Matrimonio Forzado romance Capítulo 73

Saravi.

—Kalil… por favor, perdóname —le digo con todo el esfuerzo posible, tratando de que mi voz no suene débil—. No es lo que tú piensas no quería hacer daño a…

Mi boca es tapada por sus dedos, que al instante comienzan a delinear mi boca de forma insistente.

—No digas nada —pronuncia lentamente con una mezcla de irritación y deseo—. Nunca más vuelvas contenerte por nadie. Nunca más vuelvas frenar tu deseo por mí frente a quien sea. ¿No ha sido suficiente todo este tiempo?

Sus palabras crean un impacto tan fuerte en mi cuerpo que juro por Dios que lo único que me frena en este momento es el tiempo que hemos estado tan distantes. Sin embargo, eso no es impedimento para Kalil.

—Amor… —dice saboreando cada palabra—. Ha sido mucho tiempo, es imposible que esperemos más.

Después de sus palabras no dudó un momento más para unir mi boca hacia él. Esta sabe a gloria. Las sensaciones estallan cada una de ellas como nunca al tenerlo junto a mí. Nuestros toques son desesperados, tratando de respirar con mucha dificultad mientras nuestros labios saborean los del otro con gran aprensión.

Por otro lado, mis manos y las suyas recorren nuestros cuerpos. Kalil desgarra las mangas de mi vestido, corriéndolas hacia los lados para que estas no eviten el contacto con nuestra propia piel. Nos detenemos en un escritorio cerca mientras de forma rápida él me sienta de inmediato abriendo mis piernas y subiendo mi vestido de forma insistente.

Tomo los extremos de su camiseta mientras la halo sacándola de sus pantalones y retirándola por fin con su ayuda. Entonces veo ese cuerpo color dorado que tanto había necesitado, mientras la punzada de deseo se estremece en mi punto más bajo.

Kalil vuelve a mi lugar tratando de quitar mi vestido de forma descontrolada, algunas partes las rasga y otras con mi ayuda logra sacarlos. Sin decir una palabra ni ponernos de acuerdo, entra en mi tan rápido que los gemidos explotan en mi boca. Kalil muerde mi quijada para deslizarse en mi cuello mientras nuestros cuerpos se mueven desesperados.

Él no es suave, él no espera, ni piensa si está siendo adecuado. Y no me molesta, quizás recuerde que fue así la última vez que estuvimos juntos íntimamente. Es fuerte y muy rápido en cada movimiento, llevándome a querer morir en este instante por lo bien que se siente tenerlo nuevamente conmigo.

No pienso en el después, ni pienso en alguna otra persona. Sus manos raspan mi piel cada vez que desliza para tocar, aprieta mis muslos para unirme más a su cuerpo mientras su mirada es penetrante y fija en la mía. Las gotas de sudor se quedan en su frente mientras su rostro se comprime varias veces.

—¡Kalil! —Logro decir ante la oleada que se me explota desde mi vientre hasta cada parte de mi cuerpo—. Amor… mi amor.

Kalil une su boca a la mía mientras adentra su lengua profundamente, su acción comienza a ser más apresurada de lo normal mientras con mis brazos lo aprieto fuertemente. De su boca salen jadeos, hasta que despega su tacto.

—Mi Saravi… —expresa dejándose ir y recostando su cabeza en mi pecho.

«¿Cómo había podido estar sin él?»

Nuestras respiraciones van acompasándose a un ritmo normal, después de unos largos minutos y al ver que estoy incómoda por la posición, Kalil se despega, mientras la sonrisa se le desliza en el rostro. Toma rápidamente sus pantalones y se los coloca muy ágil.

Me bajo de la mesa, tratando de encontrar lo que queda de mi vestido mientras niego.

—Has dañado las mangas. ¿Cómo piensas que saldré a explicar la situación de esta manera?

Kalil suelta una risa de inmediato, y acomoda la camisa lentamente sobre su pecho.

—Mereces eso y otras cosas, no creas que mi enojo ha disminuido, majestad —dice en tono irónico—. Hay muchas cosas que deben quedar claras.

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