Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 84

He releído la carta muchas veces. Nada en ella me hace pensar que pueda ser alguien de la oficina.

Max nos lleva de vuelta a casa de Ian. La carta la he dejado en mi piso. Solo pensar que por casualidad la pueda encontrar y se entere de que no le he dicho nada ni a él ni a la policía... me pongo nerviosa.

Entramos en el garaje. Dentro de la seguridad del coche impone bastante menos. Todas las bombillas han sido cambiadas por nuevas, está totalmente iluminado. Los cristales del suelo han desaparecido y los coches con las pintadas y los faros rotos también, no hay ninguno a excepción de los dos nuevos que compró.

Me siento segura y tranquila. Me alegra ver que la Emma llorona a la que le daban ataques de ansiedad ha desaparecido.

- ¿Te sientes con fuerzas o prefieres que volvamos a tu piso? - pregunta Ian con su mano rodeando mi cintura.

Max está al otro lado, mirándome con cara de circunstancia.

- Estoy bien. Venga vamos.

Los tres nos montamos en el ascensor. Entramos en casa, ya la siento mía. Estoy más cómoda aquí que en el piso que compartí con Toni. Tendría que plantearme venderlo, total solo es un gasto.

Nada más entrar por la puerta noto algo raro. Algo no está en su sitio, ha cambiado, pero por más que miro no logro identificar lo que es.

- ¿Has cambiado algún mueble? - pregunto arrugando las cejas.

- ¡Emma! - grita Dorotea caminando hacia nosotros - ¡Ven conmigo! Te voy a hacer algo rico.

Le dedico una sonrisa y voy tras ella. Le lanzo una última mirada a Ian. Él y Max se han mirado y han apretado los labios.

Tengo que averiguar que ha cambiado. Sea lo que sea, todos lo saben y quieren ocultármelo. No puede ser nada relacionado con alguna mujer, lo se por la mirada de Max.

Estoy cansada de que me traten como si me pudiera romper en cualquier momento. Si es algo que nos afecta a los dos y doy por sentado de que así es, tengo derecho a saberlo.

Dorotea me sirve un té caliente y ella se sirve otro. Otra cosa que nunca había hecho durante su horario de trabajo ¿Estaré perdiendo la cabeza? ¿Me estaré obsesionando sin ningún motivo?

- Le han dado las notas a mi hijo mayor.

- ¿Han sido buenas? - levanta una ceja como si mi pregunta fuera una tontería.

- Seis suspensos. Le he castigado todas las navidades sin salir y encima se ha enfadado. Los jóvenes de hoy en día no tienen vergüenza.

Ya son famosos los problemas que tiene con su hijo. Es un niño trabajoso que para colmo está en una edad complicada.

- Vaya, lo siento mucho. Si necesitas algo... no se... que le de una charla sobre su futuro o algo así -bromeo -dímelo.

Emma - me llama Ian - ven, tengo una sorpresa para ti.

Dejo la taza sobre la mesa y le sigo ¿Una sorpresa? Espero que sea contarme la verdad.

Entramos en nuestra habitación. No se parece en nada a la que era. Todo es nuevo y distinto. La cama, las mesitas de noche, las puertas del armario, las cortinas... todo.

Es bonito y está decorado con muy buen gusto, pero este cambio así de repente...

- Es muy bonita ¿Por qué te has decidido a cambiarla?

Y más importante todavía ¿Por qué no has contado conmigo? Somos un matrimonio que vivimos juntos y nos queremos. Lo normal sería tomar este tipo de decisiones en pareja.

- Ya te lo he dicho, quería darte una sorpresa. Si hay algo que no te gusta puedes volver a cambiarlo.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Las amantes del Señor Garret