Libido +18 romance Capítulo 63

Charlie pudo ver su cuerpo descubierto, y sintió que su garganta se apretaba.

Comenzó a recordar en la última vez que ella estaba borracha, en que casi moría en sus manos.

¡La historia se repite otra vez!

"Ariel, es hora de volver."

Ariel se sintió muy bien al escuchar su voz.

Una voz muy seductora y también como si fuera la melodía de una canción.

"No quiero volver. No me he empapado lo suficiente. Hay vino... ¿Quieres un poco? Está delicioso."

"Estás borracha."

"No lo estoy. Me dijeron que tenía poco alcohol."

"Pero has tomado mucho. Es hora de regresar y descansar."

"Sí que molestas."

Ariel no lo aguantaba. Quería taparle la boca a Charlie y sin pensarlo, se levantó y le tapó la boca con sus labios.

Se sentía frío, como gelatina helada y sabía muy bien.

¡Parecía que estaba comiendo!

Charlie sintió sus labios moverse y no supo si reír.

¡Solo ella podía pensar en comida en este momento!

¿Cómo podría Charlie negarse a ese beso? Había estado ansioso por encontrar la oportunidad de besarla.

Siempre había sido él quien tomaba la iniciativa, pero ahora se cambiaron los papeles...

Charlie presionó a Ariel en el borde de la piscina cuando ella menos lo esperaba.

Ella estaba sin aliento y no tenía tiempo para respirar. Solo se sintió un poco mareada.

Charlie esperó a que se relajara.

Esta vez, Ariel no veía con claridad y sus mejillas estaban enrojecidas.

Ella se humedeció los labios y lo miró sin saber qué hacer. Ella era tan inocente.

Pero esta expresión inocente le hizo a él querer poseerla de inmediato.

El cabello mojado cubría su precioso pecho.

Ese cabello negro era como unas serpientes del deseo, llamando su atención.

En ese momento, Ariel frunció el ceño, había sentido algo moverse debajo de ella.

"No te muevas. Creo que sentí algo."

Esa frase puso muy nervioso a Charlie.

Y apartó su cuerpo de un empujón.

"Charlie... ¿Qué te pasa?"

"Nada, jestás alucinando!"

"¿De verdad?"

"Bueno, ya es tarde. Debemos regresar. "

"Está bien. Está bien. Regresemos."

Charlie exhaló un suspiro de alivio, se acercó y abrazó a Ariel, y luego la llevó de regreso a su propia habitación.

Él no se cambió de ropa, sino que la ayudó a cambiarse primero, de lo contrario, se iba a resfriar.

Para este viaje, él había preparado dos juegos de ropa para ella. Una era para emergencias.

Ayudarla a cambiarse de ropa era un gran desafío para Charlie.

Era difícil no querer saborear cuando tenía una deliciosa comida enfrente.

A él nunca le han interesado las relaciones sexuales. Era una persona seria y racional.

Él se había esforzado mucho para no pensar en esas cosas, pero después de conocer a esta niña, descubrió que tenía una debilidad.

Ella podía conducirlo al camino del pecado.

¡Ahora mismo era su esclavo, y también lo será para toda la vida!

Él admitió que fue él mismo quien eligió estar con ella.

Comenzó a ayudarla a cambiarse de ropa, era como vestir a un niño.

Después de vestirla, Ariel se inclinó y lo olió, "Charlie, hueles muy bien. ¿Puedo comerte?"

Charlie estaba sin palabras. Realmente era una comelona. ¿Estaba borracha y todavía pensaba en comer?

"¿Acaso me puedes comer?" Le dijo de mala gana y le dio un golpecito en la cabeza.

"Hueles muy bien y se siente muy bien cuando te toco. No puedo evitar querer morderte..."

"Si de verdad lo quieres hacer. Ven y pruébame."

La pequeña chica asintió de alegría.

Entonces Charlie puso su brazo frente a ella.

