Linda chica, no huyas romance Capítulo 15

Leonor pidió prestado un paraguas en la recepción y tomó un camino solitario hacia la estación de autobuses. Al poco tiempo de caminar bajo la lluvia se dio cuenta de que alguien la seguía. Se dio la vuelta a la defensiva y vio que unos cuantos chicos sin escrúpulos se acercaban a ella.

-¿Quiénes son ustedes? -gritó, mientras apretaba su paraguas con fuerza.

Uno de ellos se acercó mientras una siniestra sonrisa se dibujaba en su malvado rostro.

-¿Eres Leonor?

-No, no lo soy. Te has equivocado de persona -respondió tajante mientras examinaba el entorno con cautela. No había ningún transeúnte y la lluvia era cada vez más intensa.

-¡No te atrevas a mentirme en la cara! -el hombre la empujó por el hombro y gritó.

Leonor se tambaleó hacia atrás y cayó sobre el suelo mojado.

El paraguas se le escapó de la mano y quedó empapada en un segundo mientras la lluvia golpeaba su cuerpo sin piedad.

Detrás de aquel hombre, su secuaz corrió y sacó una foto de su bolsillo. Tiró del cabello de Leonor y echó un vistazo superficial a su rostro.

-¡Jefe, es ella! -exclamó.

Al confirmar que habían dado con la persona correcta, el grupo la rodeó y la miró como una manada de lobos.

—Jovencita, este es tu día de mala suerte. Alguien ha querido que te demos una lección para que te comportes mejor la próxima vez -dijo el primer hombre.

La cara de Amanda apareció en la mente de Leonor mientras miraba nerviosa a los hombres. Sabía que Amanda solía ser una delincuente juvenil antes de convertirse en una celebridad, así que no le sorprendía en absoluto que Amanda le hiciera esto.

-¿Hemos oído que te gusta acostarte con los hombres? ¿Por qué no pasamos un buen rato juntos hoy? —los hombres la rodearon y se rieron de forma lasciva.

-¿Saben qué? Ella no se ve tan mal después de todo. Creo que es incluso más guapa que algunas de las famosas — bromeó uno de los hombres.

-¡Aguanten sus caballos! Yo debería tener mi parte justa de ella primero —interrumpió otro.

El grupo de hombres sedientos se acercó a Leonor y comenzaron a manosearla sin reservas. Leonor intentó apartar sus sucias manos, pero fue inútil. La superaban en número y aquellos hombres eran muy fuertes. No había forma de que pudiera escapar esta vez.

—¡No me toquen! ¡Por favor!

Pero los guardias hicieron caso omiso de su pregunta y les dieron una paliza sin mostrar piedad. Estaba claro que aquellos sinvergüenzas no tenían ninguna posibilidad frente a aquellos guardaespaldas profesionales. En pocos minutos, los sinvergüenzas aullaban y se revolcaban de dolor en el frío y húmedo suelo.

Leonor estaba sentada bajo la lluvia, atónita mientras todo se desarrollaba ante sus ojos. Se levantó con dificultad después de que los tres maleantes huyeran para salvar sus vidas. Un Rolls-Royce negro se detuvo junto a la carretera y el conductor salió del automóvil con un paraguas. Se dirigió hacia Leonor y le abrió la puerta del auto, para invitarla a entrar.

—Señorita Sandoval —saludó con amabilidad.

-¿Quién es usted? -preguntó Leonor mientras miraba al hombre con desconfianza; estaba segura de que nunca

había visto a ese hombre.

-No se preocupe, Señorita Sandoval. No hemos venido a hacerle daño. Suba al auto y lo sabrá -respondió el conductor con cortesía.

Leonor siguió su mirada y se sorprendió. En la parte trasera del automóvil, un joven apuesto estaba sentado sin inmutarse por el alboroto que se estaba produciendo en el exterior mientras miraba el documento que tenía en la mano.

«¿Claudio Blandón? ¿Qué está haciendo aquí?».

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Linda chica, no huyas