Matrimonio Forzado romance Capítulo 80

Kalil.

Mis dedos dibujaban la silueta de Saravi en la cama, su cabello estaba extendido por toda ella mientras una sábana tapaba algunas partes de su piel. Ella había luchado por no dormirse, su última expresión fue una sonrisa mientras gesticuló: —Te amo.

Todas las partículas de mi cuerpo hicieron explosión dentro de mí al escucharla, la había amado hasta el cansancio vez tras vez y aún quería seguir haciéndolo, estaba convencido que nunca me cansaría de esto, estaba convencido que cada vez que la besaba o le hacía el amor me hacía más adicto a ella.

No sabía exactamente qué horas eran, solo esperaba que en cualquier momento pudiera amanecer y el sol comenzara a tocar las esquinas de la habitación. Sin embargo, yo no quería cerrar mis ojos, tenía miedo de hacerlo y despertar con que esto, solo era un sueño.

Quería quedarme aquí con ella para siempre, quería que este instante fuera eterno. Quería que fuéramos solo ella y yo todos los días que quedaran de nuestras vidas.

Sonreí mientras vi como su ceño se frunció por un rato dormida. Así que tomé su cuerpo con cuidado y lo pegué lo suficiente para tener su contacto en totalidad, recosté su rostro en mi pecho mientras acaricié lentamente su cabello.

Estaba loco por esta mujer, era muy evidente. Por lo tanto, nadie la apartaría de mí, ahora no estaba dispuesto a ceder por nada del mundo, de ahora en adelante defendería a Saravi de cualquier cosa y ante cualquier persona. Yo estaba dispuesto a luchar por ella hasta mi último aliento…

No sé en qué momento mis ojos se dieron por vencidos, pero el calor de la mañana había irritado mi cuerpo haciéndome sentir incómodo. Palmeé la cama para buscarla y sentí una opresión en el pecho cuando abrí los ojos y el lado estaba vacío.

La agitación comenzó a llenar mi cuerpo, yo tenía solo unos calzoncillos y el cuarto estaba realmente desordenado, todo daba evidencia de que esto si era real, pero ella no estaba.

Me levanté rápidamente muy nervioso hasta que abrí un poco las puertas que daban al lago, y ella estaba allí. De pie, descalza con sus manos en la reja mientras observaba hacia el horizonte. Era la primera vez que veía a Saravi en un atuendo como ese. Pues ella llevaba mi camisa blanca puesta que le llegaba hasta los muslos.

Parecía una chiquilla, una niña, pero muy evidentemente ardiente bajo la luz del sol. Ver su cuerpo a través de la luz y que nada se ocultaba, solamente aumentó mi malestar. Negué varias veces mientras una sonrisa se esparcía por mi rostro, decidí que no la molestaría, ella estaba pérdida en el momento con los ojos cerrados dejando que el aire golpeara su rostro y el viento moviera sus cabellos.

Pensándolo bien si la interrumpiría. Me era necesario.

Caminé descalzo también y me detuve frente a ella. De un tirón abrió sus ojos ahora que estaba tapando la luz que calentaba su cuerpo, y me sonrió.

—Buenos días, majestad, es usted un dormilón.

Reí.

—¿Yo? ¿Quiere que le recuerde quien se quedó dormida primero, alteza?

—Pues… —dijo ella dudando mientras trataba de reprimir mi risa—. Es que usted es incansable Alteza. Pero le perdono la vida solo porque está cumpliendo con su deber.

—¿Ah sí? Interesante… —dije mientras ella dio carcajadas echando su cabeza hacia atrás.

Entonces la tomé de la cintura y la colgué sobre mí y a ella se le cortó la risa.

—No dejes de reír así amor, es lo mejor que puedo escuchar.

—Imposible si tú haces… lo que sea estés tratando de hacer —dijo nerviosa.

—Repite conmigo —le insté muy cerca de su rostro mientras caminaba con ella encima de mí y tomaba sus piernas de manera exquisita—. Te haré el amor nuevamente… y luego otra vez y otra vez. No estoy escuchando Saravi…

—Ya… no sé qué decir. Yo…

—Dilo —le ordené

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