Mil modelos me he probado. Hemos ido de una tienda a otra desechando todos los vestidos.
- Me quedan fatal, al final me pongo una bolsa de basura y listo - lloriqueo siendo negativa.
- Todos te quedaban perfecto Emma - me anima Helena - estás un poco refunfuñona.
- Lo sé, lo sé.
Este carácter tan huraño se me tiene que ir en algún momento ¿No? A partir de ahora voy a poner todo de mi parte para no seguir fastidiándolo todo.
- Venga, vamos a entrar en la última tienda y te prometo salir con un modelito que me va a encantar.
- Más te vale - amenaza en broma.
Voy colocando toda la ropa de bebé que he comprado. La doblo con cuidado, como si tuviera entre mis dedos fino cristal. Es todo tan pequeño... la espera se me está haciendo angustiosa.
Es cierto eso que dicen que la actitud lo es todo. Llevo unas pocas horas intentando ser un poco más positiva, hasta me gusta el vestido por el que me he decidido.
- Has comprado muchas cosas - Ian se acerca hasta el armario y coge uno de los vestiditos entre los dedos.
- Es que todo me gustaba. Hay cositas tan bonitas para niñas que podría haber comprado la tienda entera.
Sonríe al verme emocionada.
- ¿Tu... te has comprado algo?
¿Por qué lo dice dudando? ¿Tanto miedo da mi carácter? Ahora mismo me veo como un clon de la película alien. Yo soy el alien.
- Si, pero no te lo voy a enseñar. Creo que te gustará -contesto con mi nuevo yo positivo.
- Yo también he hecho una compra.
- ¿Qué has comprado? - pregunto con intriga.
Me balanceo a ambos lados por si lleva una bolsa escondida, pero no tiene nada. Me espero cualquier cosa de él.
- Ya lo verás. Es una sorpresa, además, deberíamos empezar a arreglarnos si no queremos llegar tarde.
Conforme se acerca la hora me voy poniendo nerviosa. Si están todas esas arpías no va a ser una noche tranquila. Con un poco de suerte solo tendré que soportar miradas indiscretas.
Coloco la caja con el vestido sobre la cama. Con cuidado la abro, aparto el papel que protege la tela y lo admiro durante unos segundos.
Me aterrorizaba que las hormonas volvieran a hacer de las suyas y que cuando volviera a mirarlo, descubriera que lo odio pero no, me sigue encantando.
Lo saco de la caja y con sumo cuidado me lo pongo. Me planto delante del espejo, donde veo reflejado mi cuerpo. El vestido es negro con un escote de barco, pero sin duda lo mejor de todo son las capas de suave seda que le dan vuelo a la falda.
Salgo de la habitación preparada para todo lo que venga. Sentirse bien con uno mismo es el noventa por ciento de la actitud, y esta noche me siento bien.
Ian espera en el salón. Con un traje hecho a medida para él. Tan perfecto como siempre. Al verme abre mucho los ojos.
- ¿Te gusta? - pregunto aun sabiendo la respuesta.
- Estás preciosa, pero es muy pegado ¿No?
- ¿Y?
Espero que no empiece con celos tontos porque lleve un vestido pegado. Es recatado, de noche y elegante. A ver que queja tiene el Señor Garret esta noche.
- Nada, solo me preguntaba... si tal vez haría daño al bebé - pasa la mano por mi estómago en un intento de que parezca una caricia, pero la verdad es que quiere saber si me aprieta.
¿Dónde está mi actitud positiva cuando la necesito?
- Gripe - afirma apretando los dientes - aunque si le preguntas a él, te dirá que está entre la vida y la muerte.
Los dos reímos. Todo el mundo sabe que la mayoría de los hombres son unos quejicas. Por un dolor de cabeza son capaces de inmovilizar una casa entera.
- Hola Emma - se acerca Leti con un vestido rojo pegado.
Vestido rojo, labios rojos y rímel que podría hacerse pasar por alquitrán. Parece una prostituta barata y aunque no debería, me alegro.
- Hola Leti ¿Cómo te va todo?
Lanza una mirada a Ian. Habla con uno de sus socios, pero odio que lo mire así, odio que no se corte aunque yo esté delante, pero por encima de todo, odio que siga interesada en él.
- Muy bien - pasa la mano por debajo de su melena y la revuelve - han cambiado muchas cosas por aquí.
- Ajam - me giro hacia Torres - Oye, tenemos que quedar un día de estos y ponernos al día.
- Cuando quieras. Yo estoy dispuesto a darlo todo en cualquier momento.
Leti sigue la conversación ¿Por qué no se va? Nunca hemos sido amigas. Nos odiamos ¿Por qué sigue aquí?
- Mejor una cena tranquila - ahí va mi dardo envenenado - con el embarazo no estoy para muchas fiestas.
Torres salta mientras aplaude. Madre mía que escandaloso es. Leti, imperturbable, continua mirándome a lo que yo respondo con una fina línea de dientes blancos.
Fuiste mi enemiga en otra época, pero ya no eres nada.
- Pues yo soy la nueva secretaria personal de Ian - suelta sin cortarse un pelo - ¡Ui! Perdón, del Señor Garret.
La ha nombrado su secretaria. Podía elegir entre una infinidad de mujeres y hombres y la ha nombrado a ella. Esta es la gota que colma el vaso. Siento una rabia y una impotencia que pocas veces había sentido.
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