Linda chica, no huyas romance Capítulo 20

Leonor permaneció al lado de la cama de Miguel toda la noche. Durante ese tiempo, una enfermera vino un par de veces para revisarlo. Cada una de estas veces, sus signos vitales eran normales y continuaban así.

Esas noticias eran bien recibidas por ella, quien respiraba aliviada. Sin embargo, aunque todo parecía ir bien, ni una sola vez despertó de su coma. Sus cejas permanecían fruncidas con fuerza como si estuviera teniendo una pesadilla.

-Migue, no tengas miedo. Mamá está aquí -lo consoló mientras sostenía su mano.

—Mami...

Al fin, los ojos de Miguel parpadearon un poco antes de abrirse, estaban deslumbrados y perdidos mientras miraba a su alrededor. Cuando distinguió a Leonor, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.

»Mami, ¿me desmayé otra vez?

-No, sólo te quedaste dormido en tu habitación. Mami estaba preocupada de que no te sintieras bien, así que te traje aquí, al hospital -le dijo con una mirada llena de amor.

El pequeñito parpadeó y asintió en señal de comprensión. Él no revelaría las mentiras de su madre. Aunque aún era bastante joven, era mucho más maduro y reflexivo que otros niños de su edad. También era la única persona, en realidad, que se preocupaba por ella y que se mantuvo a su lado todos estos años.

Y era por esto, que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por su bien. Ella no soportaría perderlo. De hecho, el sólo pensamiento de hacerlo era inaceptable para ella. Recordando como Claudio la había molestado por su relación con Miguel con anterioridad en el hotel, sus cejas se fruncieron con fuerza.

-Mami, ¿cuándo podemos ir a casa? -preguntó el pequeño con voz suave—. Aún tengo que terminar el libro de ayer.

-Pronto mi amor. Ahora, sé un buen niño y termina primero tu desayuno. Mami tiene que salir más tarde para hacer algo, pero regresaré lo antes posible para recogerte, ¿está bien?

Ella utilizó una pequeña cuchara para alimentarlo con caldo de verduras.

-Está bien. -Él parpadeó mostrando sus brillantes ojos; dos pequeños hoyuelos aparecieron en sus mejillas mientras sonreía.

Leonor sintió una opresión en su corazón al verlo. Cuando terminó de darle su almuerzo, ella se quedó un poco más de tiempo con él antes de salir del hospital. «¡Tengo que conseguir el dinero para la cirugía de Migue tan pronto como sea posible! Pero, ¿dónde se supone que conseguiré esa gran suma de dinero...? Cierto, ¡Sara!».

Ella encontró su teléfono y marcó el número de Sara. ¡Tenía que recuperar lo que le pertenecía de ese par, madre e hija!

Al principio, cuando regresó al país, ella se reunió con Sara y Sonia debido a asuntos relacionados con su padre. Por desgracia, esa reunión no terminó de manera placentera. Si no fuera por Miguel, ella hubiera preferido no verlas de nuevo. El teléfono sonó varias veces antes de que Sara por fin contestara.

-¿Qué quieres? -formuló al teléfono en tono arrogante.

-¿Ya has preparado el dinero? -La voz de Leonor sonaba fría mientras miraba las calles bulliciosas.

—¡Leonor Sandoval! ¿En serio me estás chantajeando? ¿Estás tan asolada por la pobreza que te has vuelto loca? —gritó Sara molesta—. Mi mami hizo mucho por tu familia todos esos años, y en su lugar, ¡tú la recompensaste desapareciendo sin dejar rastro! ¡Ni siquiera te hiciste cargo del funeral de tu padre! Sólo regresaste después de todo este tiempo, ¿y lo primero que haces es exigirme tres millones? ¡También podrías robar un banco!

Leonor ya se esperaba que Sara se retractara de sus palabras. Si ella fuera la misma mujer que había sido años antes, se habría enfrascado en una discusión acalorada con la otra en ese momento. Después, de manera eventual, este asunto habría sido dejado de lado debido a la posición social actual que tenía la vida de Sara.

Pero ella ya no era la misma mujer. No se permitiría ser engañada por ellas de nuevo.

-Déjame preguntarte una vez más. ¿Vas a pagarme tres millones a cambio de mantener tú original e inocente imagen de celebridad? Tengo muchos contactos en varios sitios de internet de chismes. Estoy segura de que ellos estarán bastante interesados en la vida privada de una celebridad como tú.

La mirada de Leonor era fría mientras sujetaba su teléfono. Ella no se movió del lugar donde estaba mientras esperó.

Como era de suponer, la voz iracunda de Sara resonó de nuevo en el teléfono.

-Leonor, ¿te atreverías a hacerme esto a mí? ¡Soy tu hermana! ¡No me digas que te has vuelto tan despiadada sólo porque tu padre murió!

-Tres millones y ni un centavo menos. Tienes cinco minutos para considerarlo. Si aún te niegas, enviaré estas fotografías a todos mis contactos —dicho esto, Leonor terminó la llamada. «¿Hermana? ¡No me hagas reír! ¡Sería una idiota si creyera en tus palabras!».

Ella estaba bastante segura de que Sara sería incapaz de permitirse tirar al drenaje la reputación que ganó con tanto esfuerzo. Para una celebridad como ella, tres millones en realidad no eran mucho.

Comprando una botella de agua en un puesto de periódicos, ella esperó la contestación de Sara. Su mirada vagaba por ahí antes de posarse en una revista de negocios. El hombre en la portada no era otro más que Claudio Blandón. Su mirada era penetrante y su rostro cincelado. Vestido en un traje hecho a la medida, el aire que emitía era imponente y autoritario, aunque era sólo una imagen.

Como un hombre en la categoría más alta del imperio de los negocios en Ciudad H, todo lo que necesitaba era una sola palabra, para poner a la ciudad entera de cabeza.

Capítulo 20 1

Capítulo 20 2

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