Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 91

Los minutos pasan delante de mi cara. Miro fijamente la manecilla del segundero como avanza imparable, riéndose de mi. Tarde o temprano tendré que afrontar la situación, no puedo esconderme para siempre en estos baños iluminados por bombillas parpadeantes.

Abro el pestillo y salgo. Miro mi reflejo en el espejo. Tengo los ojos colorados e hinchados de llorar. Me devuelvo una mirada triste. Esa es la cara de una mujer que cree lo que ha leído.

No sé que voy a hacer si Ian me deja cuando nazca mi pequeña. Abro el grifo, ahueco mis manos bajo el agua y las lleno. Me refresco la cara y las muñecas. En estos hospitales siempre hace mucho calor, no lo entiendo.

Salgo del baño para hacer un papel, hoy tengo que ser actriz, y una de las buenas. Todo se arreglará, todo va a salir bien... la madre de Ian se va a recuperar, no me va a abandonar, no es cierto todo lo que hay escrito en las cartas...

¡Eres una pardilla! Grita mi pepito grillo particular, tu has sido su secretaria durante años. Sabes con cuantas mujeres ha estado y como les daba de lado. En el fondo, y aunque no quieras, sabes que todo eso es verdad.

- Estaba preocupado - Ian tiene la espalda apoyada contra la pared.

Me sorprende nada más salir del baño.

- Bueno... -carraspeo para eliminar la voz gangosa de llorar - las mujeres necesitamos nuestro tiempo.

- Emma, déjalo. No puedo creer que pienses que es cierto lo que has leído.

Como tenga la cara de enfadarse voy a dejar de controlarme y ni todos los enfermeros, médicos ni celadores con todos los tranquilizantes del hospital van a ser capaces de contenerme.

- Tu madre está siendo atendida en estos momentos ¿De verdad quieres que hablemos aquí y ahora?

Aprieta los labios sabiendo que tengo razón.

- A veces me desesperas.

Da media vuelta y se va.

En la sala de espera Ian y su padre charlan sobre algo. Me acerco a ellos y me siento. No presto atención a lo que dicen, aunque por lo que parece, su padre si que lo ha creído.

Mi mente parece un coche de fórmula uno en plena recta. Va de un pensamiento a otro, formando un batiburrillo incomprensible de sentimientos encontrados y contradictorios.

Le creo, no le creo, debería creerle. Me va a abandonar ¿Qué hombre como él querría estar con una mujer como yo? ¿Por qué soy distinta a las demás? No lo soy, simplemente le estoy entreteniendo durante más tiempo.

Todos esos pensamientos negativos me provocan una presión en el pecho y dejo escapar un pequeño gemido.

Ian me mira con el ceño fruncido.

- ¿Quieres que llame a un médico?

- Estoy bien - contesto quitándole importancia - solo estoy preocupada por tu madre.

- Emma - se entromete su padre con una disculpa reflejada en la cara - ¿Por qué no te vas a casa? Aquí no podemos hacer nada.

- No, no. Ni hablar. Quiero saber que está bien.

Ahora si que necesito el café. Voy hasta la máquina y selecciono un café con leche y caramelo. Es la primera vez que lo pruebo, pero nada que tenga caramelo puede estar malo.

- ¿Familiares de Emily Garret?

Todos salimos disparados hacia el médico que ha preguntado. Es una suerte que no sea el típico doctor que te divaga durante un rato mientras tu piensas que te va a dar un ataque al corazón de los nervios.

- Todo ha salido bien - explica en cuanto llegamos a él - ha sido un ataque al corazón. Ahora mismo está estable. Podrán verla en unas horas cuando despierte.

- Muchas gracias doctor.

Respiro aliviada. Lo peor ya ha pasado y aunque aún no está recuperada del todo, que haya aguantado el ataque ya es mucho.

- Ya sabes que está bien. Te voy a llevar a casa y vas a descansar - saca la llave del coche del bolsillo.

- Pero yo quiero verla.

- Has oído médico. Son las dos de la mañana y estás embarazada. Hasta dentro de unas horas no podremos verla.

Maldito razonamiento ¿Cómo discuto contra eso sin parecer una niña pequeña?

-En cuanto podamos verla me llamas y vengo ¿Vale?

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