Kalil.
No podré con esto, no cuando ella me presenta este escenario y me mira con esos ojos.
Juro que voy a enloquecer. No podré.
Definitivamente mi Saravi no ha dejado de ser esa mujer intrépida, rebelde y desbocada como lo era. La que dice lo que siente sin importar qué. Parece que ella no entiende los estragos que está causando con sus gestos, ella ignora todo lo que está sucediendo en mi corazón y lo débil que hace mi cuerpo.
Ella, ella es lo más hermoso que verán todas las miradas en cualquiera de sus facetas, contenta o enojada, nerviosa o dudosa, con ropa o sin nada. Su esencia sin lugar a duda deja sin palabras a los incrédulos, sus ojos te envuelven y su boca te hace explotar en miles de partículas, ella pone en calma todos los sonidos, entonces de repente se abre un espacio que es imposible de llenar.
Mi hermana me suplica con la mirada, implora que mantenga el control, que vaya despacio y que espere. Yo mismo me prometí hacer las cosas bien, porque incluso, después de la visita del médico, reuní a mi familia para colocar los puntos claros.
Muy a pesar de los desacuerdos, todos deberán cumplir con el tratado que hice con el rey Omer, todos deben mostrarse normales ante Saravi, y pese a mi molestia debían llamarla… de esa forma extraña que le habían nombrado. Todos estaban actuando y siguiendo el protocolo por el bienestar de ella, para algunos era lo mejor y para otros un tormento tener a Saravi aquí en el palacio.
Para mí era imposible no mirarla todo el tiempo, era insoportable no detallar cada gesto, cada palabra y no descontrolarme cuando veía en eso ojos, su tensión y deseo al encontrarse con mi mirada.
Estaba seguro de que había llamado su atención, y podía adjudicar que era su mismo cuerpo que no olvidaba nuestro pasado, agradecía por eso, porque yo necesitaba que ella recordara, necesitaba que volviera.
Ver como el condenado de Bozkurt había entrado con su mano entrelazada con la de ella me había puesto furioso, tanto así que decidí permanecer en silencio detrás de todos y observar la escena, no obstante, la acción de Saravi me desarmó.
Por otro lado, estaba Alinna. Ella cada vez estaba más insoportable, en este punto la desconocía totalmente, mi amiga desde hace mucho había dejado de ser la mujer que alguna vez quise, ella no podía pretender que continuara con nuestra vida como si nada hubiese sucedido, yo simplemente no podía darme por vencido, ahora cuando sabía que Saravi estaba viva. Lucharía por ella cueste lo que cueste; y con respecto de mi compromiso, lo resolvería en cualquier momento.
—Majestad, debemos pasar a la reunión —informa Basim tratando de disolver el momento de incomodidad que yo mismo he formado.
Entonces me enderezo lo más que puedo observando como a Bozkurt le consume la irritación. Quito mi mirada de Saravi inmediatamente, lo que menos debo enviar ahora son señales de alarma y decido por hacer un gesto amargo, como si el obsequio no me importase.
—Reúna a todos en el salón, general —respondo a Basim mientras que él asiente.
Aunque quisiera mirarla, me niego hacerlo. Si quiero obtener lo que quiero esta tarde debo hacer las cosas lo más perfectas que pueda. Camino en dirección de Zura y Alinna, informándoles que pueden ir a descansar, luego le doy las instrucciones necesarias a Kader para que vaya junto a mi padre al salón de reuniones.
—Rey Bozkurt, por favor pase conmigo al salón de reuniones, los lacayos acompañarán a las mujeres hacia donde ellas quieran ir —Basim comienza a dar las instrucciones, aunque yo trato de parecer distraído, puedo escuchar cada detalle que se desarrolla en el salón.
El general señala hacia la puerta, pero Omer duda por un momento girándose hacia Saravi.
—¿Quieres que te acompañe a alguna parte antes de que me ocupe? —pregunta en dirección de ella mientras que mi cuerpo se pone rígido.
Saravi busca mi mirada, pero yo le doy la espalda y me despido de mi familia para salir del salón hasta que le escucho decir hacia el hombre:
—No te preocupes, estaré caminado, puedes ir tranquilo.
