Matrimonio Forzado romance Capítulo 70

Saravi.

—No me importa si usted está de acuerdo o no, nos iremos mañana.

—¡Es mejor que se calmen ya!

Los sonidos de las voces agudas comienzan a apacentarse en mi cabeza, reprimo los ojos varias veces, y lentamente los abro temiendo por un dolor de cabeza que aparecerá en cualquier momento. El médico, que desde que llegué parece estar cuidándome, esta frente a mí con un pañuelo cerca de mi nariz. El olor aunque no es desagradable, es muy fuerte.

El hombre hace un ademán a los presentes y todos hacen silencio. No me desmayé, pero el mareo fue tan fuerte que por unos momentos todo lo vi negro, me había estrellado contra Omer, y este de inmediato fue un soporte para no irme al suelo ante mi debilidad. Ahora estaba sentada en un sillón en medio del pasillo.

—Señorita Nahid, ¿me escucha bien?

Asiento débilmente. Entonces él quita el pañuelo y me da una taza con una bebida caliente.

—Tómela, le ayudará con el dolor de cabeza —me indica el médico.

Los ojos del rey están posados en mí con alta preocupación en su rostro.

—Nahid —la voz de Omer me hace girar a su lado, él ya no es el mismo hombre dócil que llegó aquí al palacio.

Omer ahora es un hombre con muchas inseguridades, con rabia en su rostro y con mucha preocupación en su semblante.

—Estoy bien —le digo tomando su mano y sonriendo—. Necesito hablar contigo.

El rostro de Omer se coloca pálido ante mis palabras, rápidamente oculta su incomodidad y asiente cabizbajo.

Me levanto pese a las instrucciones del médico. Coloco la taza en sus manos mientras giro en dirección de Alinna, que desde que mis ojos se abrieron está caminando de un lado al otro y luego lo veo a él.

—Por favor, permítanme retirarme…

—Pero… ¿Te sientes mejor? —pregunta Kalil tratando de tomar distancia para conmigo.

—Sí, lo estoy, ahora me es necesario reunirme con mi prometido, majestad. Mañana partiremos y es mejor que vayamos arreglando nuestras cosas.

Sus ojos se abren impresionados mientras su garganta se aprieta en un trago forzado. Entonces le hago una reverencia y me dispongo a irme.

—¡Espera, por favor! Hablemos primero —pide el rey suplicante.

Observo como sus manos se han posado en mi brazo y como Omer lo fulmina con la mirada.

—Discúlpeme nuevamente, es necesario que me retire —quito su mano y lo observo de forma seria.

Omer me da el brazo para que vaya de gancho con él y no dudo en tomarlo. Camino con cuidado, tratando que el fuerte dolor de cabeza que tengo no me vuelva a descontrolar. Los ojos se me inundan de lágrimas mientras levanto mi cabeza hacia el frente, mirando por el rabillo, como de vez en cuando Omer asoma su cabeza hacia mí para ver si estoy bien.

A pesar de que la mujer, la prometida del rey estuviese tratando de confundirme, las palabras del rey me dolieron en lo más profundo de mí ser. Él estaba muy mal, ese hombre aún amaba indescriptiblemente a su esposa, y estaba utilizándome para menguar su herido corazón. No estaba viéndome a mí, estaba sustituyendo a su esposa muerta.

Limpié mis ojos al llegar al exterior del palacio, un balcón amplio y con vistas increíbles nos dio el aire necesario para respirar tranquilos y relajarnos en el lugar.

«Ya había tomado mi decisión». Me iría de este lugar y no volvería a pensar más nunca en ello. Ese amor del que hablaba Annisa, lamentablemente tampoco me había correspondido a mí.

Y yo no iba a luchar con alguien que ni siquiera estaba en este mundo. Eso era una locura.

—¿De verdad te sientes bien? —preguntó Omer luego de mi largo silencio, ahora miraba hacia las hermosas montañas de Angkor

—No… —respondo con gran verdad mientras su preocupación aumentaba—. Hace un rato pasaron por mi mente rostros que jamás había visto en mi vida. Creo que son personas que debieron ser parte de mi pasado.

—¿Dices que nunca las habías visto? —pregunta Omer acercándose a mí de inmediato.

Asiento.

—Así es, nunca las he visto. Era un hombre mayor, y una mujer, también estaba una niña, y luego una joven, creo que era la misma joven, pero más grande, no sé cómo describirlo…

—Disculpe mi lady, en estos momentos llevo prisa.

—Creo que usted debe atender lo que quiero hablar con usted —informa la mujer acercándose a mí—. Acompáñeme por favor, a un lugar más privado.

Con toda la reticencia y la impaciencia que me domina en el momento, doy un soplido y la sigo hacia el lugar que ella me indica. Después que entro a la habitación ella cierra la puerta tras de sí.

—Parece que las cosas están complicándose mucho —dice ella mientras se sienta en un sillón.

Esbozo una sonrisa cínica.

—Para mí no, mañana mismo estaré partiendo de este palacio, junto con mi prometida.

Ella sonríe también mientras niega.

—Pensé que usted era más inteligente —dice levantándose con un semblante diferente—. ¿Usted piensa que huyendo y llevándose a Saravi, calmará el arrebato de Kalil?, si es así, déjeme decirle que ya ha perdido.

La ira comienza a irritar mis venas.

—¿Por qué está hablándome de esto? —le pregunto dudando de ella.

—¿Por qué cree? ¿Usted piensa que yo estoy contenta con su llegada y la aparición de Saravi nuevamente en este reino? ¿Acaso no entiende la gravedad de ese asunto para usted y para mí?

—Continúe… —le digo después que llamó mi atención con sus palabras.

—No solo debe llevarse Saravi lo antes posible, usted no debe esperar un día desde que llegue a su país para que se case con ella…

No lo había pensado así, incluso, quería resolver varios asuntos en cuanto llegara a Yomal, pero ahora que esta mujer me había mostrado este panorama que no estaba lejos de la realidad, era la decisión más acertada que debía cumplir.

No podía esperar, el tiempo estaba en mi contra, y si ese tipo era lo que estaba pintando esta mujer de no dejar en paz a Nahid, yo tendría que actuar lo más rápido que fuera y de la forma que tuviese que emplear…

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado