Libido +18 romance Capítulo 9

Desde que ella regresó a su lado, ya tenía claro que debía protegerla a toda costa con todo su corazón.

Pero antes de poder protegerla, este bastardo ya la había atormentado.

Sus ojos se transformaron en rabia, las pupilas se contrajeron y ni siquiera sintió lástima al verlo sufrir de tanto dolor.

El cabecilla no quiso ver más y dijo: "Charlie. ¡Él es el único legado de tu hermano mayor!"

Charlie al escuchar estas palabras, lo soltó.

" Aaron, llévatelo. Si mi hermano mayor y mi cuñada no saben educar a su hijo, entonces lo haré yo mismo hasta que sea mejor persona."

Aaron al escuchar esto dio un paso adelante y se lo llevó.

Piper se puso a temblar por todas partes. Esa patada casi lo mata. Y ahora lo iban a encerrar y castigar...

¡No!

Ese monstruo feo es el mismo diablo y no puede caer en sus manos.

"Abuelo... ayúdame. Él me matará, abuelo..."

El cabeza de la familia no quiso intervenir, fue Piper quien se buscó ese problema.

Después de que se llevarán a Piper, el cabecilla miró a Charlie.

"Charlie, no tengo nada más que decir. Puedes dejarlo parapléjico, pero no debes matarlo. Es el único hijo de tu hermano mayor. ¿Lo entiendes?"

"Está bien. Lo entiendo."

Su voz tenía un tono frío que asustaba a cualquiera.

El cabeza de la familia sabía que Piper sufriría una tortura inhumana. Incluso si no iba a morir, perdería casi la mitad de su vida. Pero él ya había aceptado no matarlo.

El cabeza de la familia suspiró pensando que esa noche iban

a cenar felizmente, pero no se esperaba esto... Media hora después, los padres de Piper llegaron a la casa.

Y en la sala de estar estallaron de rabia al enterarse de que

Charlie se había llevado a su hijo.

Charlie solo tenía en mente cuidar de Ariel y simplemente no les quería hacer caso.

Al final, el padre les dijo que se fueran y que mañana les iba a dar una explicación.

Ariel estuvo en coma toda la noche, el efecto de la morfina terminó y tuvo una pesadilla.

Ella balbuceaba como si tuviera miedo de algo.

"Ayúdenme. ¡No, no me toques!"

"Charlie, ¿por qué no vienes a salvarme?"

"Charlie..."

Ella lo llamaba como si fuera una niña indefensa.

A Charlie le dolía mucho el corazón, como si alguien lo hubiese apuñalado.

Apretó su pequeña mano y le acarició la mejilla, diciéndole: "Lo siento mucho. Esto no sucederá nunca más. Si alguien se atreviera a tocarte, ten por seguro que lo destrozaré."

Estas palabras fueron de mucho alivio para Ariel quien se relajó poco a poco.

Al día siguiente Ariel despertó y se dio cuenta de que se encontraba en la habitación privada de Charlie.

Le dolía mucho la espalda al momento de levantarse y el dolor la hizo gruñir los dientes.

Ella no pudo pararse con firmeza, y cayó al piso en pánico,

gritando de dolor.

En ese momento, la puerta del baño se abrió y una figura se acercó a ella.

"¿Estás bien? ¿Por qué eres tan descuidada?"

Charlie se enojó, pero no quiso hablarle de mala manera.

"No pasa nada."

¡Oh, qué susto!

Cerró los ojos, queriendo que la tragara la tierra.

"Por favor no me sigas torturando. Ponte algo de ropa."

"Tontita, en el futuro lo tocarás igual. Está bien, no te molestaré más. Me pondré ropa y esperaré que el médico venga a revisarte."

Se golpeó varias veces la cabeza y se fue.

Ella se tranquilizó al ver la puerta del baño cerrarse.

Tenía toda la cara roja, y el corazón se le subió a la garganta.

¡Pero qué vergüenza!

Charlie se cubrió rápidamente la parte inferior con una toalla. No se había secado bien y las gotas de agua rodaban por todos los músculos.

Se había lavado el cabello. Hecho su corto cabello hacia atrás luciendo riguroso y solemne.

Tal vez ya se había acostumPipero a ver su cara o ya tenía a Charlie en su corazón que no le daba tanto miedo ver la mitad de su cara quemada.

Ella siempre supo que había una historia en esa mitad de la cara. Algo terrible debió haberle pasado para que le dejara esa horrible marca.

Miró atentamente y sin darse cuenta él estaba a su lado.

"¡No seré cortés si sigues mirándome así!"

Se lo decía al oído y su aliento caluroso zumbaba por su canal auditivo.

Ella volvió en sí y retrocedió, como un pajarito asustado.

Sus ojos parpadearon y no se atrevió a mirarlo.

El médico de la familia llegó. La lesión en la espalda no era un problema grave, solo que no tenía que mover objetos pesados. En cuanto al tímpano, se recuperará por completo después de uno o dos meses.

Por suerte, ella aún podía escuchar, de lo contrario no se imaginaba que iba a pasar.

Ella recordó aquella noche y todavía le daba escalofríos.

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