Matrimonio Forzado romance Capítulo 67

Kalil.

«La paciencia es un regalo», de hecho, al tiempo trae buenos resultados, creería que los mejores si de verdad se piensa con cabeza fría y no se deja llevar por las emociones, a la final estoy convencido de que sería mucho mejor sus frutos. Pero momentos como este, no me resulta apetecible esperar, momentos como este, el éxtasis te vuelve tan loco y te hace sentir tan bien, que todo se olvida, inclusive ni siquiera piensas que luego obtendrás otra cosa más, que este mismo instante.

Yo estaba luchando, eso era cierto, pero después de mi arrebato por la tarde la sensación en mis labios había sido devastadora hasta el punto de no concentrarme en sí quiera una palabra en la reunión.

Todas las miradas eras de incógnitas en mi dirección, incluso sonreí al ver la cara del imbécil de Omer, porque él sabía que algo estaba pasando, y debía prepararse para ello.

Pero no verla en la cena hizo inestable mi existencia de nuevo.

Aquí me encontraba, con el control en otro planeta, con el cuerpo hirviendo y el corazón henchido.

Me acercaba a pasos lentos hacia ella, mientras que sus hermosos ojos se dilataban y su pecho no cesaba de subir y bajar, podía ver hasta como su garganta palpitaba y su cuerpo se estremecía.

«Yo la entendía.»

Ahora mismo me sentía así, sentía que quería explotar, que ya no podía más con estas ganas que tenía de besarla. Ya no podía aguantar un eterno segundo más.

Saravi quiso deslizarse, por un lado, pero rápidamente la tomé del brazo halándola hacia mí y estrellándola contra mi cuerpo. Quise ser sutil, pero la fuerza fue mayor, ya no tenía dominio de mis propias emociones y sencillamente la adrenalina cargada en mi cuerpo me hacía tener menos tacto. Ella colocó sus palmas en mi pecho mientras iba subiendo su mirada hasta quedarse en mis ojos.

Suplicaba con esa mirada que no me atreviera hacer una locura, pero mi mente ahora mismo solo veía esa súplica, más bien como una petición.

Tomé sus mejillas, temblando, con mi cuerpo helado y temeroso a cualquier rechazo. Pero sus ojos se reprimieron a mi tacto y su boca se abrió soltando un pequeño gemido.

«Y hasta este momento dejé de pensar.»

Uní mis labios a Saravi de una forma salvaje, tomé su cuerpo tanto como pude y lo abracé hacia mí sin ninguna compostura. Introduje mi lengua buscando la suya. Y sí, era exquisita tanto como lo recordaba. El cuerpo no esperó mucho tiempo en estremecerse y aunque no era mi decisión un gruñido salió de mi boca explotando en la boca de Saravi.

Pensé por algún momento que quedaría un poco saciado al encontrarme con su boca, «pero estaba muy equivocado», a medida que pasaban los segundos el beso se volvía más intenso, por más de que tenía miedo a la reacción de Saravi, había pasado mis manos por todo su cuerpo hasta que chocamos con una mesilla que nos frenó la brusquedad que llevábamos en el momento. Así que por un instante la mesa fue un soporte para nuestros cuerpos.

Ella aprovechó el momento de despiste y se despegó de mi tan agitada y con los labios tan rojos, que fue imposible evitar pasar mi pulgar por ellos para comprobar que no la lastimé.

—Kalil… por favor —le escucho pronunciar mi nombre, y eso termina por enloquecerme—. Esto es…

—Es lo más sensato que podemos hacer —completo la oración, aun sabiendo que ni yo mismo sé qué estoy haciendo.

—¿No te das cuenta de que esto está mal? ¡Por favor! Ambos estamos comprometidos, estamos actuando muy mal.

—¡No! ¡Escucha! —replico agitado—. Nada es lo que parece, yo… dame tu mano —le exijo mientras ella duda.

Entonces ante su inseguridad tomo su mano sin su permiso y la coloco en mi pecho.

—¿Sientes esto? —pregunto más bien como una súplica.

Ella me observa con los ojos cristalizados mientras pasa un trago por su garganta. En algún momento, creo que ella va a decirme cualquier cosa, cualquiera que me baje los ánimos, alguna que ocasione que me vaya muy arrepentido de aquí. Sin embargo, ella hace algo que jamás pensé haría. Saravi busca mi mano la toma y suavemente la coloca en su pecho.

«Este late muy fuerte» tanto como el mío, incontrolable y desbocado; mi mano, aunque traté de dejarla fija, tiembla, titila nerviosa por reposar en el pecho de ella, y que, a la misma vez, haya sido ella misma quien la haya colocado allí por convicción propia.

Observo lentamente como su pecho se agita, entonces deslizo mi mano hacia su cuello, y tomándolo delicadamente, junto mi boca al mismo expuesto.

—Por favor… —vuelve a decir en súplica.

Y sin dudarlo de nuevo vuelvo a tomar su rostro y uno mi boca a la suya.

Esta vez no la beso de forma feroz, esta vez saboreo lentamente sus labios, su lengua y cada parte de su boca. La sensación es tan inaguantable, las corrientes se esparcen tan rápido por mi cuerpo que no sé si respirar, frotarla encima de mí o continuar besándola hasta el cansancio.

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