Matrimonio Forzado romance Capítulo 38

Kalil.

El cuerpo me duele tanto que hasta el respirar me cuesta. Logro sentarme con dificultad para zarandear el cuerpo inamovible de Basim.

Me preocupa, me preocupa mucho su estado, su cuerpo prácticamente se puso como escudo encima de mí en el momento que llegó el resto de los hombres para seguir con la golpiza que yo mismo propicié.

La soga en mis manos ya llegó a un punto en que me crea un malestar constante por su rozadura en la piel amordazada. Pero debo buscar la forma de salir de aquí con Basim, de lo contrario nuestras vidas no llegarán a otro día más; no puedo arriesgarme solo por las palabras de convencimiento de Saravi hacia el bastado, su nerviosismo la delataba, sabía que, el hombre andaría pisando con cuidado para con ella.

También necesito saber en qué lugar se encuentra, no saldré de este lugar sin llevármela de aquí, cerciorándome de que esté a salvo.

Fui de lo más imbécil posible, esta situación que está ocurriendo ahora ha sido por mi culpa, por mi arrebato y por las palabras mal habidas de mi madre. Lo único que me tranquiliza en este momento es que Hanna quedará a cargo de cualquier decisión en mi ausencia, yo le delegué ese poder desde que tomé la corona, y estoy convencido de que tomará la mejor decisión en medio de todo esto.

Logro levantarme con mucho esfuerzo sin conseguir que Basim reaccione. Poco a poco y de forma silenciosa me acerco sigilosamente a la ventana para ver a través de una lata entre puesta, para saber cuántos hombres están a la guardia de nosotros.

Cuatro hombres, que en efecto están tomando bebida. Parece que nuestra llegada ha emocionado el lugar. Y están festejando por ello.

Aprovecho la lata puesta semi improvisada y comienzo a rasgar la soga. Es el único lugar en el que puedo ver con más claridad por la luz que proviene de afuera. En el momento en que salieron de la casa, quitaron toda iluminación de esta. No va a ser fácil cortar la soga, pero, no tengo otra opción.

Una tos en forma de ahogo me despista de la acción que estoy ejecutando y giro rápidamente en dirección de Basim. La oscuridad es apremiante, pero, aun así, la poca luz de la ventana nos da un poco de vista en algunas partes de la casa vieja.

—¡Basim! —llamo llegando rápidamente hacia él. Este se mueve a un costado con una mueca de dolor en su rostro.

—Estoy jodido…

Varios hilos de sangre han salido de su boca al toser, en realidad tiene muchas heridas en su cara, junto a varios moretones.

—¡Debemos salir de aquí lo más pronto posible! —digo tratando de ayudarlo a sentar.

—No llegaríamos ni a un kilómetro. Este lugar debe estar inundado de rebeldes. Estoy casi seguro que aquí y alrededor se resguardaba todo el grupo ayatolá.

—No lo sé a ciencia cierta —repongo pensativo—. Pero no podemos quedarnos aquí.

Un bullicio más fuerte del normal se comienza a gestar afuera, la algarabía y los choques de celebración han encendido el lugar.

Inclusive escucho como se establece una conversación fuera de la casa, lo que no sé muy bien es de quiénes se trata. Tumbo a Basim nuevamente y acomodo la soga de mis manos; sin duda alguna alguien entrará en cualquier momento y debemos colocarnos en la misma posición para no levantar sospecha.

—Hazte el muerto —le ordeno a Basim mientras él vuelve a recostarse con dolor en su rostro.

Un silencio apremiante inunda el lugar y ahora solo el sonido amortiguado a lo lejos de los gritos y algarabía, son lo que sostienen mi agitación imperiosa.

La puerta se abre sigilosamente y por fin veo la silueta que se asoma en la casa…

¿Saravi?

Inmediatamente la puerta es cerrada y ella se acerca rápidamente a nuestro lugar.

—¿Saravi? —pregunto sin poder creerlo.

—Kalil… —su rostro estremece todo mi cuerpo—. No tengo mucho tiempo… Por favor, escúchame.

No dejo que continúe, como si mi cuerpo reaccionara a su presencia, tomo su rostro y lo acerco totalmente al mío rozando sus labios y aspirando su olor. Uno mis labios con los suyos y ella responde de inmediato a tan ansiado gesto.

Luego se despega

—Mañana iré al centro de Angkor —explica rápidamente en susurro—. Esta es la única oportunidad que tengo…

—¿Qué harás?

—Haré llegar un recado al palacio, Mishaal enviará una sentencia, tu vida y la de Basim a cambio de que tu familia desaloje el palacio… En tres días lo tomarán, tienen un plan para eso.

—No… —las palabras salen mi boca mientras el desespero se apodera de mí… ¡No!

Los labios de Saravi tiemblan observando mi expresión, rápidamente seca una lágrima que se escapa de sus ojos y toma mi rostro decidida.

—Necesito que confíes en mí, aunque no lo merezca. En tres días, esta aldea quedará con muy pocos soldados y yo vendré por ti. No me lleves la contraria en nada, te mostraré un camino al río, allí estoy segura te buscarán…

Un sonido de voces y pasos se escuchan afuera de la cabaña. Entonces Saravi se levanta para revisar y se agita nuevamente.

—Debo regresar… ¡Por favor! ¡No te muevas de aquí! Y no trates de huir, necesito que sigas el plan. Yo enviaré una nota personal a Hanna y vendrán por ti.

—¡Saravi! ¿Qué pasará contigo?

Ella no se gira para responder, su detenimiento solo demora unos segundos hasta que sale definitivamente de la cabaña, escurriéndose de la misma forma como entró.

La preocupación y el incierto se instalan en mi pecho, quiero confiar en ella, y en lo que Hanna hará para terminar con esta pesadilla, por más de que quiera hacerme el fuerte, jamás en mis condiciones podría hacer nada sino empeorar las cosas.

Pero el hueco en mi pecho es tal que el desespero se apodera de mí, quiero lo mejor para Angkor, incluso quiero que los rebeldes desaparezcan de una buena vez por todas; pero preocupa muchísimo la seguridad de Saravi, me preocupa el no saber qué pasará con ella, pero sobre todo… si se quedará conmigo.

Saravi.

De forma sigilosa camino de puntillas, escabulléndome por los rincones oscuros donde la iluminación del fuego no llega, aprovechando la ebriedad de más de miles de hombres que se han arremolinado en el sector. Esta es la única oportunidad que tengo, esta es la señal que el cielo me regaló para tratar de reparar el daño que he causado.

Luego de un largo recorrido logro llegar por detrás de la carpa de Mishaal, pude despegarme de él al decirle que estaba realmente cansada y él da por hecho que yo estoy dormida y descansando en este momento.

Cuando entro en la carpa, suelto el aire para acompasar la agitación que me llevó todo el recorrido. Rápidamente me coloco entre los cojines mientras que suelto de forma precipitada las lágrimas que ya no puedo retener.

Tengo miedo, estoy aterrada ante la única idea que se me formó en la cabeza para darle un punto final a todo esto. Incluso sabiendo que puede ser una batalla perdida, lo quiero intentar, quiero hacerlo hasta el final, pase lo que pase.

Ya tengo lista la carta entera que redacté para Hanna, le especifiqué paso por paso el plan a seguir. Y ruego a Dios que ella pueda confiar en mí y que las cosas se puedan dar tal y como espero que se den.

Mis ojos parpadean varias veces tratando de no adormecerme, porque aun cuando la algarabía allá afuera es tan fuerte, mi cuerpo y mi mente ya no dan para más…

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado