Matrimonio Forzado romance Capítulo 75

Kalil.

Cuando abrí la puerta, el rostro de mi madre apareció, su mirada se giró hacia ella detallándola de arriba hacia abajo mientras hacia una mueca en su rostro.

Por alguna razón me dieron ganas de reír al ver su expresión, Saravi era muy evidente, aparte sus labios estaban muy hinchados, debo confesar que fui muy brusco al besarla.

—Necesito hablar contigo, Hijo —dijo por fin Zura fingiendo tranquilidad.

—Puede ser más tarde madre, ahora debo acompañar a Saravi, nos reuniremos todos en el salón porque ella nos contará lo que ha pasado.

Saravi apretó mi mano, dándome señal que estaba incómoda, así que pasé mi brazo por su hombro y uní mi cuerpo al de ella para que se sintiera tranquila, nunca nadie volvería a pasar por encima de ella.

Jamás.

—Pero Kalil… —refuta Zura nerviosa—. ¿Qué pasará con Alinna? Ella está muy nerviosa, sus padres están a un día de llegar, ¡esto será un caos!

Aprieto mi mandíbula irritado de que mi madre haga contrapeso, me fatiga su falta de tacto para con Saravi, y me cansa que quiera contradecir todo lo que ya he decidido.

Niego varias veces en su dirección, dejándole claro que me decepciona su actitud.

Sin decir una palabra aseguro mi agarre hacia Saravi y la acompaño a la habitación para que se pueda cambiar, dejé a mi madre allí de pie, no puedo ocultar que me duele hacerle el desplante, pero ahora ella ya no es la misma.

Por otra parte, dejo que Saravi se cambie en la habitación mientras doy vueltas por el pasillo, sé que ella desea estar con su padre, sé que quiere hablar con Nadia, y quiero que se sienta a gusto. Pero si por mí fuera, sacaría a Saravi y me la llevaría muy lejos a donde nadie nos pudiera molestar.

Eso es lo que quisiera.

—Estoy lista —su voz me saca de los pensamientos enseguida, así que giro y veo que se ha puesto un vestido blanco, tal como a ella le gusta, y a mí me hace querer morir.

Sonrío aprobando su imagen y asomo mi mano:

—Señora Sabagh, permítame acompañarla —le digo mientras ella sonríe un poco tímida.

A pesar de la noticia devastadora que me ha dado Saravi esta mañana, estoy tratando de poner mi mejor cara para ella. No puedo describir lo mal que me hizo saberlo.

Llegamos a pocos minutos al salón, donde se encontraba Hanna conversando con Hammed. Parecía que el rostro del padre de Saravi se había transformado en cuestión de segundos y había vuelto a la vida.

Fais sostenía una conversación con Basim, mientras mi hermano los observaba en silencio.

Solo faltaban mis padres, pero por ahora así estaba bien.

Se levantaron cuando nos vieron entrar, su padre esbozó una sonrisa mientras que la chica, Nadia, se sonrojaba un poco escondida de todos.

—Me pareció una eternidad esperarte —dijo Hammed mientras Saravi abrió sus ojos sorprendidos.

Apreté su mano sonriendo, tratando de avergonzarla un poco, pero ella la quito definitivamente de mi tacto para irse hacia su padre.

—¿Puedes mandar llamar a Omer? —me preguntó con su cabeza gacha y la incomodidad se instaló en mi cuerpo de inmediato.

Hanna me gritaba con sus ojos que accediera a la petición, ¿pero por qué debía él estar presente? ¿Por qué la insistencia de Saravi en involucrarlo?

Hanna susurró unas palabras a una dama y esta salió de inmediato del salón. Le hacía varias preguntas a Saravi con la mirada, pero ella no sostuvo la mirada por mucho tiempo.

No pasaron menos de dos minutos cuando el hombre entró a la habitación, y fijó sus ojos en Saravi emocionado.

Apreté mi puño duramente.

—Hija, yo siento tanto que hayas pasado por todo esto —dice luego Hammed compungido.

—Yo soy el único culpable aquí —susurro, pero la mirada de todos ahora puesta en mí, me dice que han escuchado muy bien.

—No digas eso… —defiende Saravi.

—Por una vez en la vida concuerdo con usted —ahora Omer expulsa su veneno, aprovechando la ocasión—. No sé cómo pudo dejarla a merced de un grupo de hombres… es algo muy difícil de entender.

—Omer… —suplica Saravi, mientras una mezcla de cosas presiona mi pecho.

¡Desgraciado!

—Cuando giré en algún momento de la huida, uno de los jinetes había dado botes, su amigo pensó en parar, pero me siguió, y en esa maniobra perdí un poco el rumbo haciendo que mi caballo también perdiera el equilibrio. Fue un golpe muy duro, un golpe como ningún otro. Solo un sonido estremecedor se instaló en mis oídos, mientras sentía como la debilidad me tomaba el cuerpo. Se me hizo muy difícil respirar, parecía que había chocado contra un tanque de concreto —ella hizo otra pausa mientras negó, entonces lo peor llegó, lágrimas comenzaron a bajar desmedidamente por su rostro mientras Hanna apretó su mano—. Pude ver muy borroso como el hombre que había decidido seguirme también estaba en el suelo, nuestros caballos se habían enredado, y el golpe también llegó para él. Así que no tenía mucho tiempo, debía levantarme y apresurarme. Con mucho esfuerzo puse las palmas en el suelo húmedo y traté de levantarme, pero una mano me haló muy fuerte el cabello tirándome hacia atrás.

No, no, no.

Pasé mis manos por el rostro varias veces. Y ella centró su mirada en mí mientras limpió sus lágrimas.

—Él tomó mi cuello, y lo apretó muy fuerte, caí de espalda junto con él, pero se detuvo por un momento, soltó mi cuello, me miro… de forma repugnante y comenzó desgarrar mi ropa…

—¡No puedo! —dije interrumpiendo su relato desgarrador. Pero yo no podía seguir escuchando, necesitaba tiempo, y necesitaba respirar un poco, no era solo la alarma que sentía en mi cuerpo, ahora el corazón me latía tan fuerte que me dolía. Sentí que el estómago quería vaciarse. Una arcada amenazó con hacer tambalear mi cuerpo mientras todos se pusieron de pie al ver mi condición.

—Kalil —dijo Saravi preocupada, pero asomé mi palma para que me dieran un minuto y salí del salón como un alma que estaba a punto de estallar…

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