Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 68

Siento un peso sobre mi cuerpo. Justo encima del trasero.

- Señora Garret, es usted muy aburrida.

- Y usted muy fogoso - digo sin levantar la cabeza del edredón.

Hace el amago de levantarse. Comprender las bromas todavía le cuesta a veces. Giro sobre mi misma y le agarro por las rodillas. Ya que me ha despertado que merezca la pena.

- No estarás pensando en haberme despertado para nada ¿Verdad?

- Definitivamente me he adelantado al llamarte aburrida.

Me muerdo el labio con las ansias y el deseo reflejado en los ojos. Desliza sus manos por mi vientre, arrugando la camiseta conforme sube.

- Esos pantaloncitos me vuelven loco - gime en mi oído.

Se me escapa un suspiro cuando su mano rodea uno de mis pechos. Rodeo mis piernas alrededor de su cintura. Saca las manos de debajo de la camiseta y mientras me roza con la yema de los dedos los brazos, asciende hasta mis manos.

El aquí te pillo aquí te mato tiene su encanto y su morbo, pero esto está a otro nivel. Las sensaciones que experimenta mi cuerpo son increíbles.

Coloca mis manos por encima de la cabeza y escucho un clic metálico. Al intentar bajar los brazos para ver que es algo me lo impide mientras Ian me mira con una sonrisa juguetona que pocas veces he visto.

- ¿Quieres jugar?

Estiro el cuello y descubro unas esposas enganchadas al cabecero de la cama.

- Eres más malo de lo que creía... y me encanta.

Se sienta sobre mis piernas. Desabrocha el botón de los pantalones cortos y los va bajando despacio, recreándose.

Ahora juguetea con mi camiseta. Pega sus labios a mi estómago y deja un beso, sube un poco más. Su lengua hace un camino ascendente que me altera la respiración y hace que me encorve.

Me quita la camiseta hasta aprisionar mis brazos con ella también. Dejarse llevar y confiar plenamente en alguien es difícil, pero con Ian es fácil disfrutar, rendirse a sus atenciones y al movimiento de sus manos por todo mi cuerpo.

-Tienes la piel de gallina - afirma. Pasea su lengua por mi cuello. Desciende hasta mis pechos y creo que voy a perder el sentido.

-Ian...

-Shhh.

Odio tener las manos atadas. Quiero clavar mis uñas en su espalda. Quiero que seamos uno. Quiero sentirlo. Quiero que me haga el amor.

Muevo los brazos con la esperanza de poder soltarme. Agarra fuerte la cadena con una mano y la otra la coloca sobre mi muslo.

-Por... favor - gimo.

Vuelvo a escuchar el clic metálico. Directamente mis manos aprisionan su espalda contra mí. Se coloca entre mis piernas y durante los pocos segundos que soy capaz de aguantar toco el cielo con las manos.

Da igual que vayamos al sitio más caro del planeta. Lo único, lo ideal, lo perfecto y que me hace feliz es este hombre.

Ian respira entrecortadamente entre los mechones de mi pelo. Con unos últimos espasmos se derrumba sobre mí.

Por la mañana el servicio de la mansión nos despierta con un desayuno por todo lo alto. Fruta, tostadas, beicon, huevos revueltos, café, zumos, de todo. Es una lástima que hayan preparado tanta comida cuando la mayoría va a terminar en la basura.

- ¿Has dormido bien? - pregunta colocándose el bañador. Jamás me cansaré de admirar su cuerpo.

- Me encanta esta cama. Si pudiera la metería en el bolso y me la llevaría.

- No creo que quepa - ríe por lo bajo - ¿Nos vemos en la playa?

-Si me esperas cinco minutos voy contigo.

Que raro es que no vayamos juntos. Estamos de vacaciones ¿Por qué no me espera?

-El médico vendrá pronto para informarte. Lo que te dije iba en serio, si para ti no es el momento debes tomar el tratamiento adecuado.

- ¿Hablas en serio? - pregunto arrugando las cejas.

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