Matrimonio Forzado romance Capítulo 86

Saravi.

Mi corazón quería desfallecer cada vez que recordaba el rostro de Kalil al despedirse de mí. Opté por ser lo más fuerte que pude. Dejarlo en la condición que estaba simplemente no era el mejor plan. Pero necesitaba de forma urgente terminar con todo esto. Tenía una experiencia anterior, no concluir mi situación con Mishaal de cierta forma acrecentó la dificultad, así que ahora no era diferente, incluso, eran reinos vecinos y no por mi culpa y los malos entendidos ellos iban a comenzar una enemistad.

«Un pueblo no debe pagar los problemas de sus gobernantes».

Quería la paz.

Por otro lado, podría decir que mi viaje estaba siendo muy ameno. Tenía a Nadia y a mi padre, quienes me colocaron al día de muchas cosas que han sucedido en este año. Hicimos varias paradas, llevamos alimento a nuestras bocas y algunos bocadillos para el viaje y continuamos por largo rato.

Sentía una opresión en el pecho todo el tiempo. Podía adjudicarlo a que estaba por ver a Omer y me enfrentaría a las mentiras, o a simplemente las verdades que me ocultó durante todo este tiempo.

Había sido bueno venir con mi padre, él sería un muro para sostenerme, incluso un escudo. Esta vez le demostraría a Omer que había perdido mi confianza.

Me sentía como un roble, y esperaba que de regreso al palacio estuviera con la misma energía, porque debía dar todo mi apoyo a Kalil, aun cuando estaba por el suelo por la condición de su padre.

La detención de los carruajes solo aumentó mis latidos, podía ver los ojos adormecidos de Nadia, y el rostro cansado de mi padre, era de noche, y este viaje era muy pesado. La puerta de nuestro carruaje se abrió y los guardas nos ayudaron a salir. Colocar los pies en el suelo fue un alivio tremendo para los músculos engarrotados y el aire frío chocando en nuestros rostros, era una sensación de refrigerio.

—¿Qué quiere que hagamos majestad? —preguntó el general a mi lado, observando como una cantidad de militares venían en nuestra dirección al vernos llegar. Por supuesto Omer no esperaba mi presencia repentina.

—Solo manténgase cerca, usted junto a otros cuatro, me acompañarán dentro del palacio. El resto se quedará aquí afuera, no tardaremos mucho.

El hombre asintió y se puso de frente esperando la llegada de los guardas de Yomal que en cuestión de segundos estuvieron junto a nosotros.

—¡Buenas noches! —Saludó uno de ellos, pero no fue hasta que posó sus ojos en mí, que su rostro cambió—. ¿Mi Lady?

Asentí.

—Mi visita no ha sido anunciada por su Señor, sin embargo, es un tema urgente. ¿Puede llamarlo mientras nosotros esperamos en algún salón? —pedí.

El hombre recorrió la mirada hacia todos los presentes extrañados, y entonces asintió.

Luego de que él diera la orden, seguimos sus pasos tal cual lo había ordenado anteriormente al general que Kalil me había asignado. Su nombre era Jamil, y Kalil lo consideraba de plena confianza hasta el punto de enviarlo conmigo para esta tarea.

Caminé en silencio mientras mi padre me observaba insistente. Sabía que quería hablar conmigo, pero no perdería tiempo, necesitaba hacer lo que debía hacer para luego regresar. Llegamos a un salón amplio donde Omer acostumbraba a recibir las visitas, mi padre y Nadia tomaron asiento mientras yo permanecí de pie junto a Jamil y otros cuatro guardas de Angkor.

Mis nervios estaban en un punto alto, no sabía por dónde comenzar, ni como mirar a los ojos a Omer. Estaba aterrada por lo que iba a decirme.

Unos minutos después, el general que nos recibió en la entrada, anunció que Omer estaba esperándome en un salón continuo a este, me hizo un ademán para que le siguiera y yo miré a mi padre fijamente.

—No tomará mucho tiempo, descansa aquí con Nadia porque nos iremos enseguida de mi salida —quité mi mirada de él y la fijé en Jamil—. Deme veinte minutos, si no ordene que me busquen.

El hombre asintió con cierto recelo, y antes de que diera un paso me retuvo de inmediato: —Mi señor me dio instrucciones que no la dejara sola. Es necesario que vaya con usted, por favor.

