Mientras tanto, en la sala vip del piso de arriba, Luciano observaba sin expresión a los hombres barrigones de mediana edad que brindaban unos con otros. Cuando buscó a Estela esa tarde, se dio cuenta de que ella no estaba de humor porque además, al llegar a casa, le hizo un berrinche. «Supongo que Ela está así porque hace tiempo no ve a Roxana. ¿Quizás la trató de forma distante? Más allá del por qué, la culpa sigue siendo mía. Ella está manteniendo distancia de Ela a propósito por mi culpa». Debido a eso, él estuvo de mal humor toda la noche y se enojó aún más porque a pesar de haber tenido un largo día de discusiones, no obtuvo ninguna propuesta satisfactoria de parte de aquellos hombres.
—Discúlpenme. Voy a tomar aire. —Dicho eso, Luciano se levantó.
Los hombres no se atrevieron a decir nada y lo observaron salir a grandes pasos. La sala privada de Luciano daba a la pista de baile de la planta baja. Al salir, se quedó mirando la pista y vio a alguien familiar y se detuvo de repente. La luz de la pista parpadeaba sin parar y eso hizo que dudara de lo que había visto, entonces, cuando intentó mirar de nuevo la persona ya no estaba. Se quedó quieto, mirando fijo a la pista de baile con la esperanza de poder verla de nuevo, sin embargo, no encontró nada, así que apartó la mirada y empezó a burlarse de sí mismo en silencio. «Me pregunto qué tipo de poder mágico tiene Roxana. Solo estaba sondeando la pista de baile. ¿Por qué imaginaría esto?».
Justo cuando estaba a punto de darse vuelta y regresar, escuchó un fuerte ruido de una de las mesas de abajo. El sonido atrajo al instante la atención de todo el mundo. Luego, casi todos los presentes en el bar desviaron su atención hacia la mesa, incluido Luciano, quien se puso serio al ver la persona en esa mesa. «No era una ilusión. Sí era Roxana. Debió haber vuelto a su mesa después de cansarse de bailar en la pista». Fijó la mirada en ella y al instante se dio cuenta de que estaba rodeada de hombres; además, la vio sonreír de oreja a oreja con uno de ellos. «Parece que se alborotaron por lo que ella hizo con ese hombre. Parecen íntimos juntos».
Roxana bebió su copa de un trago después de brindar con Hugo. Al ver eso, todos los aplaudieron emocionados y ella dejó la copa en la mesa porque sintió que algo no estaba bien; presentía que alguien la miraba a la distancia. Levantó la cabeza por instinto para mirar hacia arriba, pero estaba oscuro. Le pareció raro, pero presintió que era Luciano, así que al pensar eso, perdió de repente las ganas de seguir bebiendo.
—Estoy cansada, así que creo que me iré —dijo Roxana con una sonrisa mientras se disculpaba con todos antes de acercarse a Magalí y sugerirle—: Se está haciendo tarde. Volvamos.
Hacía mucho tiempo que Magalí estaba bebiendo y estaba bastante desinhibida.
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