Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 82

Mientras Ian se ducha, saco la tarjeta nueva del monedero. Uno de los recados que tenía pensado era hacer tarjetas a mi nombre de su cuenta bancaria.

Encima de ella veo mi nombre troquelado: Emma Garret.

No le puse muchos impedimentos porque no pienso usarla a no ser que sea para una emergencia. Vuelvo a guardarla para dejar de verla. Adaptarse a la vida de un hombre como Ian puede llegar a ser duro y agotador.

Toco con la yema de los dedos el sobre con mi nombre escrito ¿Qué contará ¿De quién será? Y sobretodo ¿Quién la ha dejado en mi coche?

- ¿Quieres ducharte? - pregunta Ian entrando en el salón con una toalla que le queda demasiado pequeña y demasiado bien.

Lo miro de arriba a abajo ¿Cómo es posible que tenga ese cuerpo si no va al gimnasio?

- Te vas a resfriar - suelto como si nada.

- Por esa miradita que me has lanzado, merece la pena resfriarse.

Y si no estuviera tan deseosa de leer la carta, le seguiría el juego, pero no puedo quitármela de la cabeza.

Si le digo que me voy a dar una ducha, corro el pestillo y me meto con el bolso, sería demasiado sospechoso ¿Verdad? La única solución es esperar a que se duerma. Mierda.

- Puede que te hayas imaginado esa miradita - bromeo cambiando la dirección de la conversación - me voy a dar una ducha rápida y... creo que me acostaré - bajo la mirada para ocultar la mentira -estoy muy cansada.

Abro el grifo y dejo que el agua corra. Hace frío y la estufa se rompió hace tiempo así que tendré que contentarme con el calor que deje el vapor.

- Emma - grita Ian a través de la puerta - voy a salir a comprar algo para cenar ¿Necesitas algo?

-No, nada. Ten cuidado.

Pego la oreja a la puerta y contengo la respiración hasta que escucho como cierra la puerta. Salgo corriendo y cojo la carta del bolso.

Cierro el pestillo del baño. Abro la carta una vez más y comienzo a leer.

23/01/2010

Querido diario.

He estado dos días sin escribir porque no me encontraba con fuerzas. Hace dos noches estuve con Ian... Es un hombre tan enigmático, parece tan... tan todo que no vi más allá de mis narices.

La noche iba perfecta. Me llevó a su cabaña y pasamos el mejor día de mi vida. Champan, jacuzzi y sexo... ¿Qué más podía pedir? Creía que tenía a Ian Garret y solo era humo entre mis dedos, una fantasía de una niña pequeña, una utopía en la que yo misma creía.

Al día siguiente me dejó en la puerta de mi casa y le dije que si le parecía bien que nos viéramos esa noche. Su contestación fue tan seca y directa que se me hizo tierra en la garganta. Todavía no puedo creer que no vaya a volver a verlo.

Me dijo que no quería tener nada serio conmigo, nada que fuera más allá que sexo esporádico y que no volvería a verme.

He pasado dos días con la esperanza... la certeza de que iba a llamarme arrepentido y pidiéndome perdón. Estaba segura de que yo era la mujer que había conseguido que olvidara a su odiosa ex mujer, pero no ha sido así.

Ahora me atrevo a contarlo todo aquí, rota y enamorada, tonta y enfadada por haber sido el pañuelo de él.

La carta termina así de triste. Es una de las muchas mujeres que han pasado por la cama de Ian y se han ido sin que a él le quiten el sueño.

La persona que dejó esto en mi coche - ¿Que esperaba? ¿Qué lo deje? Llevo mucho tiempo sabiendo como es y lo que hace. Yo misma concertaba sus citas y fui una más de las que pasó por su cama. Solo hay una diferencia. Yo lo enamoré.

Antes de que vuelva de comprar salgo del baño y escondo la carta bajo el colchón. No pienso decirle nada ni reprochárselo.

Me meto rápidamente en la ducha. Me enjabono el pelo y el cuerpo corriendo todo lo que puedo. Si tuviera bañera podría decirle que se me pasó el tiempo disfrutando de un baño relajante, pero en un plato de ducha las mentiras son muy limitada.

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