Han pasado varios días desde que fui a ver a Hugo y todavía no sé nada de él. Estoy que me subo por las paredes ¿Ha ido a hablar con Piterson? Pero lo que más nerviosa me tiene es pensar si él sabe que me he ido de la lengua.
Ian sabe que estoy nerviosa pero no quiero que hablemos nada del tema. No sabemos si hay micrófonos o cámaras y no quiero arriesgarme más de lo que lo he hecho ya.
-Voy a llamar a Hugo para tomar un café - digo dando un bocado a la tostada.
Deja el periódico sobre la mesa y me mira con esos ojos azules capaz de traspasarme. Sabe que hay un trasfondo detrás del café aunque tampoco hay que ser un lince para suponerlo.
-Bien, a mí también me apetece verle.
Traduciendo esa frase a palabras reales sería algo parecido a " Yo voy quieras o no"
-Estupendo -celebro sin una chispa de entusiasmo.
A los pocos minutos de escribirle me contesta. Viene de camino. Es tan cortante que hace que me preocupe. Lo conozco muy poco pero esta actitud en él no es normal.
-Vas a poder invitarle tú al café. Está llegando - digo enseñándole la pantalla del móvil.
-Ahora vuelvo.
¿Qué tendrá pensado hacer? Me quedo sentada. El estómago se me ha cerrado por completo y el hambre se ha esfumado ¿Se terminara este suplicio en algún momento?
- Les he dado el día libre a Dorothea y Max. No quiero que por casualidad... - se calla al ver que ha estado a punto de meter la pata hasta el fondo.
- Vale, supongo que es lo mejor.
Cuando suena el timbre ya estamos esperándolo, ansiosos por las noticias que pueda traer.
Aparece por la puerta junto con tres hombres más. No tengo ni idea de quienes son, jamás los había visto.
-¿Puedo hablar contigo Ian? - preguntadpregunta cogiéndolo del brazo y apartándolo de mi.
Su actitud me molesta ¿Esto qué es? ¿Los hombres haciendo trabajos de hombres y dejando de lado a la pobre mujer? Pues esta mujer sabe defenderse y afrontar todo lo que venga, siempre lo he hecho así que camino decidida hasta la esquina donde están dispuesta a presentar batalla si es necesario.
Dejan de hablar para mirarme los dos con cara de tonto. Hombres...
-¿Qué? - pregunto a la defensiva.
No dicen nada. Vuelven a la conversación. Creo que ha quedado claro que no me voy a ir ningún sitio.
- He venido con unos amigos a tomar café, espero que no os importe.
- Tus amigos son bien recibidos. Vamos a la cocina y me cuentas como van tus proyectos - sugiere Ian.
Los dos hombres extraños tienen un aparato en la mano que van pasando por cada rincón de la casa. Son tan minuciosos que creo que buscan algo. Vuelvo a prestar atención a la conversación. Hablan de juicios que ha ganado y de casos raros que ha tenido que defender. Me siento en la silla esperando la verdadera razón de su visita, con un café en las manos y enfurruñada.
-Ya está -me sobresaltan los hombres a mi espalda - si nos dejáis vuestros móviles habremos terminado.
Se los damos tal y como han pedido, sin tener ni idea de lo que está ocurriendo. Teclean unos códigos y después le quitan la carcasa y la batería. Los inspeccionan a fondo. Vuelven a dejarlos como estaban aunque yo tenía mis dudas de que fueran capaces de volver a recomponerlos.
-¿Habéis encontrado algo? - pregunta Hugo yendo directo algo grano.
Por fin llegamos a donde yo quería.
-Había un micrófono en la habitación principal y otro en el salón - explica - bastante mal escondidos, por cierto. Los teléfonos están limpios.
-Muchísimas gracias chicos - despide Hugo.
- Por ti lo que sea, ya lo sabes.
Los hombres recogen sus cosas y se van igual que vinieron. Sin dar ninguna explicación.
-Ese desgraciado os estaba espiando. Aunque era de esperar.
