Matrimonio Forzado romance Capítulo 63

Saravi

—No es eso… —respondo por fin, pero muy nerviosa.

—¿Entonces qué es?

—No lo sé… Quizás no tenga mucho apetito…

El rey asiente y moja sus labios con su lengua, todo pareciera que se hace lento mientras lo observo hacer sus gestos, un poco devastadores para mi cuerpo.

—¿Qué aumenta su apetito?

Mis ojos se abren un poco incómoda con su pregunta y él lo nota de inmediato porque se esfuerza por no abrir su boca ante la sonrisa que se le forma en el rostro.

—No sé a qué se refiere —digo un poco seria.

—Pues estamos hablando de la comida, por ello pregunto, pero igual haré que la cena sea de su mayor agrado. ¿Qué le gusta comer?

—No… yo no he dicho que no me guste esta comida —repongo mirando mi plato, para no parecer tan nerviosa—. Es solo que…

—Está nerviosa —afirma más como un susurro.

Abro mi boca para refutar, pero no puedo responder a su insinuación. Es como si de cierta forma me sintiera perdida en este momento. Ante mi duda creo que es preferible callar.

—Bien —dice alejándose y aprovechando mi silencio—. ¿Qué le parece si después de la tarde, luego de la entrega de regalos, se une y damos un paseo por el palacio?

«¡No aceptes!, ¡no es correcto!, ¡no aceptes!»

—¿C-con… con otras personas? —es lo único que me sale preguntar.

Él vuelve su mirada por el comedor y luego la centra de nuevo en mí.

—Sí, puede ser… —contesta.

—Y-yo… Está bien.

—Perfecto —dice ampliando su sonrisa.

—Nahid puede responder a eso, ¿verdad, Nahid?

Enderezo mi cuerpo hacia la mesa ante mi mención, había olvidado siquiera que había gente aquí. Carraspeo varias veces observando a los demás que parecen esperan una respuesta de mi parte.

«¡Esto es un desastre!»

—Discúlpeme —me excuso observando a todos—. No escuché la pregunta.

Omer frunce el ceño, pero rápidamente repone su mala cara.

—Les comentaba que tú misma puedes describir el palacio, podría parecer engreído si lo digo con mis propias palabras —finaliza Omer totalmente incómodo.

—Es precioso —aseguro obviando las malas caras de algunos y los gestos incómodos de Omer—. Además, las personas son muy cálidas, atentas y cordiales.

—Eso es porque vives en el palacio —interviene la prometida del rey.

—No, de hecho, he compartido con el pueblo varias veces cuando voy de compras con Samira.

—¿Quién es Samira? —preguntan algunos.

Los ojos de Annisa están un poco alarmados y Omer nuevamente se sufre tensión.

Dudo entonces por mencionarla aquí.

—Es una amiga de la corona que a veces nos visita —termina por decir Omer y luego me observa.

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