Matrimonio Forzado romance Capítulo 62

Saravi.

El silencio es largo, tenso, impaciente y muy estremecedor. Por algún motivo mi respiración se acelera, después que solté la pregunta las personas en la mesa parecen haberse enmudecido quedando estáticas en cada uno de sus puestos.

Me atrevo a desviar la mirada a la mujer que está frente a mí. Ella parece a punto de explotar, está muy incómoda, como si mi sola presencia le fastidiase.

El rey Sabagh observa a todos con duda, como si su mirada les sentenciara a que sigan con este silencio. Entonces cuando ya pienso que no podré más con esta tensión él gira su cabeza hasta encontrarse con mis ojos.

—Queremos pedirte disculpas por lo que sucedió ayer —comienza tratando de ser paciente y amable. Pero sé que está conteniéndose, su cuello y cuerpo lo expresan de inmediato, ellos arrojan un malestar evidente.

—No quiero incomodar —respondo sin dejarme apabullar—. Quedé con la duda, y con el respeto de todos, sentí como si hubiesen visto un fantasma.

Una risa espontánea desvía las miradas que estaban puestas en mí, para ir hacia el joven que está sentado cerca de Omer y el padre del rey. El muchacho gesticula una sonrisa y se avergüenza de inmediato cuando encuentra la atención de todos en él.

—Usted no parece un fantasma para nada —dice mientras le pica el ojo a su hermano. ¿Acaso eso es lo que vi?—. La verdad es que se nos hizo muy conocida, a todos nos tomó por sorpresa.

Entonces es eso. Entonces sí me parecía a la anterior reina. Le traería recuerdos muy poco gratos a esta familia, por ello sus expresiones y su desagrado al verme. Ahora entiendo mucho mejor este revuelo. Y no es para menos.

Sin embargo, la información no me calma, aunque todos los presentes disimulen, sé muy bien lo que le pasó a esta familia con esa mujer.

—Siento mucho lo que pasó —me disculpo sintiéndome avergonzada.

—No se preocupe —dice nuevamente la prometida del rey—. Estamos entendiendo que los recuerdos hay que dejarlos en el pasado, y que no deben salir de allí.

Asiento despacio, aunque no muy de acuerdo con sus palabras. Si ella supiera que no pienso lo mismo, que yo daría todo por recordar y saber quién soy, encontrarme de una vez por todas y no sentirme perdida todo el tiempo, y tan confusa.

—Estoy de acuerdo con usted —expresa Omer levantando una copa distrayendo mis pensamientos—. Les invito a hacer un brindis por vivir el presente, y por enterrar nuestro pasado.

Las dos mujeres delante de mí sonríen complacidas levantando sus copas y poco a poco de forma insegura el resto de la familia las levanta, repitiendo en coro las palabras que Omer mencionó para celebrar.

Con un sin sabor en mi pecho y la presión calando en mí, dudo por supuesto de aquella celebración; nadie podría entender mi situación, era una vida completa la que había perdido después de lo que me pasó. Entonces dudosa, toco con mis dedos la copa y desvío la mirada nuevamente hacia el rey. Este no se mueve y hace caso omiso al brindis, no celebra, ni ríe como los demás, él solo, él solo me observa fijo.

Sin saber por qué, mis dedos se deslizan nuevamente y se apartan de la copa.

«No hago el brindis, no quiero realizarlo.»

El rey sonríe con la boca cerrada. Entonces quita su mirada de mí y cuando ya todos han tomado de su copa dice:

—Yo quiero brindar también por otra cosa…

—Majestad… —interrumpe la princesa al otro extremo, pero él la detiene con la palma de su mano, haciendo un además de que todo está bien.

—Somos pedazos de lo que recordamos, dentro de nosotros hay temor, pero también esperanza, así que mientras haya recuerdos y con ellos amor, no puede haber perdida. ¡Brindemos por los recuerdos! ¡Brindemos por el pasado! Porque estamos aquí gracias a ello —dice el rey alzando su copa muy en alto, y luego bebiéndosela de un solo trago.

Sus palabras hacen que quede embelesada observándolo, cada una de ellas creando un impacto grotesco dentro de mi cuerpo, enviando un sin fin de reacciones para terminar por un escalofrío que recorre mi columna. Aprieto mi mano para evitar el temblor y el nerviosismo, necesito beber de esta copa para tratar de amortiguar la adrenalina y dar un descanso a mi cuerpo magullado por las emociones.

El joven, el hermano del rey, se levanta e imita el gesto y luego su padre. Algunos de la mesa le siguen con un poco de duda hasta que mis ojos se posan en Omer. Este parece tan molesto e irritado que de alguna forma me exaspera su conducta.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado