Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 93

Detengo mis pasos delante de la puerta del hospital. Detecta mi presencia y se abren.

Sarah no me ha denunciado por algo que no he hecho y aun así, se supone que tengo que estar agradecida.

Han pasado dos días desde que Ian me pidió que nos tomáramos un tiempo, desde entonces no he vuelto a saber nada de él. Will está todo el día pegado a mí como una lapa, supongo que Ian se lo ha pedido o simplemente le doy pena y se está apiadando. Ni lo sé ni me importa... puede que si me importe, pero procuro darle las menos vueltas posibles.

Will y Helena me llevan a mi piso. Me siento detrás mirándome los dedos, con la cabeza gacha y el corazón encogido.

- Me voy a quedar unos días contigo - se auto invita Helena.

- Vale.

Solo soy capaz de contestar con monosílabos. Lo cierto es que apenas presto atención a los que me hablan. Estoy sumida en mi mundo de tinieblas y tristeza.

Esos ojos azules que me enamoraron hace tanto tiempo ya no están conmigo. Se ha cansado de mí y lo entiendo, ni yo me soporto.

Todo el camino lo hacemos en silencio y por extraño que parezca, no me siento incómoda.

Will aparca frente al portal. Dejo que cargue con mis bolsas y Helena se coloca a mi lado en un intento de ayudarme a no sé que, de momento puedo caminar sola.

Meto la llave en la cerradura y abro. Este era mi santuario donde los recuerdos no eran dolorosos. Donde había vivido con Toni y solo se quedaban en un leve amargor... pero desde que pasamos Ian y yo aquí unos días... esos recuerdos si duelen.

Lo veo tumbado en la cama, sentado en el sofá con el periódico entre las manos, lo veo en la cocina haciendo tortitas...

Mi corazón es una bomba de relojería que de un momento a otro va a estallar. No puedo romperme, ahora no, por mi pequeña.

- ¿Qué quieres que hagamos? - Helena llama mi atención.

En silencio los miro. Will con las dos maletas a sus pies y el ceño fruncido y Mi amiga con una falsa sonrisa demasiado descarada.

Suelto un suspiro y me voy a mi habitación. Cierro el pestillo y después, arrepentida, lo descorro. Quiero que me dejen tranquila, no que se preocupen. Bajo la persiana y me tumbo sobre la cama.

Tal vez solo sea un mal sueño. Dormir todo lo arregla, dormir todo lo sana. Cierro los ojos y me dejo llevar por Morfeo.

- Emma - susurra alguien - Emma, despierta. Un policía quiere hablar contigo.

- Ya voy.

Antes de ir al salón, entro en el baño y me adecento un poco.

El agente Harrison me espera sentado en el sofá con un café entre las manos.

- No tiene muy buena cara - es su forma de saludar que no me gusta ni lo más mínimo.

- Usted tampoco. Dígame que puedo hacer por usted.

No me apetece nada tener una charla larga y aburrida que no tiene ningún sentido para la investigación. Lo mejor es ir al grano y terminar cuanto antes.

- Usted cree que quien está detrás de los anónimos es Sarah.

No lo pregunta, lo afirma así que sigo sin comprender que hace aquí.

- No lo creo.

- ¿No?

- No. Sé que es Sarah. Ella misma lo afirmó la noche que me detuvieron.

Se muerde el labio. Me cree y eso me alegra solo un poco dentro de mi pompa.

- La tendremos vigilada, no se preocupe.

- Muchas gracias señor Harrison.

Me levanto para despedirlo aunque él no ha hecho amago de irse. Espero unos segundos hasta que suelta el café y por fin capta el mensaje: no tengo humor para este tema ahora mismo.

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