Salgo de todos los salones contiguos obteniendo reverencias de todos a mi paso, y cuando veo que los reyes se van del lugar, le hago señales a Basim para que entre con ellos al salón y pueda hablarles por un momento junto con Fais, quien me ayudará por un buen rato.
«Ese es mi plan. Kader también me ayudará un poco.»
Trato de que nadie me vea, así que me coloco entre varias columnas al mismo tiempo que la gente abandona el lugar. En eso veo a Saravi un poco dudosa junto con la madre del rey Omer, y me acerco todo lo que puedo sin ser visto, pero una mano toca mis hombros creando un poco de molestia, mientras no aparto la vista de ella desde mi distancia.
—Hermano… —Hanna me observa para luego desviar su mirada a donde posan mis ojos.
—No quiero que me reclames nada, Hanna, ahora mismo no quiero…
—No vengo a eso —dice llamando mi atención—. Quiero ayudar, todo lo que necesites para recuperar a Saravi, yo estoy dispuesta a ayudarte.
Mi ceño se frunce, pero el rostro de Hanna me da a entender que su intención es cierta.
—Gracias…
—Yo deseo tu felicidad hermano, no hay nada que me haga más feliz.
Tomo el rostro de Hanna y le beso en la frente, por encima de su cabeza veo como Saravi se detiene en la puerta frente a la reina Annisa.
—Debo irme —le digo y ella asiente retirándose por completo del lugar.
Trato de acercarme lo más que puedo, y me escondo por otra columna muy cerca de la entrada para tratar de escuchar cuáles son los planes de Saravi.
—Yo quisiera ir a escribir una carta a Abdel, ¿quisieras que te acompañe a alguna parte? —pregunta la reina y Saravi niega varias veces.
—No te preocupes, caminaré como le dije a Omer, luego iré a la habitación en cuanto ya no tenga nada que hacer, quiero conocer algunas cosas de este lugar —responde ella con una sonrisa tímida, sin embargo, sé que miente. Le miente a la reina.
La mujer que la acompaña le toma de los brazos y coloca sus mejillas en su rostro para despedirse. Luego de eso, ella camina en dirección de los jardines.
«Perfecto.»
Dejo que la distancia sea un poco más espaciosa, y aunque estoy nervioso, expectante y la adrenalina corre por mis venas, espero un momento más y luego comienzo a caminar tras de ella. Saravi duda en algunos momentos si adentrarse a la parte más tupida del jardín, pero en algún momento continúa dándome una gran ventaja.
Cuando llega a la parte arbórea se detiene, mira al suelo y se gira de repente encontrándose conmigo. Su cuerpo se pone erguido instantáneamente parpadeando varias veces.
La respiración de ambos es casi palpable, densa y dificultosa. Puedo escuchar como en mis oídos retumba el sonido de mí palpitar. Me acerco, llego lo más que puedo a su lugar hasta que ella sube su cabeza para mirarme sin retirarse de mi distancia.
«Trago en seco.»
—Majestad… —pronuncia deslizando la mirada hacia alrededor para nuevamente fijarla en mí.
Sin embargo, esta parte del jardín es muy poco concurrida, y si en algún momento alguien decidiera venir en este momento, no podrá. Yo mismo di la orden a los lacayos después que ella aceptara mi invitación en el almuerzo. Nadie podrá pasar.
—Kalil, ese es mi nombre —le informo y su cuerpo se estremece.
Sus pies retroceden con inseguridad, y yo aprovecho su acción.
—Puedes seguir caminando normalmente, me gustaría que conozca la parte que conlleva a un bosque privado del palacio.
—No creo que sea prudente, majestad…
—Kalil —corrijo de nuevo y ella duda—. Venga, no pasará nada.
Comienzo a caminar hacia la dirección que le indiqué, adelantándome a su paso porque ella queda estática en su lugar, pero después de que yo camino en silencio comencé a escuchar sus pasos detrás de mí y un suspiro de alivio me salió del cuerpo.
