Matrimonio Forzado romance Capítulo 72

Saravi.

Estaba muy nerviosa.

Todo dentro de mí gritaba que buscara otra salida, todo dentro de mí hacia contrapeso para que no me levantara de este sillón donde me encontraba sentada. La princesa y su prometido tenían una tensión evidente mientras deslizaban la mirada hacia su rey.

Kalil por otra parte parecía como un niño asustadizo, demostraba que algo iba a estallar dentro de él, y también en cualquier momento yo misma estallaría.

—Es hora… —anunció Omer tomándome de la mano. Su condición parecía muy apresurada. Omer sentía amenaza en este país, sentía que de alguna forma si no salíamos de aquí, la situación se pondría peor.

O quizás solo lo intuía por mí mismo comportamiento. Yo no era la misma para con él.

Luego de nosotros, todos se colocan de pie mirándose extrañamente. El peso de mis hombros era demasiado para soportar. Y justo cuando Omer se escabullía un poco, una voz nos detuvo.

—Yo traté —dice el Rey frenándonos en seco y con mucha dificultad—. Pero yo… yo no puedo dejarte ir.

Sus ojos me observan con súplica, entonces cierta irritación y sorpresa se expresan en mi rostro.

«¿Qué pretende después de todo?»

—¡Ya no nos quedaremos aquí aguantando toda esta imprudencia! —esboza Omer con rabia, toma mi mano firme y me hala para comenzar a andar.

El rey me observa desesperado, estoy segura que venía en mi dirección, pero una voz gruesa lo detiene.

—Buenos días, majestad —dice un hombre entrando al salón, este hombre es quien acompañaba al rey aquella noche.

Detrás de él comienza acercarse un hombre con una muchacha, pero no es hasta que veo sus rostros que mi cuerpo se congela de inmediato.

Un desorden en mi cabeza comienza hacerme perder la claridad, imágenes, muchas de ellas, todo comienza aparecer, yo junto a él, yo misma junto a aquella muchacha.

«Papá, Nadia, Jemina, Mishaal, Kalil…»

—S-sa… Saravi… ¡Hija! —dice mi padre con una voz tan conmocionada que mi propio cuerpo convulsiona.

Nadia llora sin control tratando de entender, colocando sus frágiles manos en el rostro.

Entonces, aunque no sé qué estoy haciendo doy varios pasos al frente.

—¿Papá? —logro pronunciar mientras todas las emociones, de tristeza y alegría se conglomeran en mi garganta. Lágrimas gruesas se escurren por mi rostro no pudiendo creer que este instante este sucediendo.

Quiero correr tras ellos, quiero hacer algo, pero ahora mismo no me siento en condición de nada, mi mente tiene un sinfín de confusiones, parece que ahora mismo se hubiese activado un ciclo de imágenes que están llevándome al colapso.

Estoy recordando todo y cada una de las partes de mi vida que simplemente habían desaparecido.

La opresión en mi pecho me dificulta la respiración, mi cuerpo tembloroso está llevándome al cansancio. No puedo dejar de llorar, pero tampoco dejo de negar ante las sensaciones que están tomando dominio de toda mi existencia.

Mi padre no espera un segundo más y se une a mí. Los sollozos de su boca se hacen audibles mientras comprime su cuerpo contra el mío.

—Mi hija, mi amor… —solloza mientras su cuerpo y el mío crean espasmos por el llanto. Rodeo todo su cuerpo sintiendo una emoción incalculable en el pecho—. ¿Dónde estuviste todo este tiempo? ¿Cómo estás aquí ahora? Yo… yo…

Me despego rápidamente de su agarre para colocar mi mano en sus labios mientras niego:

—Ya estoy aquí, no sufras más por favor.

Él toma mi rostro entre sus manos mientras da una sonrisa triste y besa mis mejillas desesperado.

Nadie habla, parece como si todo se hubiese congelado, y tampoco es que yo me haya detenido a ver la reacción de alguno, solo el aterrador silencio nos deja claro el ánimo de todos.

Papá limpia mi rostro mientras sonríe y por encima de su hombro gacho, veo a Nadia.

La adrenalina y el largo palpitar de mi pecho solo me recuerdan lo mucho que la he extrañado, ha sido una eternidad desde la última vez que fue arrancada de mí.

Me suelto de los brazos de mi padre para dar pasos cortos hacia ella. Nadia está conteniéndose porque ella piensa que no debe expresar nada. Así ha sido su vida. Entonces le observo directamente deteniéndome frente a ella, mientras no puede contener su llanto con las manos apretadas en su vestido.

—¿Me abrazarás? —pregunto con la voz rota.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado