Drake se mantenía recargado en la pared del pasillo del lujoso hospital que se encontraba en el centro de la ciudad, de vez en cuando volteaba a ver al elegante hombre que se encontraba a su lado, sentado sobre uno de los típicos sofás rojos que solían poner en el área VIP de aquel hospital. Vania también se encontraba en el pasillo al igual que ellos, con la única diferencia que ella se mantenía completamente a parte y en silencio.
Para Ethan le parecía completamente imposible dejar de mover sus tobillos de abajo hacia arriba para conseguir que sus piernas se movieran una y otra vez. Un típico y extraño movimiento de ansiedad que había adoptado desde niño. Un movimiento que tenía años sin hacer pero ahí estaba, sentado sobre los asientos, moviéndose ansiosamente.
Drake llevaba años trabajando para él pero estaba completamente seguro que aquel movimiento únicamente lo había visto dos veces.
Ethan siempre tenía el control de sus sentimientos, siempre demostraba serenidad y un rostro serio que lo ayudaba a mostrar la autoridad que necesitaba. Nunca permitía que sus sentimientos fueran más fuertes que su cabeza. Incluso la mayoría de las personas podría llegar a creer que era una persona fría cuando en realidad solía preocuparse demasiado por las personas a su alrededor pero, sin duda en esos momentos los sentimientos estaban dominándolo por completo.
Llevaban un poco más de una hora en aquel lugar, esperando alguna noticia sobre Winter.
Ethan se mantenía levemente firme ante la idea que tal vez todo lo que estaba sucediendo en esos momentos no era más que una broma de aquel par de mujeres, tenía la esperanza que el medico llegara y le dijera que no había ningún embarazo en proceso porque estaba completamente seguro que si descubría que aquella noche en México le había dado la oportunidad de ser padre, nunca se podría alejar de Winter.
No estaba seguro si podría ser un buen padre, si finalmente había llegado el momento adecuado para convertirse en uno. De hecho estaba casi completamente seguro de que posiblemente no sería un buen padre, temía no tener el tiempo suficiente para darle el amor que se merecía un hijo, temía ser un pésimo padre como el suyo pero también algo dentro de él se sentía bien ante la idea. Como si una pequeña flama cálida lo estuviera encendiendo por dentro, iluminando tenuemente aquel oscuro vacío.
—La doctora está viniendo— susurró Vania, acercándose por primera vez a ella, mordisqueándose la manicura de color rosa.— ¿Ella se encuentra bien?— soltó en cuanto la joven mujer de bata blanca se detuvo frente a ellos.
—Ella se encuentra bien, está descansando pero, ¿Quién es el padre?— preguntó, pasando su mirada de Drake a Ethan unas cuantas veces. Esperando que uno de ellos hablara rápidamente.
Ethan se aclaró la garganta antes de fijar su mirada ante la mujer que tenía frente a él.
—¿Yo?— soltó totalmente inseguro.
—Sígame por favor, los demás pueden esperar aquí.
—Entiendo...—susurró Vania, sentándose en uno de los asientos rojos.
Ethan suspiró antes de levantarse del asiento, siguiendo a aquella mujer de bata blanca por el pasillo del hospital, sintiendo levemente como las manos le temblaban. Rápidamente volteó a verlas para después esconderlas en los bolsillos de su pantalón.
Quería decir algo, de hecho estaba totalmente ansioso por preguntar si aquella diminuta señal de vida se encontraba bien. Se mordía los labios constantemente pensando en que momento era adecuado para soltar aquella pregunta.
“Vamos, solo pregúntalo” pensó específicamente, abriendo ligeramente los labios para finalmente preguntar lo que tanto deseaba preguntar pero la doctora volteó repentinamente hacia él y le regaló una gran sonrisa antes de abrir la puerta de su consultorio e indicarle que pasara.
Ethan asintió levemente, entrando al consultorio, escuchando como sus pasos producían un ligero sonido sobre el suelo.
—Me imagino que debe de estar muy feliz por la noticia, señor Miller— comentó la mujer, sentándose sobre su asiento— oh, tome asiento por favor— pidió, señalándome uno de los asientos que había frente al escritorio.
—¿Usted me conoce?— preguntó él, aceptando sentarse en el asiento. Moviendo ligeramente el tobillo mientras se cruzaba elegantemente de piernas.
—Todos lo conocen. Puedo imaginar que su divorcio se debió al embarazo de esta mujer— susurró, percatándose de como en unos cuantos segundos la mirada de Ethan cambiaba por completo— no tiene de que preocuparse, no me importa para nada su vida privada, solo le deseo que sea feliz con la mujer que realmente lo haga feliz... ¡En fin!— soltó antes de un largo y ruidoso suspiro— esto es para usted —mencionó, extendiéndole las fotografías del ultrasonido que acababa de realizarle a Winter.
Ethan no se movió ni un pequeño milímetro, simplemente permaneció estático en su asiento, observando como aquella mujer le extendía las fotografías.
—¿Hay alguna forma de hacer una prueba de paternidad desde estos momentos?— soltó Ethan, logrando que la pequeña sonrisa de la doctora desapareciera por completo.
—Ya veo lo que ocurre...—susurró, dejando las fotografías sobre el escritorio.
—¿La hay?— insistió él, alejando su mirada de las fotografías.
—Claro que la hay pero... es bastante arriesgado. Aconsejo que el bebé nazca para realizarle una prueba de paternidad. Si lo que teme es que esa mujer haga un escándalo y arruine su imagen...se equivoca— afirmó. Recargándose por completo sobre el respaldo de su asiento— de hecho pedí hablar con usted en privado ya que mi paciente ha solicitado una finalización voluntaria del embarazo y me gustaría que usted como el padre diera su punto de vista.
—¿Ella no quiere...?
—No. Dijo que si posible le gustaría incluso hacerlo hoy mismo.
—¿Puedo verla?— preguntó él, levantándose del asiento con el ceño levemente fruncido.
—Por el momento no es posible ya que se encuentra descansando y no es hora de visita.
—¿Entonces que se supone que haga?
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