Ariel lo agarró felizmente y luego se preparó con todas sus fuerzas para morderlo.

Pero... Soltó su brazo y lo dejo caer.

"¿No era que me querías comer?"

"No me atrevo. Te va a doler..."

Charlie se sintió un poco conmovido cuando escuchó eso. Esta chica todavía se preocupaba por él.

"¿Dormirás conmigo?"

"Sí, sí. ¡Vamos a dormir juntos esta noche!"

Ariel volvió a ponerse feliz.

Por temor a pecar, la llevó a la cama y le dijo: "Duerme primero, yo tomaré una ducha fría."

Tenía la voz ronca, el puño cerrado y las uñas profundamente incrustadas en la piel.

Él tenía miedo de no poder aguantar y querer hacerlo.

Charlie salió del baño al terminar de ducharse. Estaba un poco cansado por el tormento que Ariel le había hecho pasar.

Pero se sintió muy feliz al ver a Ariel dormida.

Dormía como un gatito, acurrucada y sujetándose de las sábanas.

Se metió lentamente en la cama por miedo a despertarla, pero ella se dio cuenta.

Ella se dio la vuelta, se deslizó en sus brazos y le frotó la cabeza.

Él tenía una sonrisa de esquina a esquina y le comenzó a acariciar la cabeza. A ella le gustaba estar así.

"Charlie..."

Ella murmuró con su delicada voz.

"Estoy aquí."

Cuando supo que estaba ahí, se durmió sabiendo que estaba a salva.

...

Al día siguiente, Ariel se despertó y olió algo familiar.

Dio un salto al ver la habitación en la que se encontraba.

Se levantó y miró la hora. Eran las siete de la mañana.

Se iban a reunir con las otras a las ocho para desayunar. Todavía tenía tiempo para regresar.

Estaba a punto de levantarse e irse, pero Charlie la agarró.

Ella escuchó su voz somnolienta: "¿Qué pasó? ¿Dormiste conmigo y quieres irte ahora? ¿No me darás nada a cambio?"

Ariel miró al hombre que estaba a su lado. Tenía los ojos medio abiertos, era obvio que durmió muy bien.

Esa cara, ella todavía no se acostumbraba a ella. Era tan hermosa que parecía un pecado tenerlo.

"¿Quieres dinero?" Le dijo ella.

Cuando dijo eso, Charlie la pateó.

"Oh."

Ella cayó de culo.

"¡Charlie, eres muy salvaje!"

"¿Quién te enseñó a decir eso?"

Charlie se sentó y abrió los ojos.

En esos ojos se notaba que estaba enojado y confundido. Ella se frotó el trasero y dijo: "En las novelas. Cuando una mujer

dormía con un hombre, siempre le daban dinero. Por lo general, erandólares. Pero era algo humillante."

"¿Todavía te atreves a decir eso? Entonces dame dinero, y humíllame. Date prisa."

Insistió Charlie.

"Este..." Ariel no entendía muy bien.

"Yo... No tengo dinero ahora mismo."

"¡Entonces ve rápido a buscarlo y tráemelo!"

Charlie lo dijo como si fuera una orden.

Charlie se sintió un poco conmovido cuando escuchó eso. Esta chica todavía se preocupaba por él.

"¿Dormirás conmigo?"

"Sí, sí. ¡Vamos a dormir juntos esta noche!"

Ariel volvió a ponerse feliz.

Por temor a pecar, la llevó a la cama y le dijo: "Duerme primero, yo tomaré una ducha fría."

Tenía la voz ronca, el puño cerrado y las uñas profundamente incrustadas en la piel.

Él tenía miedo de no poder aguantar y querer hacerlo.

Charlie salió del baño al terminar de ducharse. Estaba un poco cansado por el tormento que Ariel le había hecho pasar.

Pero se sintió muy feliz al ver a Ariel dormida.

Dormía como un gatito, acurrucada y sujetándose de las sábanas.

Se metió lentamente en la cama por miedo a despertarla, pero ella se dio cuenta.

Ella se dio la vuelta, se deslizó en sus brazos y le frotó la cabeza.

Él tenía una sonrisa de esquina a esquina y le comenzó a acariciar la cabeza. A ella le gustaba estar así.

"Charlie..."

Ella murmuró con su delicada voz.

"Estoy aquí."

Cuando supo que estaba ahí, se durmió sabiendo que estaba a salva.

...

Al día siguiente, Ariel se despertó y olió algo familiar.

Dio un salto al ver la habitación en la que se encontraba.

Se levantó y miró la hora. Eran las siete de la mañana.

Se iban a reunir con las otras a las ocho para desayunar. Todavía tenía tiempo para regresar.

Estaba a punto de levantarse e irse, pero Charlie la agarró.

Ella escuchó su voz somnolienta: "¿Qué pasó? ¿Dormiste conmigo y quieres irte ahora? ¿No me darás nada a cambio?"

Ariel miró al hombre que estaba a su lado. Tenía los ojos medio abiertos, era obvio que durmió muy bien.

Esa cara, ella todavía no se acostumbraba a ella. Era tan hermosa que parecía un pecado tenerlo.

"¿Quieres dinero?" Le dijo ella.

Cuando dijo eso, Charlie la pateó.

"Oh."

Ella cayó de culo.

"¡Charlie, eres muy salvaje!"

"¿Quién te enseñó a decir eso?"

Charlie se sentó y abrió los ojos.

En esos ojos se notaba que estaba enojado y confundido. Ella se frotó el trasero y dijo: "En las novelas. Cuando una mujer

dormía con un hombre, siempre le daban dinero. Por lo general, erandólares. Pero era algo humillante."

"¿Todavía te atreves a decir eso? Entonces dame dinero, y humíllame. Date prisa."

Insistió Charlie.

"Este..." Ariel no entendía muy bien.

"Yo... No tengo dinero ahora mismo."

"¡Entonces ve rápido a buscarlo y tráemelo!"

Charlie lo dijo como si fuera una orden.

"Me gustan así como tú."

Charlie respondió sin dudarlo.

"¡Tu respuesta es obviamente muy ridícula!"

"¿Por qué es ridícula? Si me tratas de forma coqueta, yo te complaceré. Si dices todo lo que piensas, yo también lo haré. ¿Por qué no?"

Cuando Ariel escuchó eso, no pudo encontrar forma de responderle.

"Charlie, supongo que debes ser muy bueno hablando de negocios con los empresarios en la mesa de negociaciones. ¡Sabes cómo responder a todo lo que te digan!"

"¿Crees que mi boca solo sirve para hablar?"

"Tu boca... Además de hablar, comer y beber, ¿qué más podría hacer?"

Ariel estaba confundida. Y en menos de un segundo, él le

demostró de forma práctica cuál era su respuesta.

Se inclinó y puso su gran mano en la parte de atrás de su cabeza para que ella no pudiera retroceder.

Cuando sus labios se tocaron, él le quitó de una mordida un pedazo de postre que tenía a un lado de la boca.

"¿Qué tal esta habilidad?"

"¿Poder arrebatarle la comida a los demás?"

"Tonta. Te estaba besando. ¿No puedes ver lo más obvio?"

Charlie no supo que más decirle.

Su pequeña prometida debió haber sido una cerda en su vida pasada. Por eso se la pasaba pensando todo el tiempo en comida.

Las personas normales se iban de vacaciones para jugar y divertirse. Pero ella parecía una cerda que estaba suelta y solo quería llenar su estómago con todo lo que encontrara.

Ariel se había llenado con la comida. Charlie le dio unas palmaditas en la cabeza y dijo: "Más tarde irán a escalar la montaña. Talvez yo no iré. Ten cuidado cuando vayas a la cima de la montaña, ¿está bien?"

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Libido +18