No quería atender a ese llamado, pero no quería enojar a Kalil de ninguna manera, él ya tenía suficiente con todos los problemas que estaban a la mesa, y con mi venida hacia este lugar. Entonces, asentí y él se vino detrás de mí.

Cuando abrieron la puerta para mí, aspiré profundamente y entré al lugar.

Omer estaba de espaldas, su posición era tensa, en cuanto escuchó el sonido de nuestros pasos se giró. Sin embargo, su semblante decayó en cuando vio a mi perro faldero a mis espaldas y frunció profundamente el ceño.

—¿Por qué no podemos hablar a solas? —preguntó sin saludar.

Mantuve mi cabeza en alto y con un semblante serio para él, no quería por nada transmitirle algo equivocado.

—Porque así lo quise… —respondí.

—¿Lo quisiste tú o tu marido? —preguntó prepotente.

—En cualquier caso, es lo mismo —entonces mis palabras causaron gran daño en él, por un momento me arrepentí, aun en cuando toda esta situación no me agradaba, Omer había salvado mi vida.

—¿Puedo preguntar a qué se debe esta visita en medio de la noche? ¿Te quedarás? —preguntó mientras tomaba una copa en sus manos, la llevó a su boca y vertió el líquido en su garganta.

—No me quedaré, quiero entregarte esto —le dije acercándome y haciendo un ademán a Jamil para que se mantuviera a distancia—. No me pertenece.

Le entregué la bolsilla de cuero, que por un momento dudó en aceptar, la manzana de adán en su garganta pasaba duros tragos ahora.

Luego de unos segundos extendió su mano, tomó la bolsilla y la abrió. El anillo cayó en su palma y este lo apretó fuerte. Su rostro se tensó tanto que por un momento dudé en irme de inmediato.

—Espero que… —él iba a comenzar una frase, pero yo lo detuve.

—¿Por qué me mentiste?

Sus ojos se fueron a mi rostro de inmediato.

—¿Qué? ¿Mentirte?

—Sí, como lo escuchas. ¿Dónde está mi cadena? ¿Dónde está mi anillo de bodas? Debiste hallarla cuando me encontraste.

Los ojos de Omer se abrieron de par en par impactado.

—Saravi…

—¿Por qué? —pregunté sin dejarlo reaccionar—. ¿Por qué me hiciste esto?

Entonces la mano de Omer tomó la mía de nuevo y me hizo observarlo.

—Yo nunca quise dañarte, Saravi, yo me enamoré de ti.

Pasé un trago difícil.

—Perdóneme por alimentar esto Omer, esa nunca fue mi intención. Por favor es hora de dejar las cosas aquí —apreté su mano y le miré fijo—. Desde ahora toda promesa o vínculo que había entre nosotros, ya no existe. Te pido que respetes eso. Por favor.

De forma lenta sus brazos fueron cayendo derrotados a sus costados, mientras su mirada se irritó y se puso roja.

Me dolía este escenario, estaba enojada con él, sí, pero a pesar de todo sentía una gran admiración por Omer, por todo lo que hizo por mí. Y por el trato que me dio. Luché contra todo lo que produjo en mi corazón. Le di una última mirada y caminé hacia la salida. Todos me siguieron mientras reprimía los ojos varias veces, sentía la garganta apretada, pero ya todo había llegado a su fin.

«Al menos de mi persona para con este lugar».

Caminé muy rápido, había completado todo por lo que vine, y justo cuando nos dispusimos a abandonar el lugar veo a Samira observándome detenidamente.

Me frené en seco.

—Samira… —susurré.

Ella no sabía si dirigirse a mí o de lo contrario continuar con su recorrido. Entonces decidí acercarme un poco más a ella.

—¿Estás bien? —pregunté.

—S-sí… aunque nada volvió a ser igual sin usted… ya sabe, nuestro rey está muy triste.

Asentí mientras un nudo se me gestó en la garganta.

—Samira lo siento mucho —le dije tomando sus manos—. Yo te aprecio mucho, hubiese querido no…

—No se preocupe por mí —asomó una sonrisa triste—. Espero que sea muy feliz, lo merece.

Tomé su rostro y besé ambas mejillas.

—Gracias, Samira —entonces la abracé.

Sin esperar otro minuto más, accedí al carruaje con mi padre y Nadia. Los generales dieron la orden y comenzamos a irnos del lugar. Una lágrima rodó por mi mejilla, mientras me despedía de este lugar. Un lugar que, sin duda alguna, fue parte de mi vida por mucho tiempo…

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado