Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 74

Me quedo fría como el hielo. No pienso darle el gusto de que crea que me ha ganado o que su intromisión afecta en algo a nuestro matrimonio. Pero si que afecta.

Duele pensar que Ian haya podido acostarse con ella. Si ha roto mi confianza no sé que voy a hacer...

- Lo sé, es muy triste que vayas detrás de un hombre casado que va a ser padre.

Lo siento por Torres, pero la situación me supera.

Busco Ian con la mirada. Está sentado, presidiendo la mesa. Cuando me ve acercarme me sonríe. Si supieras todo lo que siento ahora mismo no sonreirías tanto.

Venga Emma, pienso para mí misma, no montes ningún numerito. Pasa la noche lo mejor que puedas y después en casa, hablaremos todo esto.

- ¿Estás bien?

Muy buena pregunta. Me tomo unos segundos para serenarme.

- No lo sé ¿Por qué no le pides la agenda a tu nueva secretaria? A lo mejor ahí lo pone - suelto sin poder contenerme.

- Emma, no es lo que crees.

Frase típica de marido que pone los cuernos. No puedo creer que todo se vaya a ir por la borda.

- Seguro que no - lo miro fijamente enfadada hasta lo más profundo de mi ser - nunca es lo que parece ¿Verdad? ¿Es lo que te dijo tu ex mujer?

- ¡Ian! - un hombre mayor se sienta a su lado - ¿Cómo va todo hijo?

- Bien, Señor Bishop. Casi está cerrado el trato.

Este hombre es uno de los socios de Ian. Solo lo conozco de vista, pero al ser el más mayor de todos los trata como lo haría un padre. Nada de protocolos de educación ni tratos según la posición.

- Eso está bien hijo. Todo lo que te propones lo consigues, por eso contigo siempre estoy tranquilo.

- Me alegro mucho Señor y gracias.

Me mantengo al margen de la conversación. No me interesa en absoluto los temas de negocios que tengan que hablar. Ian coloca su mano sobre la mía. La retiro al momento.

- ¿Cuándo sales de viaje? - pregunta Bishop.

¿De viaje? Si su respuesta inmediata no es ¿Qué viaje? Y lo sabía... y no me ha dicho nada... se están acumulando los enfados a un ritmo alarmante.

-Está previsto para el miércoles.

Arrastro la silla haciendo ruido y camino hasta la barra. Nuestra perfecta relación es una farsa, una mentira. No cuenta conmigo para nada ¿Soy yo? Nunca me habían molestado todas estas cosas de Ian y aquí estoy. Enfadada por tres cosas distintas. Creo que de un momento a otro me va a explotar la cabeza.

- Una copa de vino, por favor - pido al camarero - ¡No! No puedo beber... Póngame un zumo de manzana.

Daría lo que fuera por poder tomarme una copa, pero tendré que contentarme con un zumo.

Le doy un sorbo. Suelto un largo suspiro. Tengo que tranquilizarme y de forma calmada hablar las cosas. Seguro que podemos encontrar una solución.

- ¿Se puede saber que estás haciendo? - gruñe entre dientes - No puedes beber y lo sabes.

Realmente cree que necesito un padre que me diga lo que puedo y no puedo hacer. Piensa que bebería aunque fuera malo para mi hija.

- Por eso estoy tomando zumo de manzana - Me quita el vaso de las manos, le da un sorbo y lo suelta sobre la barra - Me voy. Disfruta de la fiesta con tu secretaria.

Aparto de un manotazo el ridículo vaso y lo dejo solo en la barra.

- Emma, por favor - me agarra del brazo impidiendo que pueda seguir avanzando - Estás siendo...

- ¿Ridícula? - me suelto de un tirón - Ni se te ocurra tocarme.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Las amantes del Señor Garret