Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 54

Ha sido relativamente fácil inventarme una excusa para poder hablar con Hugo. Se supone que Helena y yo vamos a pasar la tarde mirando escaparates y después vamos a tomarnos un café. Podría hacer eso si no hubiera un psicópata entrando a escondidas en nuestra casa, obsesionado con pillarnos.

Antes de salir he mirando el número de Hugo en el teléfono de Ian. Le he escrito para avisarle de que iba porque no quiero aparecer por sorpresa en su hotel.

Toco a la puerta mientras que espero con los nervios por las nubes. Piterson me dijo que no le contara nada a nadie pero esto es demasiado serio, tengo que hacer algo o me volveré loca.

-Pasa - me invita a entrar - ¿De qué querías hablar?

-Gracias - cierro la puerta por si hubiera alguna mirada indiscreta - esta mañana pasé por mi piso para recoger algunas cosas - me siento en una silla de madera frente a la cama - cuando estaba terminando escuché un ruido y después de mirar toda la casa descubrí a Piterson, el policía que lleva el caso, escondido en la bañera - se me humedecen los ojos sin que pueda hacer nada por evitarlo - no sabía que hacer.

Hugo escucha atento hasta que termino. Cuando me callo, me fijo en que se ha puesto tenso. Se agacha para quedar a mi altura y la mirada que pocos segundos ante rezumaban veneno, ahora se vuelve dulce y tierna.

-Creo que nunca te he contado lo que le pasó a mi mujer. Un mal nacido la violó una noche. Cuando confió lo suficiente en mí me lo contó todo, ese hombre era un amigo mío desde la infancia. Fuimos juntos al colegio y a la universidad - recuerda atento a cada movimiento que hago - cuando me enteré por poco lo mato, en realidad es lo que debería haber hecho. Al final fui a la policía - sus labios se curvan hasta formar una media sonrisa que me dice que ha terminado.

No quiero ni imaginar por el suplicio que pasó su mujer. Cuando ocurre algo así tienes dos opciones : o te encargas tu mismo o confías en la justicia.

-Siento mucho lo de tu mujer, pero yo no puedo ir a la policía, él es la policía.

Me quito las lágrimas con rabia ¿Qué quiere decirme? ¿Qué no podemos hacer nada?¿ Qué estamos atados de pies y manos?

-Exacto.

Asiente de forma casi imperceptible. No entiendo que significa. ¿Exacto qué?

-No puedo denunciarlo, no puedo hacer nada Hugo. Dijo que si se lo contaba a alguien nos mataría.

Sin pensarlo demasiado me tiro a sus brazos y lloro sobre su hombro. Él me consuela dándome palmaditas en la espalda y apretándome contra su cuerpo. Es reconfortante.

- Está bien. Deja que yo me encargue - susurra intentando calmarme - todo va a salir bien. Lo se.

-No puedes decirle nada a Ian, por favor -pido hipando -no quiero ponerle en peligro.

-Nadie va a saber que me lo has contado - coloca las manos sobre mis hombros y me separa de él- te diría que te invito a un café, pero creo que es mejor una tila - bromea - y después te llevo con tu amorcito.

Esa forma de hablar me saca una sincera sonrisa. Lo juzgué mal al principio. Ni está loco ni tiene ninguna intención oscura escondida. Es atento y se preocupa, puede que por lo que le pasó a su mujer.

Pasamos un par de horas charlando de trivialidades, cosas sin importancia. La forma que tiene de hablar de su familia deja claro lo enamorado que está de su mujer y lo que quiere a sus hijos. No puedo evitar sentir envidia de su familia.

Lo que tenemos Ian y yo es muy bonito pero no deja de ser un noviazgo, algo que puede terminar en cualquier momento. Sería la chica con la que salió alguna vez, nada más.

-Déjame aquí, por favor. Le he dicho a Ian que había quedado con una amiga. Si me viera contigo...

- Está bien. Si vuelves a saber algo de ese policía no dudes en llamarme otra vez - dice parando el coche un par de calles antes - no me cuentes nada, solo dime de quedar para hablar. Ese hijo de puta es capaz de pincharos el teléfono.

Ni se me había pasado por la cabeza. Dios mío, tiene toda la razón. Tiene todas las armas al alcance de su mano para espiarnos cuando quiera y como quiera.

-Vale. Muchas gracias por todo.

Me bajo del coche mirando en todas direcciones. No hay nadie en la calle que pueda reconocerme. Camino con normalidad hacia el ático con la esperanza de que no me haga muchas preguntas.

Al entrar por la puerta está sentado en el sofá con las piernas cruzadas y los dedos entrelazados encima de ellas. Me mira con su antigua cara de póker, esa que hacía tanto tiempo había desaparecido.

-¿Dónde has estado? - pregunta con frialdad.

Sabe algo pero no se hasta que punto. Decido tantear el terreno antes de admitir nada. Admitirlo sería ponerlo en peligro.

-¿Por qué lo dices?

- Por qué Helena está con mi hermano así que te lo preguntaré una vez más ¿Dónde has estado?

-Ian... es...es complicado - balbuceo sin saber que decir.

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