Matrimonio Forzado romance Capítulo 84

Saravi.

Mis ojos se abrieron lentamente, la primera ráfaga de imagen que entró en mi cabeza era el rostro del rey observándome.

Estaba sentado en mi cama con la misma ropa que ayer en la noche, su cabello estaba desordenado y tenía los ojos muy rojos. Me asusté mucho.

Me senté de un tirón mientras le tomé el brazo.

—Tu padre…

—Se quedó dormido hasta ahora —respondió débilmente.

—¿Cómo está? —pregunté preocupada.

—Sigue empeorando.

Lo tomé de inmediato mientras lo envolví en mis brazos. Su cabeza reposó en mi hombro mientras él lo besaba de forma delicada. El cuerpo se me estremeció.

Reprimí mis ojos para amortiguar la sensación y luego tomé su rostro.

—¿No has dormido nada? —pregunté.

Él negó varias veces y luego llevó sus manos a mi rostro. Con su pulgar delineó mis labios y dijo: —Te necesito.

Mi corazón estalló en ese momento, quería hablar con él sobre todo lo que había recordado ayer, pero este no era el momento. Así que uní mis labios a los suyos, y él respondió de forma desesperada.

Él no quería simplemente un acto, Kalil necesitaba aliviar su dolor conmigo.

Me dejé llevar por sus manos respondiendo a su toque y su ansiedad. Lo envolví, lo abracé con premura, porque ambos necesitábamos de forma urgente calmar la angustia que nos aquejaba, así que, en silencio, pero diciéndonos todo, comenzamos a llenarnos uno del otro…

Pasé mis dedos por sus hombros mientras él se abrazaba a mi cuerpo con su cabeza en mi estómago. Su respiración estaba lenta desde hace unos minutos y quería dejarlo descansar lo suficiente. Lo necesitaba.

Traté de deslizarme por la cama con cuidado, y le puse una sábana encima. Fui hasta las ventanas y terminé por cerrar las cortinas para que la luz no pudiese molestarlo.

Tomé un baño teniendo el cuidado y me vestí para salir de la habitación. Justo cuando salí, le di la orden a algunos lacayos cerca para que el rey no fuese interrumpido de ninguna manera. Y luego pedí que se le sirviese un desayuno a una hora estipulada.

Entonces quise asomarme a la habitación de Umar para ver cómo se encontraba.

La habitación estaba despejada, ahora mismo tenía una bandeja de comida sobre sus piernas, mientras Janí le pedía que se esmerara por probar alimento. Sin embargo, su rostro pálido solo negaba y pedía que lo dejara en paz.

Janí giró ante el sonido de mi llegada y asintió haciendo una reverencia. Entonces el rostro de Umar fijó su mirada en mí.

No podía estar relajada ante su presencia, era imposible después de las espinas que había formado en mí para él. Mientras tanto, Janí se excusó y salió de la habitación.

—¿Tú aquí? —preguntó sin esperar.

—Solo quiero ver como se encuentra.

—Creo que eres feliz con mi estado ¿no?

—¿Cómo puede decir eso? —pregunté ofendida—. A pesar de todo… usted es el padre de Kalil…

—Sin embargo, eso no quita el repudio que usted siente por mí, y ahora que ya sabe lo de su madre…

Reprimí mis ojos sintiendo una oleada de incomodidad.

—Por favor, no estoy aquí para eso. Yo no soy nadie para juzgar sus actos. Que no esté de acuerdo con lo que usted es o hizo, no me convierte en su juez.

El rostro de Umar cambió drásticamente mientras se incorporó en la cama, sentándose más inclinado. Asintió y por primera vez en mi vida vi como un fuerte, y taciturno Umar tambaleó para decir algo mientras sus labios temblaban.

—Aun actuando mal, con todo lo que pude hacer, no me arrepiento de haber planeado el casamiento de mi hijo contigo, Saravi.

Sus palabras se estrellaron en mi rostro.

—En algún momento el mal se convierte en bien Umar.

—Sí, así lo creo —dijo mientras una pequeña sonrisa se formó en su rostro—. Y mi mejor prueba de ello, son mis hijos, en especial mi hijo Kalil.

Sus ojos brillaron cuando lo mencionó. Siempre supe desde el principio la preferencia que hubo de él hacia Kalil, solo que, en esta ocasión, su tono era diferente. No hablaba de él como el rey de Angkor a quien delegó la responsabilidad, ahora mismo habla de Kalil como su hijo.

Me quedé en silencio mientras lo observaba mirar hacia otro lado, como si los recuerdos lo atrapasen por un momento.

—Tú tienes mucho de tu madre —dijo por fin y eso no me agradó para nada—. Tu belleza la heredaste de ella, y tu forma de ser en muchas ocasiones también.

Aunque no lo quería, me llené de rabia, yo no quería ser igual a mi madre en ningún aspecto.

—Creo que es mejor que me retire, Señor. Por favor, coma algo, es necesario que se reponga, hay… hay mucha gente en el palacio que lo ama, y necesita que usted esté bien.

Umar me observó por largo rato y luego pronunció:

—Gracias, Saravi, y por favor no deje solo a mi hijo, él necesitará de ti, más que nunca.

Mi ceño se frunció mientras el corazón comenzó a latirme muy rápido, sus palabras no hicieron más que preocuparme y dudé muchísimo en irme. Pero Umar se recostó y me dio la espalada en señal de que este había sido el fin de nuestra conversación, y aun cuando las piernas me pesaban por irme, comencé a caminar para salir de su habitación.

Las palabras de Umar solo me hicieron recordar que quería hablar con Kalil sobre Omer, no lo abandonaría, iría con todo el personal que él quisiera colocar a mi disposición, incluso le pediría a mi padre que me acompañara y volvería en el mismo instante que terminara de hablarle. No me quedaría un segundo más, aun cuando el viaje fuese demasiado pesado, no me quedaría.

No sé con qué palabras comenzaría a describir la situación, necesitaba que pudiera entender un poco, y quería hacerlo rápido. Ansiaba cerrar todo lo inconcluso en mi vida y en definitiva quería centrarme ahora en todo lo que podía hacer aquí en Angkor.

Entre mis pensamientos, caminé hasta que, en mi campo de visión vi que Alinna estaba de pie frente al balcón principal del palacio, pero ella no estaba observando el paisaje, ella tenía su mirada fija en mí.

Hice para irme del lugar, lo último que quería era un conflicto con ella, no quería perder mi tiempo de esta forma, pero sus palabras suaves me detuvieron en seco.

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