Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 72

Tres meses después...

Todavía no se me nota nada el embarazo ¿Soy rara por eso? He navegado un poco por internet y algunas mujeres ya tienen tripita con este mismo tiempo.

Aunque Ian ha insistido mucho en que dejara mi trabajo me he negado en rotundo todas y cada una de las veces. No pienso quedarme en casa todo el día y vivir de su dinero. Necesito trabajar y de algún modo seguir pensando que soy autosuficiente.

- ¿A qué hora es la cita con la doctora? - pregunta Ian apretándose el nudo de la corbata.

- A las diez ¿Nos vemos allí?

- Sobre las nueve y media pasaré a recogerte.

- Vale.

Toda la pasión que nos caracterizaba se ha ido enfriando. Ian está tan pendiente del embarazo, del bebé, de los médicos, de la habitación y de todos los preparativos que poco a poco nos hemos ido distanciando.

Ahora todo gira en torno a un mismo tema. No recuerdo cuando fue la última vez que salimos a cenar. Siento una vez más las lágrimas asomar. Me las quito de un manotazo. Malditas hormonas.

Ian sale por la puerta. Ni un adiós ni un beso, nada. Me siento sobre la cama abrumada. No sé en qué momento se fastidió y aunque sé que son las hormonas me sorprendo preguntándome si es esto lo que realmente quiero.

Ahora que estoy sola me permito el lujo de ser débil, de dejarme llevar por los sentimiento y lloro amargamente. Me quito los zapatos y los tiro lejos.

- ¿Estás bien? He escuchado un golpe - Dorotea corre hacia mi cuando me ve llorar - ¿Qué te pasa?

- Nada, nada. Estoy bien - las lágrimas salen en cascada imposible de frenar - solo necesito desahogarme.

- Ven, te voy a preparar una tila y me lo cuentas todo ¿Vale? Seguro que no es tan malo.

Camino a su lado. Me siento en uno de los taburetes y cuando me tiende el vaso calentito lo rodeo entre mis dedos. Se nota el frío de Diciembre.

- Cuéntame.

- No se... Es todo y a la vez nada... es... - no sé como explicarle como me siento - supongo que el resumen es que para Ian soy solo un recipiente.

- Ajam - asiente apretando los labios - entiendo lo que dices, pero estás totalmente equivocada.

- ¿Qué quieres decir?

- Quiero decir que nunca lo he visto tan feliz. Ni cuando estuvo casado con Sarah. Él te quiere muchísimo - se sienta a mi lado y me acaricia la mano - Puede que no lo esté expresando bien, pero es así.

Claro que me quiere. Nos casamos antes del embarazo. Mintió a Piterson por salvarme a mí, sé que me quiere, pero está tan centrado en otras cosas que ha dejado de lado nuestra relación.

Le doy un último sorbo a la tila y dejo el vaso vacío sobre la encimera.

- Gracias por la charla - bromeo con una falsa sonrisa que no siento ni de lejos.

- Cada vez que lo necesites.

Me siento en una de las jardineras que rodean el edificio. Estoy tentada de entrar a trabajar, pero que tu jefe sea el hermano de tu marido no ayuda a que desconectes.

Me abrocho la chaqueta y cierro los ojos. El poco sol que hay sirve para calentarme. Y si... tal vez... puede que no sea todo tan negro como lo estoy viendo ¿Será esto lo que dicen las mujeres de que las hormonas te vuelven loca? Espero que así sea.

Antes de que pueda darme cuenta suena un claxon. Ian camina hacia mí. Ahora empezará con su ya típico ¿Estás bien? ¿Te pasa algo? ¿Te sientes mal?

- Estoy bien y no me pasa nada - corto antes de darle tiempo a que pregunte.

- No he dicho nada ¿Estás bi...

Le lanzo una mirada envenenada. Si termina la frase lo mato con mis propias manos.

Conduce en silencio hasta que llegamos a la consulta. Esperamos en la sala de espera hasta que una enfermera me llama.

- Buenos días Emma - saluda la doctora cuando entro - dime ¿Cómo te encuentras?

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