Matrimonio Forzado romance Capítulo 65

Saravi.

El tiempo es relativo, por algunos momentos puedes aceptar su paso, y lo notas en cada situación, sin embargo, hay instantes como este que no sabes si se ha detenido por completo o ha desaparecido.

Segundos habían pasado desde que Kalil decidió arrastrar con su aroma lejos de mí, exactamente el lugar donde me he quedado plantada, como si mis pies estuviesen congelados inamovibles. No sé cuánto tiempo he estado en pie observando el pasillo vacío por donde desapareció el hombre que acaba de besar mi nariz. Pero si de algo estoy segura, es que ha destruido toda mi cordura y ha desestabilizado la poca tranquilidad que me quedaba.

Estoy temblando completamente, mi cuerpo titila ante el miedo, la emoción y el éxtasis que el rey, de forma intencional, ha dejado en mi cuerpo.

De ante mano nunca debí ir a los jardines con él, desde primera instancia jamás debí aceptar ese paseo. Justo hace unos momentos en la entrega de regalos había sentido una opresión en el pecho al sentir por un momento su rechazo, y ver que en su rostro expresaba inconformidad.

Eso me había llevado a salir a tomar aire fresco, para luego tomarme por sorpresa de que el rey estuviera frente a mí, sin nadie más alrededor.

Nada me había preparado para esto.

Sus palabras, su acción, su aliento chocando en mi rostro.

Mi garganta se aprieta al recordar todo, así que decido por irme de este pasillo finalmente. Necesito pensar, porque siento que a medida que pasa el tiempo mi vida se complica.

¿Cómo podía estar pensando en esto?, ahora mismo un anillo de compromiso reposaba en mi dedo, ¿cómo podía ver con ojos de mujer a un hombre comprometido?, y peor aún, que apenas acababa de conocer. ¿Dónde habían quedado mis preocupaciones por los recuerdos? ¿Qué pasaba conmigo?

A pasos apresurados me alejaba cada vez del lugar, necesitaba explotar toda esta intensidad que se arremolinaba dentro de mí, me ahoga la sensación y me perturbaba sentirme así. Necesitaba a Samira, me urgía desahogarme con ella y ser comprendida, estoy segura de que a pesar de todo, ella nunca me juzgaría.

Perdida en mis pensamientos y con los pies ágiles por llegar a cualquier parte, choco con una dama que caminaba en mí misma dirección.

—¡Oh, mi lady!, ¡lo siento mucho! —dice ella temerosa, excusándose y agachando su cabeza.

—¡No!, ha sido mía la torpeza —digo con la voz entrecortada—. Estaba perdida en mis pensamientos, y no miré al frente —entonces pienso por un momento que ella puede servirme de guía para ir a refugiarme lo que me queda de tarde a un lugar poco concurrido—. ¿Puede dirigirme usted a la biblioteca de este palacio?

La mujer asiente asomando una sonrisa.

—Claro que si mi lady, en este palacio contamos con una extensa biblioteca, le gustará mucho.

Sonrío complacida. Eso me ayudará muchísimo.

Luego de caminar por corto tiempo con ella, la dama abre una puerta inspeccionando que nadie de la realeza esté en el lugar, y hace un ademán para que entre.

—Cualquier cosa estaré pendiente aquí afuera, llámeme si me necesita —dice la mujer, destinándose a salir de la enorme biblioteca.

Luego de asentir hacia ella, me giro perdiéndome en el espacio, hay… muchos libros, todos en orden, por tomos y años, por sesiones y género.

Suspiro lentamente.

Me recuesto a un estante tratando de respirar, de calmar los nervios que se esparcen por mi cuerpo, que aun cuando los hechos sucedieron hace unos minutos no dejo de temblar por dentro.

Suelto el aire varias veces, reprimo los ojos y recuesto mi cabeza deslizando mi mirada por todo el lugar.

Elegí el mejor sitio, aquí trataré de pensar, porque si antes pensaba estaba confusa, ahora creo que mi mente está hecha un caos.

En dos días estaremos partiendo de este lugar, me digo mentalmente, y aun cuando no entiendo muy bien, una sensación de angustia se arremolina en mi pecho al entender esa idea. Por alguna extraña razón parece como si estos días que estuve aquí, me hicieron sentir que… que era otra.

Ahora mis emociones eran tan explícitas que miles de preguntas se arremolinaban en mi cabeza, ahora mismo tenía miles de dudas acerca de lo que quería de ahora en adelante. Era claro que no recordaba mi pasado, sabía que en algún tiempo estaría entre una línea y la otra, mi mente debatía con mis emociones, y sabía que en cualquier momento esa mujer que no recordaba, explotaría.

Caminé por todo el lugar sumida en mis pensamientos, aunque hubiese querido, no pude comenzar a leer ningún ejemplar, así que asomándome al balcón de la biblioteca decidí por perderme en este horizonte tan maravilloso, que jugaba con la luz apenas tenue escondida entre las montañas.

—Señorita Nahid… —escuché la voz de una mujer, así que giré lentamente. Por un largo rato había encontrado una paz indescifrable.

Por supuesto hasta que vi ese rostro. La prometida del rey, estaba frente a mí ahora. Y estoy segura de que no está nada contenta.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado