Saravi.
Estaba muy nerviosa.
Todo dentro de mí gritaba que buscara otra salida, todo dentro de mí hacia contrapeso para que no me levantara de este sillón donde me encontraba sentada. La princesa y su prometido tenían una tensión evidente mientras deslizaban la mirada hacia su rey.
Kalil por otra parte parecía como un niño asustadizo, demostraba que algo iba a estallar dentro de él, y también en cualquier momento yo misma estallaría.
—Es hora… —anunció Omer tomándome de la mano. Su condición parecía muy apresurada. Omer sentía amenaza en este país, sentía que de alguna forma si no salíamos de aquí, la situación se pondría peor.
O quizás solo lo intuía por mí mismo comportamiento. Yo no era la misma para con él.
Luego de nosotros, todos se colocan de pie mirándose extrañamente. El peso de mis hombros era demasiado para soportar. Y justo cuando Omer se escabullía un poco, una voz nos detuvo.
—Yo traté —dice el Rey frenándonos en seco y con mucha dificultad—. Pero yo… yo no puedo dejarte ir.
Sus ojos me observan con súplica, entonces cierta irritación y sorpresa se expresan en mi rostro.
«¿Qué pretende después de todo?»
—¡Ya no nos quedaremos aquí aguantando toda esta imprudencia! —esboza Omer con rabia, toma mi mano firme y me hala para comenzar a andar.
El rey me observa desesperado, estoy segura que venía en mi dirección, pero una voz gruesa lo detiene.
—Buenos días, majestad —dice un hombre entrando al salón, este hombre es quien acompañaba al rey aquella noche.
Detrás de él comienza acercarse un hombre con una muchacha, pero no es hasta que veo sus rostros que mi cuerpo se congela de inmediato.
Un desorden en mi cabeza comienza hacerme perder la claridad, imágenes, muchas de ellas, todo comienza aparecer, yo junto a él, yo misma junto a aquella muchacha.
«Papá, Nadia, Jemina, Mishaal, Kalil…»
—S-sa… Saravi… ¡Hija! —dice mi padre con una voz tan conmocionada que mi propio cuerpo convulsiona.
Nadia llora sin control tratando de entender, colocando sus frágiles manos en el rostro.
Entonces, aunque no sé qué estoy haciendo doy varios pasos al frente.
—¿Papá? —logro pronunciar mientras todas las emociones, de tristeza y alegría se conglomeran en mi garganta. Lágrimas gruesas se escurren por mi rostro no pudiendo creer que este instante este sucediendo.
Quiero correr tras ellos, quiero hacer algo, pero ahora mismo no me siento en condición de nada, mi mente tiene un sinfín de confusiones, parece que ahora mismo se hubiese activado un ciclo de imágenes que están llevándome al colapso.
Estoy recordando todo y cada una de las partes de mi vida que simplemente habían desaparecido.
La opresión en mi pecho me dificulta la respiración, mi cuerpo tembloroso está llevándome al cansancio. No puedo dejar de llorar, pero tampoco dejo de negar ante las sensaciones que están tomando dominio de toda mi existencia.
Mi padre no espera un segundo más y se une a mí. Los sollozos de su boca se hacen audibles mientras comprime su cuerpo contra el mío.
—Mi hija, mi amor… —solloza mientras su cuerpo y el mío crean espasmos por el llanto. Rodeo todo su cuerpo sintiendo una emoción incalculable en el pecho—. ¿Dónde estuviste todo este tiempo? ¿Cómo estás aquí ahora? Yo… yo…
Me despego rápidamente de su agarre para colocar mi mano en sus labios mientras niego:
—Ya estoy aquí, no sufras más por favor.
Él toma mi rostro entre sus manos mientras da una sonrisa triste y besa mis mejillas desesperado.
Nadie habla, parece como si todo se hubiese congelado, y tampoco es que yo me haya detenido a ver la reacción de alguno, solo el aterrador silencio nos deja claro el ánimo de todos.
Papá limpia mi rostro mientras sonríe y por encima de su hombro gacho, veo a Nadia.
La adrenalina y el largo palpitar de mi pecho solo me recuerdan lo mucho que la he extrañado, ha sido una eternidad desde la última vez que fue arrancada de mí.
Me suelto de los brazos de mi padre para dar pasos cortos hacia ella. Nadia está conteniéndose porque ella piensa que no debe expresar nada. Así ha sido su vida. Entonces le observo directamente deteniéndome frente a ella, mientras no puede contener su llanto con las manos apretadas en su vestido.
—¿Me abrazarás? —pregunto con la voz rota.
—¿Nahid? —Interrumpe él mientras Kalil lo fulmina con la mirada—. Yo… lo siento, no sé muy bien qué está pasando, pero entiendo que esta es tu familia. Me retiraré un momento, pero por favor, ven hablar conmigo después.
Fijo la mirada en Kalil quien parece enojarse cada vez más, su cuerpo está en una tensión impresionante, entonces asiento en dirección a Omer y este sale disparado sin esperar ninguna palabra.
El salón queda en silencio mientras dudo en ir hacia el rey, sé lo que está pensando, ahora su ira se dirige a mí por no demostrar mi emoción delante de Omer.
Pero no quiero dañar a nadie, Omer ha sido mi única ayuda en este tiempo.
Justo cuando iba hacia él, Kalil me da la espalda y da unos pasos hacia varias direcciones cortando mi intención de correr a sus brazos. Mi garganta se comprime y Hanna percibe todo el momento, ella llama mi atención abriéndome sus brazos y no dudo un instante en lanzarme sobre ella.
—Hermana —dice correspondiendo mi abrazo—. Pensé que debíamos perderte de nuevo, tenía mucho miedo.
Niego varias veces.
—He regresado —digo compungida mientras ella se despega sonriendo y limpiando mis lágrimas.
—Y eso me hace muy feliz.
—Les contaré todo —les prometí—. Papá, sé que hay muchas cosas que quieren saber, pero por favor, necesito un momento a solas con… el rey.
Kalil se gira observándome entre nervioso y agitado, su pecho me indica que todo este tiempo se ha estado conteniendo en lo que sea tenga que decirme.
Mi padre asiente mientras le hace una leve seña a Nadia, esta me sonríe y sale detrás de él para que Basim y Hanna continúen el camino.
La puerta del salón se cierra mientras los nervios y la adrenalina se arremolinan dentro de mí, los ojos se me llenan nuevamente de lágrimas y un fuerte dolor me aprieta la garganta. Kalil da unos pasos apresurados hacia la puerta y coloca el pestillo asegurando que esta, no quede abierta.
Da unas largas zancadas en mi dirección mientras el cuerpo se me estremece entero y sin mediar una palabra me toma fuerte hacia él.
Le rodeo con los brazos de inmediato, el corazón quiere salirse de mi pecho mientras siento como sus dos manos palpan cada parte de mi cuerpo sin medir su toque. El estremecimiento que me provoca es tan fuerte que mi cuerpo comienza a titilar de anticipación. Jamás en mi vida me había sentido tan nerviosa y con tantas ansias de él. Solo que ahora mismo no sé si Kalil se siente igual que yo. Aún percibo cierto enojo y mucho reproche de su parte.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado