Matrimonio Forzado romance Capítulo 25

Kalil.

Su cuerpo vibra en mis brazos como si no soportase resistir más a lo que está sintiendo, sus manos se esparcen por mis hombros y por mi espalda de forma apresurada, sacando la camisa totalmente agitada para que nuestros cuerpos puedan hacer contacto.

Un gruñido ronco sale por mi garganta cuando su piel y sus pechos tocan el mío, mi piel se enchina al instante y Saravi se arquea estremeciéndose ante el roce.

—Kalil…—pronuncia desesperada, su rostro está rojo ante la temperatura elevada, pero su mirada solo me dice que quiere lo mismo que yo.

La unión de nuestros cuerpos.

—¡Mírame, Saravi! —Indico tomando su rostro, a la vez que mi cuerpo presiona el de ella contra la pared—. Dime que quieres ser mía, ¡Di qué, lo quieres!

—Yo soy tuya, Kalil, soy tuya y siempre lo he sido…

Sus palabras crean un choque profundo en mis sentidos, uno que jamás viví con otra persona, el significado de sus palabras, aunque ella no sea consiente, alteran las ganas que tengo por ella, invaden mis sentidos y me dejan sin la fuerza necesaria para ser prudente ante lo que siento.

—Aunque no sepas lo que dices, Saravi, anhelo con todo mi corazón que eso sea verdad —expreso para por fin besarla, ella me corresponde de inmediato desahogando su ansiedad en mi boca.

En algunos momentos de los toques y caricias esparcidas por parte de ambos, nuestros cuerpos quedan desnudos y agitados frente al otro. Comienzo a besar su cuerpo, todo lo que puedo de él; Saravi se coloca en tensión tratando de impedir que bese sus pechos u otras zonas que imagino le avergüenzan, pero yo no me detengo por ella y continúo devorándola con mi boca, probando su dulce piel, el rico sabor de su tez al tiempo en que ella tiembla de pies a cabeza.

—¡Por favor! —pide con voz entrecortada y yo no demoro más, entonces la sujeto de las caderas y la subo hacia mi torso para entrar lentamente en ella.

Su jadeo se mezcla con el mío junto con un rotundo ronquido estremeciendo todo mi cuerpo, las sensaciones, todas, se arremolinan en mi anatomía, y aunque ya disfruté de lo placentero que es estar dentro de ella, mi cuerpo reclama saciarse en todo lo que pueda.

Beso la boca de Saravi de forma violenta dificultando tanto la respiración que una nueva sensación que se instala en mi cuerpo. Es como si no quisiera hacer otra cosa en la vida, es como si este momento me aniquilara para hacerme esclavo de este sentimiento, como si no tuviera tanto de ella, como si quisiera meterla dentro de mí para siempre.

Sus labios succionan los míos, el cuerpo de Saravi ha olvidado toda la pena y vergüenza que hace minutos demostraba su rostro, ella se deja llevar por las emociones, parece que el mismo sentimiento que se instaló en mí, la poseyó también por completo. Ella se mueve a mí mismo ritmo, sus ojos se cierran y abren, su cuerpo se retuerce buscando más placer, pero cuando su mirada logra conectarse con la mía, entonces las sensaciones se multiplican por mil, como está ocurriendo en este preciso instante.

Y juro que no podré aguantar mucho más.

Como si su cuerpo leyera el mío, veo y siento como Saravi comienza a convulsionar haciendo un mohín en su cara para luego dar un largo gemido que sale de manera tan sensual de su boca.

—¡Mi rey! —expone acelerada, y sin poder retenerlo más, aprieto su cuerpo tanto al mío, expandiendo toda la sensación de éxtasis que me inundaron hasta la medula.

Un sonido gutural se escucha en la habitación por mi parte mientras me vacío dentro del cuerpo de Saravi. Mi rostro está acunado en su cuello, al mismo tiempo en que sus besos se esparcen en mis brazos y hombros.

Nunca me sentí así. Jamás en mi vida.

Si antes dudaba de la conexión que sentí desde que vi a Saravi, ahora puedo ratificar que ella ha retenido todo mi corazón en su mano. Estoy enamorado de Saravi, ahora puedo decir que la amo irremediablemente.

Una a una ella baja sus piernas, para colocarlas en el suelo frío mientras que lentamente salgo de su centro sin retirarme de su cuerpo, sus labios se mueven suavemente junto a los míos para dar un largo suspiro colocando su frente junto a la mía.

—Me volverás loco —expreso al mismo tiempo que ella asoma una sonrisa en su boca, contagiándome al instante.

—No tanto como usted a mí… Alteza —bromea.

Tomo su cuerpo cargándolo nuevamente para llevarnos a la cama. Cuando la coloco en ella, su cabello dorado es esparcido por todo el espacio, y su cuerpo delineado hace parecer que estoy viendo una visión. Saravi es completamente hermosa.

Ella es perfecta.

—¿Pasa algo? —pregunta con el ceño pronunciado.

—No…

—¿No?

Niego varias veces mientras sonrío.

—Estoy detallándote, quiero grabar cada parte de tu cuerpo, siempre quiero tenerlo en mi mente para cuando deseé recordarte haciendo mis quehaceres en este palacio y fuera de él, así te extrañaré hasta nuestro próximo encuentro.

La sonrisa de Saravi se desvanece como si hubiese visto un espanto. Quizás mis palabras están siendo muy profundas, quizás mis sentimientos la están asustando y debo tener cuidado, porque sé que ella está colocando todo de su parte para que esto funcione. Sé que sus sentimientos están cambiando.

—Perdona —me disculpo rápidamente.

—Kalil…

Mi dedo viaja hasta su boca para acallarla de inmediato. Lo que menos quiero en estos momentos es que ella pronuncie el nombre de otro hombre en nuestra cama, no quiero siquiera que pueda expresar su confusión, no quiero al menos por ahora escucharle pronunciar que debo tener paciencia.

—Hoy no —le digo—. Hoy quiero sentirte, Saravi, quiero y necesito que te centres en este momento y en el ahora. Quiero que solo sientas, no pienses en nada, por favor.

Su rostro angustiado asiente lentamente. Quizás está batallando dentro de ella, por lo nuevo que está sintiendo y por lo viejo que aún persiste torturándola.

Acerco su cuello hacia mí, es necesario que lo haga porque sinceramente estoy sediento de ella, quiero con todas mis fuerzas llenarla tanto, que al menos por hoy y al menos por esta noche, su cuerpo y su mente solo deseen estar aquí, conmigo.

***

Una fresca mañana sin duda. Algunos rayos de sol se insertan por los marcos de una ventana semi abierta dando un poco de luz a la habitación, yo camino descalzo por ella mientras corro algunas cortinas para no levantar a Saravi.

Su cuerpo esta de lado, con una sábana blanca a medio poner, pero sin duda alguna evidenciando su desnudez por cualquier ángulo por donde se mire.

No puedo dejar de mirarla, llevo levantado hace una hora y no puedo.

Un suspiro sale de mi boca mientras la tensión comienza a formarse en mí entre pierna. No tengo más remedio que salir de aquí en cuanto antes.

Ya vestido me escabullo lentamente de la habitación cerrándola muy despacio para no producir ningún ruido, al llegar al salón consiguiente de la habitación encuentro que Nadia, la dama preferida de la reina, está preparando sus cosas sin darse cuenta de que yo he salido.

—Nadia… —digo sorprendiéndola al pronunciar su nombre—. La reina aún duerme, no dejes que nadie entre a la habitación por muy urgente que sea. Dejemos que descanse, ¿está claro?

—¡Si majestad!, por supuesto, nadie entrará a esa habitación a menos que ella lo pida y ya esté despierta.

—Perfecto —respondo con una sonrisa ladeada mientras que continuo el paso hacia mi otro destino; pero recuerdo algo y vuelvo a girarme a la criada—. Por cierto, Nadia, si su padre quiere verla, impídeselo también, dile que son órdenes del rey. Hasta que ella por si sola despierte, no recibas a nadie.

La dama asiente haciendo una reverencia y yo quedo conforme colocando la encomienda en ella. Entonces camino apresurado para la habitación de Hanna, obviando que antes debía reunirme con los generales.

—Lo sé —reconozco mientras me levanto para estar a la par de ella—. No quiero colocar la palabra de Alinna por encima de la de mi esposa, solo quería comentarte el por qué Alinna está aquí y la gravedad de este asunto. Si esto llega a oídos de las personas equivocadas podrían estar inculpando a la reina de una traición, y sé completamente que eso es falso. Saravi sería incapaz de hacer semejante acto.

—Estoy de acuerdo contigo, hermano, ni ella ni Fais pueden estar involucrados en el hecho. Siento más bien que quieren poner a las personas cercanas a ti en tu contra para desequilibrar la monarquía.

—También lo pensé —digo mientras observo la lejanía de las montañas, y a los segundos siento como mi hermana aprieta mi hombro para que no me resienta ante los sucesos.

—Hablaré con Alinna para tranquilizarla, le pediré que elimine esa conversación de su memoria y así podrás estar más tranquilo. Sé que ella me hará caso.

—Gracias, Hanna, agradezco que lo hagas, además Saravi ya está bastante nerviosa con su presencia aquí en el palacio.

—Lo sé —dice asintiendo apenada y asomando una sonrisa que alivia un poco mis nervios—. ¿Están yendo las cosas bien?

—Mucho —expreso mientras las risas se mezclan y la tensión disminuye.

—Me alegra, espero que ella pueda darse cuenta de que tiene el hombre más maravilloso en su vida.

Mi risa se corta ante sus palabras. Me duele mucho ver diariamente la tristeza de mi hermana y quisiera por todos los medios hacer las cosas más fáciles para ella. Pero, por otro lado, también imagino como debe sentirse un hombre humillado, me coloco en los zapatos de mi amigo Basim. Él quedó destrozado ante la falta de tacto y engaño de mi hermana, Hanna pisoteó literalmente el orgullo de un hombre, mi hermana no reparó en cómo tomó el corazón de Basim y lo hacía polvo entre sus manos, aunque me duela reconocerlo porque amo la entrañablemente.

Un hombre, un hombre queda marcado de por vida ante un engaño como ese.

Si mi hermana hubiese sido abierta, si ella desde el principio hubiese dicho la verdad, las cosas habrían sido muy diferentes. Pero no bastó con solo ocultarle a Basim de su nuevo compromiso, también sumó a no enfrentarlo y hablar con él para terminar la relación. Luego como si nada hubiese pasado, cada día se pavoneaba con su nuevo amante, sin darle una explicación, creando una humillación en Basim, sabiendo que todos menos mi padre, sabían de la relación entre ellos dos.

Me despabilo un poco de los recuerdos y me dirijo hacia ella nuevamente.

—Yo espero que tú puedas ser feliz también hermana, espero que encuentres a un hombre que te pueda merecer —digo ocultando la verdad. Porque, aunque sé que el general aún sigue amando profundamente a Hanna, yo le prometí que jamás esa verdad saldría de mi boca.

Ni siquiera para mi propia hermana.

Ella asiente volviendo a tener el rostro entristecido. Entonces lo tomo entre mis manos para darle un beso en la frente e irme de la habitación.

Ahora tendré que reunirme con los generales, porque con la última anécdota que escuché, las cosas se están poniendo más difíciles de lo que yo esperaba.

Antes de la reunión, llevé a Basim a la parte boscosa del palacio donde frecuentamos realizar algunos entrenamientos. Si él es el general al mando necesitaba también alertarlo de los comentarios de Alinna, porque, aunque mi hermana era mi mano derecha, Basim sin duda alguna, era la mente fría que también me hacía centrar a la realidad.

—¿Confías en ella? —pregunta el general luego del relato que le di.

—Totalmente, Hanna también confían en ella. Y Fais… ese viejo es lo más cercano a la fidelidad que he conocido en la vida.

—En eso estoy seguro. Fais es como un padre para ti. Jamás desconfiaría de él.

—Por otra parte, están esas notas anónimas que me joden hasta el cansancio.

—Hay algo muy extraño en ellas, es como si detrás de todo se ocultara algo muy personal que no he podido descifrar —repone Basim preocupado—. ¿Crees que sea a causa de Hanna?

—Pensé lo mismo. El maldito está con ellos. Lo que no se Basim, es en qué lugar esta ese mal nacido, no sé qué puesto ocupa, ni sé que tanto poder tenga dentro del grupo Ayatolá. Porque si este hombre es cercano a los líderes debemos de estar muy atentos, ya que la monarquía entonces sí corre un peligro muy grave. Ese tipo sabe mucho de nuestro reino.

—Tengo a varios hombres que están trabajando en el camuflaje dentro del ejército Kalil, porque sin duda alguna hay traidores, incluso dentro de nuestras salas de reunión, de lo contrario Ayatolá no sabría los pasos que seguimos, ni nos estarían amedrentando con las notas anónimas.

—Así es amigo —repongo—. Llevaremos a cabo nuestro primer plan para desarmar a los traidores del ejército, mientras hacemos todo lo posible por encontrar y salvar a Borja…

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