Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 50

Es imposible. Piterson ha venido a casa de los padres de Ian en plena noche, sin avisar y sin ningún tipo de documento que le permita atosigarnos como lo está haciendo.

La música que sale de la casa llama mi atención. Todo el mundo está dentro ¿Qué dirán si se enteran de que este hombre nos está acusando de asesinato? No pueden saberlo nunca.

- Que está haciendo aquí - acusa Ian a mi espalda.

- Tengo que hacerle unas preguntas. Puedo hacérselas aquí o podemos ir a comisaría, como usted prefiera.

-Emma, ve a cambiarte antes de que te resfries, yo me encargo - ordena.

Siento mi ropa empapada por primera vez y el leve castañeo de los dientes. No debería irme, pero se cuando no hay que discutir con Ian. Doy media vuelta y emprendo el camino hacia la casa.

Will se acerca. Ha visto al comisario al otro lado de la verja. Ahora lo miro con otros ojos. Es su hermano y quiere acercarse, nos está ayudando, pero debería aprender a controlar su genio. Pensar un poco antes de soltar lo primero que le viene a la mente no le vendría nada mal.

-¿Qué hace ese aquí? - pregunta cuando nos cruzamos.

-No lo se. Quiere hablar con Ian - antes de que se vaya le agarro del brazo - se que no soy nadie para meterme... pero... dale un respiro.

Asiente con la cabeza y continúa directo hacia los dos hombres. Vamos a tener problemas y no quiero ni pensar si se entera el resto de la familia ¡Y su madre!

Entro en la habitación de Ian, tan fría y elegante como él. Me doy una ducha rápida con la esperanza de que desaparezca el olor del agua de mi pelo, después, rebusco entre los cajones. Tiene que tener un pijama o un chándal por algún sitio.

Una camiseta que me llega por los codos y un pantalón que cubre completamente mis pies. Estoy ridícula, pero no hay nada mejor.

Suena la puerta. No tengo ni idea de quien puede ser. La abro un poco sacando la cabeza para que no sea ve mi look tan estiloso. Ian está tras ella.

-¿Por qué llamas? - pregunto - Es tu habitación.

-Estás enfadada.

Ni me acordaba de que estaba enfadada y aun así, doy media vuelta y lo ignoro para que piense lo que quiera. Escucho sus pisadas detrás de mi, entrando en la habitación.

-¿Dónde está el agente imparable?

-Mi padre nos ha visto desde la ventana y le ha dicho que si no traía ninguna orden judicial ya podía irse por donde había venido - no puedo evitar sonreír -Cuando estaba en quinto de primaria - recuerda mirando hacia ningún sitio -un abusón me quitaba todos los días la comida, un día se lo conté a mi padre, cansado de no poder hacer nada, era más alto y más fuerte que yo - explica intentando justificar que el gran Ian Garret fuera menos que otro chico - No le dio ninguna importancia. Yo me sentí decepcionado porque creía que me daría la fórmula mágica para vencerle - sonríe por lo inocente que era y yo le correspondo. Se me hace raro que esté compartiendo algo tan íntimo - Al día siguiente me llevó él al colegio y me preguntó que quien era ese niño que me atormentaba. Se acercó hasta él mientras yo me mordía las uñas, creía que las represalias de mi chivatazo serían terribles. No volvió a molestarme, no tengo ni idea de lo que le dijo pero funcionó. Es extraño que justo hoy lo haya recordado.

Esa máscara que lleva tantos años llevando se la está quitando poco a poco. Cada vez lo veo menos intimidante y más como un hombre herido en lo más profundo, que no ha permitido cicatrizar las heridas del pasado.

-Lo has recordado justo hoy - me acerco a él y entrelazo mis dedos con los suyos -porque esta noche tu padre ha vuelto a hacer lo mismo - abre la boca para decir algo - déjame terminar, por favor -pido colocando un dedo sobre sus labios - tu padre te quiere... os quiere a los dos aunque cometais errores, no puedes pedirle que dé de lado a uno de sus hijos; yo no lo haría.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Las amantes del Señor Garret