—Es… esto es hermoso —manifiesta ella y yo me detengo. Estamos lo suficiente distanciados como para tener la privacidad que deseo.
—He visto cosas más hermosas —agrego posicionándome delante de ella mientras abre sus ojos.
Saravi baja su mirada y entrelaza sus dedos, está muy nerviosa, puedo ver como su pecho ha aumentado su agitación y como también muerde sus mejillas por dentro de su boca.
«Debes tener control Kalil. Respira.»
—Si no quieres estar aquí, lo entiendo —digo odiando cada palabra, pero no puedo parecer un lobo hambriento delante de ella, el solo pensamiento me provoca la risa, incluso en esta situación.
El rostro de Saravi cambia de inmediato, su semblante está pálido como si hubiese visto un fantasma. Entonces entro en conciencia de lo que he dicho, hablé de ella, como si estuviera viva, cuando la información que se ha manejado ha sido que ella ya no está.
—Lo que quise decir… —trato de remediar.
—No necesita explicarme nada, entiendo. Discúlpeme por repetir lo que todos dicen… —Saravi está apenada, pero en un instante su mirada cambia. Sus ojos no expresan comprensión. Ahora mismo está observándome como lo hacía en el almuerzo—. Va a sonar muy raro lo que le voy a decir, pero yo siento como si…
Me acerco.
—¿Cómo sí? —le ayudo un poco.
—Como si lo conociera, es, es extraño… —la tengo tan cerca que ni siquiera sus palabras hacen que me centre en la realidad, quiero besarla, necesito hacerlo.
En mi descontrol coloco mi mano en su mejilla, notando instantáneamente el estremecimiento de su cuerpo. El mío está desbocado, está fuera de control y ya no creo que algo pueda detenerme en este momento. Acerco mi rostro al de ella y deslizo mi pulgar en sus labios rojos y carnosos. Al ver que su pecho sube y baja en desmedida, entonces cierro mis ojos y pronuncio:
—Saravi…
¡Maldición!
«¡Jodiste todo!», me digo a mí mismo mientras ella abre sus ojos impactados. Obviamente ante la mención de su nombre todo se va a la mierda.
Saravi se despega de mi tacto retrocediendo varios pasos hacia atrás, sintiéndose nerviosa y aterrada a la vez, tratando de encontrar un punto de escape a lo que acaba de pasar. La asusté.
—Lo siento —pronuncio torpe, tratando de equilibrar mis emociones y mi cuerpo jodido. Mi entrepierna está a punto de estallar.
—Creo que es mejor que regrese.
—Está bien, iré con usted, por favor perdone mi imprudencia —digo maldiciendo bajo ante mi estupidez.
Saravi asiente lento y se coloca de lado de mi lugar para comenzar a regresar al palacio.
Su silencio me indica que algo pasó en ella, y no al error que cometí al llamarla por su nombre, más bien es algo dentro de ella que cambió, camina pensativa, nerviosa y asustadiza, pero más que todo parece que todo en ella declara confusión.
Cuando llegamos a las afueras del palacio decido porque es suficiente al menos por este día, así que giro hacia ella y preparo en despedirme. Un montón de gente me espera en el salón, y sé que a estas horas estarán muy impacientes por mi presencia.
—La acompaño hasta aquí, espero que me perdone por todo, disfrute del palacio.
—No tenga cuidado —sonríe tímida—. Estamos a la par.
Aunque había decidido dar por terminado el momento, me detengo en seco.
—¿Estamos a la par? —pregunto sonriendo y ella devuelve el gesto.
—Sí, ya ve, mi obsequio no le gustó para nada, así que estamos a la par.
A pesar de mi falta y de todo lo que venga, tomo los brazos de Saravi, la acerco hacia mí, llevo mi rostro tan cerca como puedo y a la vez, inmovilizándola por completo ante su impresión.
—Tiene razón… no me gustó, su obsequio en realidad me encantó, y no tiene ni la más mínima idea de todo lo que me provocan sus palabras. La situación es que todo lo que provenga de usted… me vuelve loco.
Suelto un beso en su nariz, y sin esperar ninguna reacción, camino hacia el salón de reuniones…
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