Matrimonio Forzado romance Capítulo 61

Saravi (Nahid)

Traté de relajarme en las siguientes horas, Annisa entró en la habitación unos minutos después de la complicada conversación entre Omer y yo, y sin duda alguna al ver su rostro me sentí más tranquila. Había cierta tensión entre madre e hijo, lo podía notar en cada momento que se compartió durante la mañana.

«Pero… lo dejé pasar.»

A pesar de las palabras de Omer y la confirmación de Annisa de lo que había pasado ayer, yo no estaba conforme, y eso lo iba a corroborar una vez me reuniera con la familia real.

Podían pensar que eras una atrevida, yo Nahid, una simple cortesana pidiéndole explicaciones a la realeza. Podía entender si alguien no lo comprendía. Pero después de todo lo que había pasado creo que estaba en todo mi derecho. No me importaba si ellos estaban incluso en el rango del cielo, ante todo era una persona ajena, y solo por ese hecho podía exigir mis derechos y saber el por qué había sido involucrada en alguna posible equivocación.

Luego de soltar la tensión, unos lacayos nos informaron que dentro de una hora debíamos pasar al almuerzo con la realeza, quizás estaríamos con algunos invitados más, y eso era bueno porque podía disimular mis nervios. De lo que si estaba segura, era que en algún momento de la tarde cuando estuviésemos entregando los regalos, sería yo misma en pedir una explicación.

Y nadie me detendría, así este mismo día, y en ese mismo momento, yo fuese echada del palacio.

La gente de Angkor era muy noble, aunque a mi parecer un poco reservada, yo trataba de conversar con las damas que ahora mismo me ayudaban con mi vestido y maquillaje, pero ellas parecían sentenciadas a no dirigirme la palabra. Todo el procedimiento lo hacían en silencio.

Me di por vencida, quizás eran órdenes estrictas que debían cumplir. Eso me dio tiempo de pensar y sobre todo, recordar.

Llevé mis dedos a los labios, nuevamente preguntándome si lo que pasó ayer solo sería una alucinación mía a causa del brebaje, quizás fue un sueño, quizás si caí rendida, y todo esto fue irreal.

Lo único que me rondaba en la cabeza era, ¿por qué recordaba esas palabras como si de verdad hubiesen sido pronunciadas cerca de mí?

Había pensado tanto en eso, ahora podía saber que no era Omer, si de alguna manera pudo ser real, ese hombre me llamó Saravi, y Omer jamás me llamaría así.

Estaba perdiendo el control de mis pensamientos.

—Hola, querida, vine a buscarte, es hora de ir al salón para la comida.

Annisa se acercó a la habitación mientras las damas ajustaban la cinta en mi cintura.

—Sí, ya estoy lista —digo tomándola del brazo, que, aunque estoy nerviosa y expectante, coloco mi mejor cara para el encuentro.

En unos minutos llegamos al salón, en la entrada Omer se nos unió y luego nos fuimos, para llegar a la gran mesa.

Era una mesa enorme, en cuanto llegamos había varias personas que desconocía totalmente, y que para mí decepción ninguno de la realeza se enontraba en ella.

—Pensé que estarían aquí —digo en susurro hacia Annisa mientras Omer acomodaba nuestras sillas.

—¿Quiénes? —responde ella distraída tomando su servilleta de tela para colocarla sobre su regazo.

—El rey, la princesa y toda su familia…

Annisa gira hacia mí un poco… sorprendida por mis palabras, como si no esperaba que mencionara el tema. ¿Por qué?

—No, la realeza estará en otro salón. Quizás nos sumemos a ellos por la tarde.

Una sensación nuevamente de decepción se me incrusta en el pecho. ¿Qué esperabas Nahid? ¿Pretendías acaso que el mismo rey viniera en persona y te pidiera disculpas?

Sí.

¡Por favor! ¿Cómo puedo siquiera asomar esa posibilidad?

—¡Majestad!

Un coro por todas las personas presentes me hace despabilar de mis pensamientos, y en seguida toda la mesa se levanta del asiento.

Entonces yo levanto mi rostro.

«Él está ahí, parado en la punta de la mesa, mirándome fijamente.»

Paso un trago forzado exigiéndome a mí misma calma. Es inexplicable como mis emociones se disparan solo con esa mirada, no puedo entender qué ocurre entre ese hombre y yo, pero puedo sentir como de forma turbia mi cuerpo reacciona ante su presencia.

—No quiero incomodar —dice el rey—. Pueden seguir en su almuerzo, yo quiero invitar personalmente al rey Bozkurt y a sus acompañantes a nuestra mesa.

El estómago se me vuelca al instante al escucharlo, es cómo si relacionara su voz con mi sueño de ayer, es cómo si algo dentro de mí me sacudiera fuertemente.

—No queremos molestar, Señor —responde Omer un tanto extraño, forzando una sonrisa.

—Jamás me molestarían, así que, por favor, pasen al otro salón.

Sus palabras, aunque no fueron una orden, eran firmes, sin duda no quería que cuestionaran su petición, entonces viendo la negativa de Omer, yo decidí levantarme.

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