Matrimonio Forzado romance Capítulo 89

Kalil.

No he tenido vida.

Así se resume todo este tiempo, a pesar de que las cosas han mejorado.

No puedo dejar de pensar en ese día, me es imposible concentrarme en cualquier cosa después de esto, y aunque me esfuerzo mucho por recordar, nada viene a mi mente.

Solo rezo, rezo porque esto no sea verdad, porque aun cuando trato de entender, jamás en mis cinco sentidos hubiese tocado a Alinna, simplemente no lo hubiese podido hacer.

Todo esto sumado a la muerte de mi padre, sé que la relación, no fue la mejor, pero Umar era un muro para mí, aun y cuando su forma de gobernar era contraria a la mía, puedo afirmar que aprendí mucho de él.

La cabeza me daba vueltas, todos los días trataba de parecer normal y hacer frente a todo el trabajo de mi país, pero por las noches cuando Saravi me abrazaba, la conciencia me pesaba mucho. Y odiaba sentirme así.

Nadie sabrá de esto, te lo juro, esas eran las palabras que más me martirizaban, esas fueron las palabras que dijo Alinna esa mañana en cuando se fue de mi habitación. No quería esconder nada, me sentía una completa porquería con todo esto, no podía hacerle ese daño a Saravi, y no sabía cómo poder decirle esto que me estaba matando por dentro.

Pero lo haría en cualquier momento. Debía hacerlo.

— ¿Dije algo malo? —su voz me volvió a la realidad de golpe.

Apreté mi mandíbula, y sostuve su quijada.

—Después de la ceremonia de mi hermana y de la celebración, quiero hablarte de algo.

Ella frunció el ceño de inmediato, estaba incómoda y mi actitud la ahuyentaba aún más. Sabía que Saravi había notado mi extraño comportamiento en todo este tiempo, sabía que ella solo estaba tratando de llevar las cosas en paz.

—De acuerdo —respondió para mi pesar, entonces la tomé rápidamente y la abracé muy fuerte.

—A veces tengo tanto miedo de perderte —le dije con el dolor en mi pecho, cada palabra me hacía padecer.

—Eso no sucederá. Ya nada podrá separarnos.

Reprimí mis ojos mientras pegaba su cabeza a mi pecho y el aire salió pesado. Me sentía tan mal que no podría durar más de un día sin hablar con ella.

—Ahora debo arreglarme, se hace tarde —dijo despegándose de mí y luego besó mis manos de forma dulce.

Ella se retiró y ordenó a sus damas acompañarla a la habitación de aseo. Así que terminé de vestirme y decidí hablar con Fais antes de buscar a mi hermana.

Cuando llegué al lugar donde él solía leer, tenía un traje elegante y le vi sonreír cuando me vio llegar.

—Así que, aquí está su alteza, nervioso por entregar a su hermana —dijo en broma.

Asentí y tomé asiento de inmediato, no quería seguirle el juego, estaba muy nervioso como para tener algo más en la cabeza.

—Fais, ¿Algún reino contestó nuestras cartas? —pregunté cambiando el tema.

—Todos los aliados de Umar respondieron de inmediato, majestad —dijo asintiendo—. Solo no quise ahondar en el tema antes. Ya sabe, su padre, los preparativos de la boda, y una particular conducta suya que me ha tenido pensativo.

«¡Me Jode que me conozca tanto!»

—Sí… estoy un poco preocupado —mentí, por un lado—. ¿No cree que haya demasiado silencio?

—Sí, lo creo. ¿Estará planeando algo?

—No lo sé, hay una incomodidad que me ronda sobre el asunto de su nota. ¿Por qué me amenazaría y luego no haría nada?

—¿Para asustarlo?

—No lo creo. La mirada de ese hombre declaraba una obsesión muy poco sana por Saravi, es más que todo por ella y mi nación que me preocupa el acto de ese tipo.

—En cualquier caso, podemos buscar refuerzos si se ameritan.

—El problema Fais, es que no quiero que sea demasiado tarde, escuche —le dije acercándome—. Si él planea algo, puede ocurrir en cualquier momento, sin aviso. Entonces no nos daría mucho tiempo para que otros vengan a auxiliar. Ese es mi miedo.

—¿Cree conveniente que pidamos refuerzos, aun cuando no esté pasando nada?

—Si algo bueno aprendí de mi padre, es eso. Tomar la delantera. Así que Fais, envíe un enunciado, uno personal a cada una de las naciones que se aliaron con mi padre. Escriba el texto citado en aquella nota que me dejó Bozkurt y solicite pelotones a cada una de ellas, ellos deben mucho a mi padre, y no podrán negarse a mi petición.

—Me parece perfecto. Mañana mismo lo haré, como también quiero pedirle permiso para ir al centro de Angkor. Antes de salir lo buscaré para decirle que mi tarea está hecha —dijo Fais tranquilizándome muchísimo.

—Gracias… —solté el aire—. Eres… ¡Bahh! —Me levanté—. No me pondré conmovedor contigo. Iré a buscar a mi hermana.

Fais soltó una risa muy limpia que se esparció por todo el lugar y me hizo forzar una en mi rostro. Caminé, tratando de liberar la tensión que tenía en mi cuerpo y respiré varias veces. Debía concentrarme y regalarle la mejor cara a mi hermana y a mi amigo Basim, ya tendría tiempo para poder enfrentar las consecuencias que yo mismo me había buscado.

La caravana de carruajes, era interminable, aun cuando mucha gente no había sido invitada, mi hermoso pueblo estaba aquí, hacia los lados arrojando flores cada vez que pasaba una carroza cerca de ellos. Mi hermana tenía dibujada una sonrisa increíble mientras saludaba a su nación, me sentí pleno al verla tan feliz y tan hermosa.

Me acerqué lo suficiente a su oído para tranquilizarla un poco, porque sabía que los nervios la estaban consumiendo.

—Molerás mis dedos si sigues apretando tan fuerte.

Ella se giró de golpe y su sonrisa se ensanchó.

—Aunque veas esta sonrisa… —dijo señalando su rostro—, que no puedo desaparecer, estoy temblando como una hoja. Así me siento.

Sonreí.

—Bueno, ya pasará todo, luego, en unas semanas, no estarás con esa sonrisa, el matrimonio no es fácil.

Ella me dio un codazo mientras negaba.

—¡Le diré eso a Saravi!

—Bueno —dije mientras sobaba mi costilla—. No hablaba de mi matrimonio, hablaba de otros matrimonios.

Ella negó varias veces y luego el carruaje se detuvo.

La ayudé a bajar y luego todo el protocolo comenzó, todos entraron en la iglesia menos Hanna y yo que esperamos que el tono de marcha nupcial comenzara.

Tomé la mano de mi hermana y los nervios no se hicieron esperar. Entonces junto a la música, comencé a caminar lentamente con ella entre mis brazos. Recordé mi boda, y también recordé la mirada de Umar sobre mí. Así que carraspeé mi garganta y miré solo al frente.

La ceremonia había transcurrido con total normalidad, mi madre había llorado más de la cuenta y ahora estábamos instalados en un banquete dentro del palacio. Verle el rostro a mi hermana tan feliz, me daba una sensación increíble, eso sin contar en ver también la cara de tonto que ahora dominaba a Basim.

Negué mientras sonreí.

Muchas personas pasaban a felicitar a mi hermana, entre tanto mi madre sonreía por cualquier cosa que le señalaba Kader y yo sostenía la mano de Saravi. Quería más días así en Angkor, mi nación lo necesitaba.

—Ven, vamos a felicitar como todos —me dijo Saravi halándome el brazo sutilmente, y yo me levanté de inmediato.

Cuando llegamos donde estaban los novios, mi hermana nos observó con amor.

—Felicidades —dijo Saravi, y rápidamente abrazó a Hanna. Entonces asomé mi brazo y Basim dio una media sonrisa, algo muy poco común en él. Forcé un poco a mi amigo y le di un abrazo deseándole la mayor felicidad.

—Solo tengo algo en contra de ti, Hanna —le dije mientras los tres voltearon en mi dirección—. Me quedaré sin mi general número uno, creo que me sentiré desamparado ¿Cuándo tiempo estarán por fuera del palacio?

Saravi me abrió los ojos como pidiéndome discreción mientras Basim negaba.

—Te lo traeré pronto —anunció mi hermana avergonzada.

—Yo, como la reina, les ordeno que demoren todo lo que quieran.

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