte lo que esta pasando — dijo el rubio mirando aquel video que le habían conseguido, el mismo que Ernest Stone había mandado a eliminar en los días pasados.

—Dime que pasó — demando Adalet con ansiedad.

—Ernest Stone esta encubriendo las fallas que han estado ocurriendo en las estructuras hechas por su compañía, pero no es solo eso, todo parece indicar que hay mucha más gente implicada en todo este asunto, hay gente que ha sido amenazada y varios desaparecidos implicados, todos son clientes menores que se jugaron todo con Stone Corp., y salieron defraudados, hemos logrado reunir montones de evidencia, sin embargo, si las personas que creo que están involucradas realmente lo estás, esto será mucho más peligroso de lo anticipado, así que te recomendaría que vivieras un tiempo a Londres, para calmar las aguas, tu me entiendes — dijo Nick notablemente preocupado.

Adalet sintió aún más temor, sin embargo, no podía retroceder, y no lo haría. Tenia que aniquilar a los Stone, tenía que dejarlos sin nada para defenderse de la ola con la que los arrasaría al final, esto no solo era por ella, si no también por Dante…por todos.

—Sigue así Nick, tenemos que seguir reuniendo toda la información posible antes de dar el primer golpe notable, ya hablaremos de esto a tu regreso, con más calma, por ahora, sigue como vas, ya casi los tenemos en nuestras manos, y les haremos pagar por todo, ya lo veras — dijo Adalet para luego terminar la llamada.

Si Enzo ya sabia la verdad sobre Dante, no le permitiría acercarse a él, lo protegería a toda costa, y también no dejaría que los Stone se quedaran sin un castigo, todo tenía que salir bien, ella seria quien se reiría al final, y en ese juego, solo ella resultaría ser la ganadora, se lo había prometido.

En su departamento, Bastián miraba aquel numero de celular, el de su padre. Quería enfrentarlo tal y como su madre le dijo, quería ser valiente para decirle que él no deseaba casarse con esa mujer a la que tanto odiaba. Solo era apretar la pantalla, esperar a que el hombre respondiera y luego, decirle exactamente todo lo que quería decir desde hace años, sin embargo, bloqueando el celular, una vez más no se había atrevido a ello, una vez más su cobardía se lo había impedido, y eso, lo hizo sentirse como un niño indefenso que aún tenía miedo de su padre.

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