Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 53

Lo hemos pasado en grande estos dos días con la familia de Ian, pero ha llegado el momento de volver a la realidad, a nuestra rutina.

Hugo ha decidido hospedarse en un hotel cercano a la casa. Todavía no tengo claro si está loco perdido o solamente tiene un ego hasta la luna, pero mientras nos defienda y gane me da igual todo lo demás.

-Tengo que ir a mi casa a buscar algunas cosas - informo a Ian.

Hemos decidido que de momento y hasta que se aclare todo, me voy a ir a su casa con él. En realidad el lo propuso y lo decidió, creo que tiene miedo de que me de otro ataque de ansiedad.

-Vale, te llevo.

Pocos minutos después llegamos a mi calle. Encontrar aparcamiento es una tarea difícil si tenemos en cuenta la cantidad de bloques que hay en una sola calle. Deja el coche en doble fila con los intermitentes puestos.

-¿Necesitas que te ayude?

-No, solo tardaré unos minutos. Ahora nos vemos - le beso y salgo disparada hacia el portal.

Abro la puerta de mi casa. Tantos años viviendo aquí con Toni y ahora me siento una extraña, supongo que paso más tiempo en la casa de Ian que en la mía y por eso me siento así.

Saco una pequeña maleta de debajo de la cama, la abro y meto el neceser con lo imprescindible y algo de ropa. Si necesito algo más puedo volver mañana.

Escucho un ruido. Contengo la respiración prestando la máxima atención para saber de donde proviene. No tengo ni idea pero el corazón me va a mil y aunque intento razonar y convencerme de que ya soy una adulta y que no debo temer tonterías, doy un repaso por toda la casa.

Me fijo en todos los pequeños detalles. No hay nada extraño, nada que haya sido movido o esté donde no debería estar. Para terminar, voy hacia el baño y descorro la cortina de la ducha.

Doy varios pasos hacia atrás hasta que choco con el espejo. Piterson está escondido dentro con un arma en la mano. Corro para salir de mi piso. No se si viene detrás mía o no, solo escucho un zumbido profundo en los oídos y el corazón, que me late con tanta fuerza que creo que va a explotar.

Resbalo con la sabana y caigo al suelo. Trastrabilleo con las piernas y los brazos, quiero correr más de lo que me permite mi cuerpo ¿Qué hace este hombre aquí? ¿Esto no es ilegal?

Me arrastro mientras me levanto, pero Piterson me agarra del tobillo y tira hacia él. Sin ninguna dificultad me coloca boca arriba.

-¡SOCORROOO!¡QUÉ ALGUIEN ME AYUDE!-grito con todas mis fuerzas pataleando para soltarme.

Salta sobre mi y me tapa la boca.

-¡Cállate! Tu no deberías estar aquí - escupe enfadado.

Tiene la cara colorada y los ojos vidriosos. Me quedo quieta, esperando algo, no se bien que.

-Como le digas a alguien que estaba aquí te mato y después me cargo a tu novio ¿Vale? - Asiento con la cabeza -¿Me has entendido? - Vuelvo a asentir - ¿Estás segura? - Asiento de nuevo - voy a soltarte. Vas a coger tu maleta y te vas a ir ¿Estamos de acuerdo? - asiento como una autómata.

-Voy a llamar al médico para que venga a verte.

Me quita la maleta y la guarda dentro del coche. Sus movimientos son rápidos y torpes, seguramente cree que en cualquier momento me voy a poner a gritar o algo así.

-Estoy bien, ya estoy bien. No hace falta llamar a ningún médico.

Se queda quieto delante de mi. Observando. Pasea la mirada por mi cara, por las manos mientras entrecierra los ojos. Ganar una batalla con Ian es totalmente ridículo, lo se.

-Aun así me quedo más tranquilo. Vamos.

Cuando llegamos a su casa lo primero que hace es sacar el teléfono del bolsillo y llamar al doctor. No puedo evitar poner los ojos en blanco. Que hombre más cabezota y dominante. Dejo que se salga con la suya, total que venga un médico y me vea tampoco es nada grave como para pelearme.

Poco rato después llega el médico y me examina. Nos dice lo que ya sabía. Un ataque de pánico y la tensión disparada. Como para no tenerla disparada después de encontrarme a un policía que se supone que tiene que acatar la ley, escondido dentro de mi bañera con una pistola en la mano. Si me hubiera dado un ataque al corazón habría sido de lo más normal.

A Ian y a Will no puedo decirles nada, pero quizás si hablo con Hugo él pueda hacer algo sin que parezca que me he ido de la lengua. No se que puedo hacer para proteger a las dos únicas personas que ahora mismo son mi familia. Quedarme con las manos atadas no es una opción.

Esta tarde me inventaré cualquier excusa e iré a verle a su hotel. Le voy a contar todo. Espero que el pueda ayudarme porque luchar contra un policía es misión imposible.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Las amantes del Señor Garret