-¿Qué hacemos? ¿Contrato seguridad?- Ian está agobiado. Un desconocido ha entrado en su casa y ha escondido micros. Es para estarlo.
-Si amenaza a Emma y se supone que no puede decirnos nada... y al día siguiente tenéis un ejército detrás vuestra... ¿Qué pensarías si fueras tu? - razona Hugo como si hablara con un niño pequeño.
-Que lo ha contado - murmura - pero hacer nada no es una opción.
-Podemos hacer algo mejor. Déjamelo a mí - Parece que Hugo ha encontrado una solución.
-Chicos, vosotros no lo visteis. Ese hombre está loco. Es capaz de cualquier cosa - me levanto de la silla. Camino de un lado a otro - Ha entrado aquí y ha puesto micros. Lo sabe y nada que diga o haga lo va a cambiar.
-Emma, vamos a dejar que Hugo trabaje en su idea - propone Ian acercándose a mí.
- Está bien.
No está bien. Ellos no tienen ni idea de como es este tipo. No saben a lo que se enfrenta ni de lo que es capaz.
-Hay una cosa más - Hugo se rasca la barbilla - Piterson es el tío de Peter, por eso se está comportando de este modo.
- Un par de horas. No quiero volver para arreglarme y pillaros... bueno... ya sabes como.
- Con el culo al aire, te entiendo - rompo a reír. La imagen del culo de Will se me viene a la cabeza. Que horror.
Ahora tengo que dar vueltas en la calle durante un par de horas. Estaba cansada de estar sola en la casa, supongo que un poco de aire fresco nunca viene mal.
Me siento en una terraza para tomar un café que alargo más de la cuenta, después paso por una tienda de lencería y me compro un picardías. Tengo ganas de sorprender a Ian con algo nuevo. Mientras paseo tengo la sensación de que alguien me observa, puede que sea solo una sensación sin ningún fundamento, pero no paro de mirar hacia atrás esperando en cualquier momento encontrar a alguien.
Miro el reloj de mi muñeca. Al ver que casi es la hora me monto en un taxi para que me lleve a casa de Ian. No quiero llegar tarde al restaurante ni pillar a Will en plena faena. Tampoco quiero seguir caminando sola ahora que está anocheciendo.
Meto la llave en la cerradura. Nada más abrir la puerta escucho ruido dentro. Alguien está gritando.
Me pongo muy nerviosa ¿Y si Piterson ha decidido que hasta aquí ha llegado su paciencia y ha venido a terminarlo todo?
Corro escaleras arriba. Me tiemblan las manos solo de pensar lo que puedo encontrarme.
Ian está dentro de la habitación que yo ocupaba al principio. Will y Helena se están levantando de la cama mientras se pone la ropa a toda velocidad. Hay un jarrón roto en el suelo e Ian respira entrecortadamente. Encontrarse a su hermano acostándose con una mujer en su casa puede ser desagradable pero creo que se ha pasado.
-Ian, cálmate - voy hasta él, preocupada.
-Lo... lo siento... - agacha la cabeza avergonzado - os dejo para que os vistáis.
Sale de la habitación. Se pasa las manos por el pelo una y otra vez. Algo me estoy perdiendo.
-¿Qué ocurre?¿Por qué te has puesto así?
-Llegué y escuche ruidos. Pensaba que había entrado alguien pero... - se calla. Camina rápido por el salón y al acercarse a la mesa le da una patada.
-¿Pero qué? me estas asustando.
-Oí gemidos. ¡Pensaba que eras tu la de la habitación! ¡Abrí la puerta dispuesto a pillarte como a Sarah! - grita.
Se esfuma la preocupación que sentía. Ha dado por sentado que soy igual que Sarah, que sería capaz de acostarme con otro hombre ¡y en su propia casa!
-Ya está, hasta aquí he llegado - murmuro sintiendo las lágrimas asomar - Siempre piensas lo peor de mi - voy hacia la puerta.
- Emma...
-¡No! - grito enfadada - Tienes una decisión que tomar.
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