Después de desayunar, Roxana creyó que aún era temprano, así que posiblemente podría llegar a tiempo al instituto de investigación.
—Ya me bajó la fiebre. Lisa, ¿podrías arreglar mi alta? Necesito hacer algo en el trabajo.
Su progreso laboral en el instituto de investigación se había visto afectado debido a la intervención quirúrgica que le había realizado al familiar de Leandro. Por lo tanto, Roxana no quería acumular trabajo y retrasarse aún más tiempo.
Lisa dudó ante sus palabras.
—Señorita Jerez, creo que debería quedarse un día más para que observen su estado de salud. Sé que el trabajo la ha abrumado últimamente y ayer no se enfermó sin razón alguna. ¡Fue por la fatiga! Ahora que su temperatura volvió a la normalidad, no puede volver a taparse de trabajo otra vez. Tengo mucho miedo de que su cuerpo no pueda soportarlo y colapse por segunda vez. —Aunque Lisa no llevaba mucho tiempo trabajando para ella, había sido testigo de cómo se agotaba día tras día.
«Cualquiera creería que Roxana tiene superpoderes de no ser porque ayer cayó enferma. Ni una sola vez refunfuñó por estar cansada ni se quejó de su agitada rutina de hacer malabares con su carrera y la crianza de sus hijos». Cuanto más tiempo pasaba Lisa con la familia, más se compadecía de la madre soltera de dos hijos. Ella trataba a Roxana como a su propia hija y le angustiaba verla enferma.
—No hay ningún problema. Ya estoy acostumbrada. Además, lo de ayer fue solo un pequeño inconveniente —dijo Roxana mientras retiraba la manta e insistía en bajarse de la cama.
La expresión del hombre que estaba de pie no muy lejos de ella se tornó sombría cuando escuchó eso. En ese momento, recordó el asombroso currículum de ella. «¿Cómo es que consiguió todos esos logros en solo seis años? ¿Qué tipo de vida llevaba cuando estaba en el extranjero? ¿Qué ha pasado para llegar a donde está hoy?».
Lisa seguía muy preocupada y como no estaba presente cuando el médico dio su diagnóstico, no tenía ni idea del estado real de Roxana; así que, mientras ella seguía debatiendo qué hacer, Roxana ya se había levantado de la cama. Preocupada, la mujer se dirigió con rapidez a Luciano y lo miró como si le estuviera suplicando, ya que esperaba que la ayudara a convencer a Roxana de que se quedara. Ella pensaba que, de alguna manera, Roxana lo escucharía.
Mientras miraba fijo a la obstinada mujer, Luciano fruncía cada vez más el ceño a medida que se acercaba a la cama.
—El médico ha dicho que debe revisarla antes de darle de alta. —Dicho eso, miró a Lisa y le indicó—: Por favor, llamé al médico.
Al final, la joven suspiró aliviada e hizo lo que él le había pedido. Por otro lado, Roxana frunció el ceño para mostrar su desacuerdo.
De pronto, Lisa regresó a la habitación con el médico. Tras una serie de exámenes, el médico observó al grupo y encontró al hombre que había ingresado a Roxana en el hospital.
—No parece haber nada malo en ella, así que le puedo dar el alta. Sin embargo, a partir de ahora, debe prestar atención a su salud y descansar lo suficiente. Recuerde que la salud es lo primero.
Luciano asintió ante las palabras del médico y le lanzó una mirada a Roxana, quien, al mirarlo, se sintió algo culpable y agachó la cabeza.
—Gracias, doctor. Tomaré nota de esto —murmuró.
A continuación, el médico enumeró algunos recordatorios habituales y salió de la habitación.
Cuando Lisa confirmó que todo estaba bien con Roxana, se tranquilizó y se adelantó para resolver los trámites del alta.
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